Capítulo 29

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Adultez

Sukuna tenía abrazado al menor, ambos se estaban besando en la oscuridad de la habitación de la maldición. El chasquido de sus labios chocar y la saliva que se escurría de sus bocas creaba un ambiente más erótico. Las ansias de sus cuerpos se notaba en los toques torpes sobre el cuerpo del otro.
Sukuna cargo al menor sosteniendo lo de las piernas, mientras que Yuuji se aferraba con sus brazos alrededor del cuello de la maldición. En ningún momento dejaban de besarse, la lujuria, el deseo y el amor se acumulaban a cuenta gotas.
El calor de sus cuerpos era lo suficiente para sofocarlos a ambos.

Sukuna llevo al menor a la enorme cama y lo dejo caer sobre ella en medio. Observó el bonito Kimono rojo que se amoldaba bien sobre el cuerpo trabajado de Yuuji, la luz de luna lo ayudaba para apreciar la bella imagen timida y atrevida de su consorte.
Por su parte Yuuji sonreía a Sukuna mientras abría sus piernas, invitando a la maldición a que se acomodará entre sus piernas y entrara en él de una manera ruda. Le gustaba sentir el dolor cuando Sukuna entraba en su zona privada y lo hacia sentir bien.

Sin esperar, Sukuna paseo sus manos por las piernas del menor hasta llegar a sentir el kimono y meterse en la falda para subirla. Lamió sus labios al ver que Yuuji no tenía ropa interior. Sonrió al saber que ya venia preparado ese mocoso, por eso fue tan insistente en que se quedará esa noche. Dejó el trabajo por un momento caliente... Sí, para Sukuna valía la pena.
Abrió su kimono mostrando su cuerpo fuerte y musculoso.

Yuuji se sintió más caliente al ver el buen cuerpo que tenía Sukuna, no pudo evitar sonrojarse al punto de parecer un tomate. Extendió uno de sus brazos para tocar su cuerpo y que se apresurara Sukuna, moría por seguir sintiendo su frío cuerpo. Necesitaba bajarse aunque sea un poco el calor sofocante.

La maldición se rio por lo ansioso que estaba el menor y decidió ayudarlo. Se acomodó entre las piernas, recostándo su pecho sobre el pecho de su Yuuji. Metió sin vacilar su pene dentro del menor, que lo abrazó y enterró sus uñas en su espalda, sacándole un poco de sangre. La sensación de estar dentro del mocoso le gustaba demasiado hasta el punto de hacerse adicto.

Yuuji gimió fuerte al sentir su entrada ser forzada a estirarse un poco más, Sukuna era grande y a la hora de metérsela se sentía tan lleno. Eso le gustaba al menor, ser estirado por la maldición, quien era el dueño de sus fantasías. Dejo de enterrarle las uñas y busco sus labios, le encantaba la forma tan sucia que lo besaba a solas o con público, Sukuna nunca se cortaba al besarlo o tocarlo frente a nadie.

Comenzó a mover las caderas Sukuna, sacándole más gemidos a su mocoso. Su voz era preciosa cuando gritaba su nombre en la cama. Siguió metiendo y sacando su pene dentro del menor sintiendo sus paredes apretarlo. La emoción y la adrenalina corría por las venas de la maldición, que en un momento mordió con fuerza el cuello del menor sacándole sangre, saco la lengua y lamió la sustancia espesa y roja. En su lengua bailo el sabor exquisita del menor, le gustaba su sabor.

Yuuji había sentido la mordida y pego un grito por el dolor, a veces creía que Sukuna era un vampiro. Pues disfrutaba de beber su sangre, no en cada momento o encuentro en la cama, pero algunas veces sí. Aunque no le importó, tampoco era como si Sukuna se lo fuera a comer de esa forma. De hecho, ahora sentía la herida ser curada.
Lo que sí seguía sintiendo, era el pene moverse dentro de él, golpeando ese lugar que lo estaba volviendo loco y pidiendo por más.
Su garganta le comenzaba a doler por los gritos que estaba saliendo de su boca.

Con fuerza, Sukuna estrellaba su pelvis contra la entrada del menor. Abrió el kimono de la parte superior exponiendo los rosados pezones del menor. Acerco su boca y comenzó a lamer esos botones, sacando más gemidos al chico debajo de él.

– ¡Sukuna! ¡Más, más! – Yuuji sentía sus piernas dormidas y su respiración era muy irregular – ¡Sukuna-sama! Por, por favor más, adentro.

– Yuuji, nos casaremos pasado mañana – Sukuna anunció mientras movía sus caderas de una forma tan violenta.

Yuuji que trataba de mantener el control sobre su cuerpo, se descontroló al oír esas palabras. Lo dejaron fuera de la jugada, no podía acomodar sus ideas.

– ¡Sukuna! ¡Ryomen Sukuna, te amo! – chilló Yuuji al sentir su orgasmo llenar toda su mente y cuerpo. Su semen se esparció entre sus cuerpos y Sukuna dentro de él.

– Feliz cumpleaños – habló Sukuna, viendo al menor con los ojos llorosos, pero con una sonrisa.

Era el cumpleaños número 19 de Yuuji. Y, para Sukuna, el chico ya estaba listo físicamente para el matrimonio y después llevar a sus hijos en el vientre que le creará. Además era el sueño del niño unirse a él, y quién era él para no hacerlo.

– ¡Dios! Yo, no pensé, que, tú querrías hacer ese tipo de cosas – para Yuuji seguía siendo un sueño, no podía creerlo – siento que estoy soñando.

– Pero es verdad – Sukuna lamió el pecho del menor, saboreando el sabor salado del sudor – ya estás listo para unir nuestras vidas por siglos hasta la eternidad.

Sin poderlo evitar, Yuuji sonrió, eso sonaba bonito para él. Quería estar por siempre con Sukuna hasta el infinito.
Sin decir nada abrazo con fuerza a Sukuna, su corazón latía con mucha fuerza en su pecho, estaba muerto de nervios al pensar que pasado mañana unirían sus vidas, de sus ojos ámbar salieron varias lágrimas de felicidad.

Sukuna notó las lágrimas y la felicidad que despedía el menor. No dijo nada, solamente lo dejo ser feliz. Después hablaría con Uraume para que organizarán la ceremonia.

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Flores Amarillas // SukuItaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora