Capítulo 17

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Adolescencia

Nanami ha sido más estricto con el entrenamiento, les exige que den más de lo que pueden dar, que sean mejores y aprender a lidiar con maldiciones más fuertes.

Yuuji debía entrenar desde las cinco de mañana todos los días sin descanso, después debía tomar un desayuno, bañarse,  por la tarde debía hacer más pesas, tener entrenamiento cuerpo a cuerpo con sus compañeros, por la noche debía practicar con su energía maldita y sacar todo el provecho con muchas técnicas que Nanami le enseño.

Cada día aumentaba la dificultad. Era necesario, pues la última vez que se enfrentaron contra una maldición de clasificación especial, de tipo naturaleza, perdieron, y esa maldición escapó con otra de volcán. No pudieron hacer nada contra ellos, se sintieron inútiles al ver el desastre que hicieron.

En el momento que Gojo y Nanami llegaron, éstos se fueron, ocultando su rastro. Los de primero se sintieron mal por permitirlo, las palabras de animo no ayudaron en nada a los cuatro chicos.

Desde ese día los cuatro se estaban esforzando el doble, para mejorar y dejar de ser tan débiles, la sensación de la derrota inundaba sus pechos. Era horrible ver como tiran al suelo tu dignidad, que se burlen de ti por no poder hacer nada.

Nanami comprendía los sentimientos de sus alumnos, porque él también lo sentía al no poder exorcizar una maldición. Comprendía la sensación de fracaso.

Por eso, les puso un entrenamiento más fuerte, si querian ser mejores debian darlo todo o nada, debían aprender que a veces sus ideales pueden ser tan frágiles como una hoja y desmoronarse con un soplido.
Los mando a misiones donde sabia que podían terminar con el corazón roto, sus sueños destrozados y donde debían rebasar sus propios límites.
Claro, que los acompaño en todo momento, eran su responsabilidad y cuidaría de ellos como sus pequeños polluelos. El director estuvo de acuerdo, apostando por la nueva generación, sabía que ellos cambiarían todo el orden algún día, solo esperaba que para bien.

Los cuatro adolescentes estaban cansados, no podían más ni con ellos mismo, pero, cada día despertaban listos para seguir entrenando, era su deber. Además, no querían ser vistos como un fracaso o débiles, no dejarían que nadie los sobrepasara.

El dolor en todo el cuerpo se hizo parte de sus rutinas. El cansancio extremo comenzaba a ser más normal y los avances los motivaba para seguir adelante. Todo el esfuerzo comenzaba a dar sus frutos.

Pero, eran tan ambiciosos que deseaban más, querían más. Lo que una vez fue su ideología, ahora no era lo mismo, algunas cosas lo sostenían, otras las cambiaban. El proteger a las personas nunca cambió.

Yuuji peleaba con todas sus fuerzas contra Nanami, cada uno debía vencerlo, aunque todavía no lograban hacerlo.
Patadas, puños y técnicas eran el pan de cada tarde, sus técnicas eran mejores en cada pelea.
Los muñecos malditos los atacaban (al principio los molieron a golpes) y ellos se defendían mejor, incluso los derrotaban.

Al terminar la pelea, Nanami felicito a sus alumnos por sus grandes progresos. Ya era de noche cuando las clases terminaban.
Los cuatro agradecían por el tiempo del maestro.

– ¡Aaah! En cuánto llegue a casa me echaré en mi amada cama – exclamó Nobara.

– Yo muero de hambre – Tsumiki se quejó – Megumi, debemos hacer la cena, ¿Qué quieres comer?

– Lo que te parezca mejor – fue la simple respuesta del chico.

– Yo prefiero también dormir – habló Yuuji, bostezando. A lo lejos vio dos cuerpos, le pareció conocerlos, agudizó su vista y se llevo una sorpresa al ver a Gojo y Geto–senpai darse un beso. Eso lo dejo en blanco por un momento, pero decidió ignorar la escena fingiendo normalidad conversando con sus amigos.

Realmente quería dormir y ver a su hermano, que hoy regresaba de un viaje.

En cuanto entró a su casa fue recibido por la sonrisa de Shoso, quien lo abrazo con fuerza y cariño.

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Flores Amarillas // SukuItaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora