Flores Amarillas // SukuIta

Capítulo 13

Adolescencia

Divorcio. Es una palabra que denotan dos sentimientos, puede ser malo o bueno, dependiendo del contexto.

El señor Itadori era el que estaba viviendo lo primero, sabía que las cosas no estaban bien con su esposa, pero jamás se imaginó que tanto. Era consiente de que ya no pasaban ningún momento juntos, y sus platicas eran enteramente de sus hijos, con todo y eso, creía que podía mantener su matrimonio a flote. Amaba a Kaori, nunca dejo de hacer lo, a pesar de los años la amaba como la primera vez. Ahora su esposa le estaba pidiendo el divorcio y eso lo estaba lastimando muchísimo, sí, admite que hubo peleas e incluso agresiones por parte de su esposa, pero la amaba.

Kaori por su parte miraba su anillo de matrimonio, mientras su esposo leía la petición de divorcio, no quería hablar, porque nada de lo que diga ayudara en la situación. Su matrimonio cada día iba de pique al fracaso, ya no se sentía feliz como antes, amaba a sus cuatro hijos, pero no podía decir lo mismo de su esposo. Lo amo, claro, era la razón por la que se caso, sin embargo, hoy ya ese amor se término, no podía fingir un amor inexistente. No quería herirlo más de lo que ya lo hizo, se sentía culpable por sus acciones, por ello tomo este camino.
Sintió pena al ver a su próximo ex esposo llorar.

La puerta se abrió y Yuuji miró la situación que ocurría en la sala.
Los padres ignoraron a su hijo menor, seguían un poco incómodos por su orientación sexual. Pues, ellos querían que Yuuji se casara con una chica y tuviera hijos. Cuando se enteraron de la realidad, fue un duro golpe.

– Se van a divorciar – fue todo lo que dijo su abuelo al salir de la cocina. Tomo la mano del menor y lo llevo arriba.

Yuuji se alarmó, aun así, siguió a su abuelo, no quería causar más problemas. Sus ojos se pusieron vidriosos por las lágrimas, apretó los labios evitando llorar.
Ya se sentía muy culpable.

Al entrar en su habitación, su abuelo lo dejo llorar en su regazo.
Nada estaba saliendo bien, cada día había un problema nuevo,
Kechizu y Esou se iban a ir de la casa, encontraron un lugar donde vivir fuera de Tokio. Sus padres se estaban divorciando y estaban molestos con él por ser bisexual. Su abuelo estaba enfermo y debía ingresar al hospital y solamente le quedaba Shoso, pero tenía muchas misiones como jujutsu y practicas en el hospital. En resumida cuenta, estaba quedándose solo y su madre tenía un amante.

Todo su mundo estaba cambiando cuando creía que iría bien.

Esa tarde Yuuji no se quedo a ver cómo firmaban los papeles, no podía consolar a su padre cuando éste estaba molesto con él. Caminó sin rumbo por las calles cada vez más vacías, no se detuvo en ningún momento, importándole muy poco si lo podían atropellar. Su mente estaba ocupada pensando en toda su tragedia, no quería llorar, las lágrimas salían solas. Apretó los puños y labios. Caminó hasta salir de Tokio y se metió en un bosque sin miedo a ser atacado.

Cayó derrotado en el suelo cuando ya no pudo soportarlo más, su respiración era complicada. El silencioso lugar era tan diferente a cuando era de día, varios espíritus del bosque lo miraban con curiosidad.

Yuuji no tenía miedo. Cada vez sentía más alivio al estar completamente solo y la oscuridad no se veía tan mal, ahora. Al menos ahí no había nadie que pueda decepcionarlo.

Miró las estrellas del cielo, al estar lejos de la ciudad, se podían ver mejor, era hermoso ver esos puntos brillantes.
Se acomodó mejor sentándose en la raíz del tronco de aquel gran árbol. Miró de nuevo las estrellas, esa noche no volvería a casa, sus mejillas se mojaron por las lágrimas de nuevo, estaba tan cansado.

Un ruido llamo su atención, una maldición se acercaba a él, no era muy fuerte y podía pelear contra él. Aquella maldición se mostró ante él, y Yuuji se levantó dispuesto a pelear. Sacudió su cabeza y se recordó la misión de su vida y por la que juró ser más fuerte. Eliminar a las maldiciones crueles para proteger a las personas.

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