Capítulo 14

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Adolescencia

Yuuji amaba tanto a sus padres, aunque ninguno estuvo presente en su vida. Ver a su madre marcharse con otro hombre que no conocía le dolió, fue como si no le importará él, como si no tuviera miedo de abandonar a su hijo. A diferencia de otras veces, Yuuji ya no lloró, simplemente apretó los labios y la vio irse en un coche negro. Su padre no estaba, se encerró más en su trabajo.
El menor bajo la cabeza, no había nadie en casa. Cerró la puerta y se sentó en el sofá, mirando a la nada, perdido en sus pensamientos. Saco una botella de sake y bebió de la dulce bebida alcohólica, se puso los audífonos y puso una canción mientras se acostaba en el respaldo.
Bebió hasta acabarse la botella entera, quería llorar, no lo hizo.

Se cansó de llorar por todo. Estaba enojado con su destino, con su vida, con sus padres y con él mismo. Ese rencor estaba en su pecho cuando tomó las llaves de casa y salió a la calle.

Estaba borracho, eso ya lo sabía, mas no era suficiente, necesitaba más alcohol para olvidar todo. Caminó hasta el mismo bar, compró la bebida, y salió con la botella escondida en su sudadera ancha. Tomo rumbo a casa de nuevo, total, no llegaría nadie, sus hermanos ya se mudaron, Shoso–nii no volvería hasta en cuatro días.

Al entrar a su casa, cerró la puerta y volvió a su actividad que era beber. Puso música y siguió bebiendo.
En un punto Yuuji ya estaba más borracho, ya no sabia lo que estaba haciendo.

Recibió una llamada y era uno de sus amigos de la primaria que lo invitaba a ir a una fiesta. El chico de pelo rosa se lo pensó, al día siguiente tenía clases, dudó por un momento, pero, terminó aceptando.
Salió de casa rumbo a la dirección indicada, la fiesta era en un estacionamiento abandonado, ideal para una fiesta lleno de adolescentes y jóvenes adultos, todos intentando ser rebeldes.

Yuuji encontró a sus amigos rápidamente.
Se divirtió en la fiesta, bailó toda la noche, llego a beber más, la música era muy fuerte, los jóvenes gritaban animados en aquel descontrol, liberados de la vida estricta que llevaban. Unos cuantos andaban patinando, otros con las bicis y otros lanzaban globos de condones jugando con ellos. No había ningún adulto molestando con reglas.

Por supuesto, Yuuji jugaba de manera torpe con sus compañeros. Llego a besar a una que otra chica durante la fiesta, aunque también beso a un chico.
Un grupo muy bueno tocó y todos se juntaron para animar a la banda que se esforzaba para hacer un buen concierto.
Gritos, risas, música era lo que se escuchaba en esa fiesta y mucho alcohol.

Por las cinco de la mañana Yuuji volvió a casa. Se tumbo en el mismo sofá y miró todo a su alrededor, la adrenalina en su cuerpo iba bajando. Sus ojos se pusieron húmedos al volver a la realidad, sin embargo, cerró los ojos y se durmió.

Al día siguiente faltó a la escuela, tenía una resaca muy fuerte, bebió un poco más para quitarse ese malestar.
Se dio un baño, quitándose la suciedad. Caminó por los pasillos y vio la puerta de la habitación de sus padres, no quería entrar, pero lo hizo de todos modos. Observó las cosas de su padre, las cosas de su mamá ya no estaban, echo otro vistazo y encontró en el suelo uno de sus aretes.
Lo levantó y volvió a su cuarto, analizó el arete de diamante y luego vio la foto familiar que tenía en su escritorio, su madre salía con una sonrisa. El enojo volvió a su pecho, tomó la foto y la guardo en el cajón, el arete lo lanzó a la basura, quizás ayude a quién lo encuentre.

Llamo a otros amigos para quedar e ir al karaoke, no deseaba estar tanto en casa. Volvió a tomar sus llaves y está vez fue al hospital para ver a su abuelo. Se dio unas palmadas en las mejillas diciéndose que debía sonreír, que debe mostrar felicidad.

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Flores Amarillas // SukuItaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora