Infancia
Después de la confesión de Yuuji, las cosas cambiaron dentro de casa. Esou claro que tuvo un castigo, pero tampoco lo echaron de casa o lo mandaron lejos. De hecho, sus padres no tuvieron el corazón de sacarlo o avisar a la policía, porque pese a todo, amaban a su hijo, y ese amor fue más fuerte a la hora de tomar la decisión.
Solamente dejaron que Shoso y Kechizu, durmieran en la misma habitación con Yuuji, para protegerlo.
Le explicaron a Yuuji que no debía decírselo a nadie más, un nuevo secreto para el menor, pero que era por su bien. De igual manera, le explicaron que toda la familia podía ver maldiciones, porque tenían energía maldita y eso no los hacía totalmente humanos. Que la gente "normal" no podían ver o escuchar a Kechizu u otras manifestaciones. Solamente los hechiceros o maldiciones podían hacerlo.Toda esa información era mucha para Yuuji, que se esforzó por comprender. Y aceptó jamás decirlo, menos a su abuelo sobre el abuso sexual.
Sus padres seguían trabajando todo el día hasta la madrugada. Dejando en la casa totalmente solo a Yuuji una vez más, aunque tenía a Kechizu y Shoso, que ahora pasaban más tiempo en casa. Evitando que Esou se acerque a Yuuji.
Aunque un día Esou volvió a beber, y trato de sobrepasarse con el menor. Sin embargo, ahora Yuuji un poco más mayor (11 años) contestó que NO y le dió un empujón, junto con un golpe en la mejilla. Ya no era tan pequeño e inofensivo, su fuerza era extraordinaria, sobre humana. Entonces su hermano dejo de molestarlo y comenzaron a tratarse como desconocidos viviendo en la misma casa.
Sus padres ya no tenían la misma relación. Cada vez peleaban más por cosas ajenos a ellos o por tonterías sin sentido.
Una tarde Yuuji se encontraba hablando con su padre.— Papá, ¿Por qué siguen peleando mamá y tú? — Yuuji se sentó en la cama matrimonial.
— Mamá y yo estamos pasando por momentos muy duros — habló con un poco de vergüenza, no quería que su hijo pase por otro mal momento.
— Cada vez pelean más — volvió a hablar el menor, mirando a su padre, que tenía una mejilla lastimada, pues su madre le dió ese golpe.
— No pasa nada, Yuuji — el hombre simplemente sonrió con amabilidad.
El menor no convencido con esa respuesta — Papá, mamá está siendo muy agresiva contigo.
Su padre lo miró con sorpresa — Lo sé, pero, la quiero y yo sé que también ella. Solo está cansada — el señor seguía con una sonrisa, viendo la foto familiar que estaba entre sus manos.
El niño hizo una mueca, esas tontas excusas no le convencían para nada — Vale, está bien. Si tú dices que está todo bien, te creeré — no iba a insistir. Su padre era muy tercero cuando le decía que no era normal la violencia de su madre con él.
Con pereza se levantó de la cama, estiró su cuerpo y se dirigió a la salida. No era fácil ser el psicólogo de sus padres, por un lado su madre y por el otro su padre, ambos sin admitir que la situación era muy violenta.
— Debo irme con unos compañeros para un trabajo — fue todo lo que dijo — vuelvo en unas tres horas.
— Ve con cuidado —. Fue todo lo que escuchó por parte de su padre.
Tomó sus cosas y salió de su casa, cerrando la puerta.No se sentía feliz con la situación de sus padres. Ambos pelean casi todas las noches en su propia habitación o en la sala, le asustaba que llegarán a los golpes.
Sus gritos siempre los despertaban a todos. Y él se sentía muy triste escucharlos así.Kechizu estaba caminando a su lado. Su hermano lo iba a acompañar con sus amigos a hacer el trabajo. Tenerlo a su lado lo dejaba muy tranquilo. Su hermano ya tenía más fuerza gracias a su madre y podía ayudarlo si pasará algo malo.
— Kechizu–nii, no hagas ruido por favor — le pidió a su hermano con una sonrisa. La maldición aceptó hacer lo que le pedía.
Se esforzó para ayudar a sus amigos a terminar rápido el proyecto. Todos los niños estaban reunidos en la casa de una compañera. Su hermano miraba divertido lo que estaban haciendo, por supuesto que nadie lo veía.
Al terminar el trabajo, los niños salieron a la calle a jugar un poco de fútbol, improvisando las porterías con piedras. Yuuji reía feliz, jugando con sus amigos, olvidando los problemas en casa. Las horas se le pasó volando y tuvo que despedirse de los demás, mientras volvía a casa con otros amigos que vivían por la misma calle, entre bromas y chistes. Burlándose de la mala profesora de literatura.Los chicos siguieron hablando un poco más en la calle, antes de separarse para que cada uno se vaya a su propia casa.
Yuuji entro a su hogar, su padre ya no estaba, y fue directamente a su habitación. Al entrar cerró la puerta antes de recostarse en la cama. Estaba exhausto de jugar y reír con sus amigos.— Hoy fue un buen día — habló dirigiéndose a su hermano.
La maldición se acercó a la cama y se acostó a un lado — ¿Te divertiste?
Yuuji sonrió feliz, sus labios rosas se estiraron y sus ojos ámbar brillaron como oro puro — Sí. También porque estabas conmigo, me sentía más protegido, ¡Gracias Onii-chan! — sin avisó, se lanzó a abrazar a su hermano, quien aceptó el gesto con cariño. Ambos no tenían mucha diferencia de edad.
Quizás eso ayudaba a que se comprendieran mucho mejor. Los dos siguieron jugando con la consola que les compró su madre a los dos. Ambos riendo por las tonterías que decían, en lo que llenaban sus bocas de papas, palomitas, chocolates. Casi todo a la vez, total, todo se combinaría en sus estómagos, según ellos.
Shoso entró a la habitación, y se encontró con los dos menores jugando, Mario Kart y comiendo un montón de chucherías. Levantó una ceja, no dudaba que pronto se enfermarian y correrían a pedirle medicina.
— ¡Shoso–nii! ¡Bienvenido! — gritó contento Yuuji, acostándose en el suelo al ver a su hermano llegar y también porque ganó la carrera. Estaba sonriendo por ver a su increíble hermano.
— ¡Bienvenido, Onii-chan! — de la misma forma saludo Kechizu.
El mayor sonrió al ver a sus dos pequeños hermanos bien. Se sentó en su cama y dejo aun lado sus libros de medicina. Cerró los ojos un momento, ya que tuvo un día lleno de prácticas y también porque debía deshacerse de algunas maldiciones que no eran buenos y se estaban alimentando de personas o cadáveres.
En esa época del año se estaban apareciendo muchas maldiciones por las emociones negativas de las personas. Y eso era un fastidio para todos los hechiceros, que debían prestar servicio y casi no tenían tiempo ni para relajarse.
Yuuji se acercó a su hermano y le puso una lata fría en la frente, sabía que estaba cansado. Realmente quería ayudarlo a estar mejor, por eso se esforzaba por ayudarlo.
Su hermano sonrió por el gesto y tomo la lata.— Iré a preparar la cena — aviso Yuuji — duerme un rato por favor. Kechizu cuida de él por mí.
Su otro hermano obedeció. El menor salió de la habitación para ir a hacer algo de comer. Apenas llegó a la cocina, saco los ingredientes y se colocó un mandil. La puerta se abrió y apareció su hermano mayor Esou.
— ¿Ya llegó Shoso? — preguntó el chico, sacando del refrigerador una bebida.
— Está durmiendo un poco — habló Yuuji — estoy haciendo la cena, cuando esté lista les hablaré.
— De acuerdo — el mayor se sentó en la mesa, tenía cosas que hacer. Pero, se quedó haciendo compañía a su hermano menor.
La situación era extraña. Ambos nunca más tocaron aquel tema. Sus padres les dijeron que eran familia y la familia debía quererse, respetarse, que era primero antes que nada, y ellos aceptaron todo lo que les decían sus progenitores.
Los dos ya podían hablar con tranquilidad y de hecho ya hacían bromas.
🌺🌺🌺🌺🌺🌺🌺🌺🌺🌺🌺🌺
La violencia no afecta a un solo género y el acoso tampoco. Ambos están mal.
Hasta la próxima.
☺️💕💕💕
ESTÁS LEYENDO
Flores Amarillas // SukuIta
FanfictionYuuji era dulce, tierno, amable, gentil, entre más cosas buenas. Un niño feliz y lleno de vida. Pero, la vida no es exactamente amable. Hay sucesos que marcan la vida y el alma de una persona. Todo por la maldad de otras personas. Y Yuuji tendrá...