Capítulo 4

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Los olores del cigarrillo, la bebida y el sudor ya no son tan desagradables como al principio, no para ella, quizás porque ha llegado a un punto donde no los siente. Las luces intermitentes, la ligera oscuridad... permiten que su excesiva consciencia merme un poco y es una de pocas veces que siente poder actuar de forma irracional, bailando para sí misma. Su cabello y frente están algo húmedas de tanto bailar.

Sus amigas y los dos tipos que las acompañan la rodean y Zdenka salta de manera desordenada y cantando a gritos... En ese lugar, todos están en las mismas, por primera vez en años siente que encaja... pero dura poco, la voz que la exhorta día con día a ser racional... y centrada, nuevamente invade su cabeza:

"Tengo que enviar unos mails mañana..."

Alguien la manosea por detrás, un tipo desagradable con cara de pervertido, seguramente espera recibir una cachetada después de su fechoría, sin embargo, Zdenka simplemente sonríe y empieza a bailar con él...

"No estoy tan ebria... No puedo estar ebria... No puedo" repite como un mantra angustiante.

Por un par de segundos el manoseador cree tener suerte por haberla tocado estando borracha; e incluso piensa que podrá llevarla consigo por esa noch... Entre un salto y un paso de baile, ella termina propinándole un golpe con la rodilla en sus partes bajas, en el gentío, el hombre hace un gesto de dolor, que muy pocos notan.

—Oops! — Zdenka se aleja mientras ríe tapándose la boca, pero después su rostro es invadido por una repentina seriedad. "No puedo darme el lujo de estar ebria"

Regresa a sentarse a la mesa y apreta el botón de sus lentes para revisar si tiene algún mensaje del trabajo, pero su bandeja está vacía.

Desde otra perspectiva del bar ella es una de las pocas personas con un reflejo en sus lentes y haciendo movimientos cortos al aire, como si estaría usando una pantalla imaginaria.

Sin mucho que hacer a su alrededor, entra en un documento y empieza a revisarlo, lee con calma para poner a prueba si realmente se halla en sus cinco sentidos, según su experiencia, si podía leer un párrafo sin reírse y comprendiendo el contexto, estaba sobria y no corría ningún riesgo...

"Tal vez tengas razón. Tal vez hayas llegado a confundirte tanto con la ciudad, que la ciudad eres tú y tú eres la ciudad. Ya no es que tu la habites, como hace años hubieses pensado, sino que es ella la que te habita. Sí, es probable que así sea."

Suspiró. Estaba a salvo. Continuó hojeando aquel libro relativamente antiguo, de título "Retrato de ciudad con calavera en la mano"... Para los demás, claro, sólo tenía la mirada fija en su propio regazo.

Se quedó un rato leyendo, hasta que el sonido de la música dejó de permitírselo, volvió a sentirse aburrida  y deshidratada.

Fue a la barra del bar... el hombre con aura misteriosa continuaba sentado en el mismo sitio, pero esta vez decidió que no le prestaría atención.

—Hola ¿Me podrías dar agua, por favor, mejor si es en botella? —Pide al cantinero. Pausa — La pequeña está bien. Gracias —Se mueve con la intención de regresar a la mesa, pero una notificación hace que brille el botón de sus lentes. Decide desactivar aquella función para no llamar la atención, aunque admite que no es la única alienada allí, ve a varios distraídos con sus aparatos electrónicos.

Cuando quiere regresar a la mesa, ve a sus amigas sentarse junto a sus respectivos galanes y se siente desanimada de acompañarlos, así que decide tomar asiento en la barra disimuladamente, vuelve a suspirar antes de darle un sorbo al agua.

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