Capítulo 8

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Adolescencia

Por fin Megumi, Nobara, Tsumiki y Yuuji tendrían su primera misión solos. Era una misión fácil por lo que les habían dicho, la maldición era de nivel bajo, nada podía salir mal.

Los cuatro entraron e Ijichi puso la cortina oscura para evitar que los humanos normales vean.
Los chicos caminaron dentro de aquella fabrica abandonada, no tenían miedo pues a ésto se querían dedicar. Con cada paso que daban, ingresaban más a lo profundo de ese lugar, el aire se volvía cada vez más frío, la humedad se sentía demasiado, la oscuridad no les ayudaba mucho. Podían separarse, pero, era mejor si no, continuaron con el recorrido esperando ver algo entre tanta obscuridad.

Checaban habitación tras habitación, y nada, eso ya los estaba cansando, intentaron perseguir la energía maldita con uno de los perros divinos de Megumi, pero no hubo resultado alguno. Era muy escurridizo esa maldición y sabía esconderse muy bien, es como si se estuviera burlando de ellos.

Al entrar a una habitación, no sintieron nada, mucho menos cuando cayeron al piso de abajo en el momento que el suelo se abrió. Aterrizando de manera brusca en un suelo de color morado, de textura mocosa, Nobara hizo un gesto de asco. Entraron a aquella extensión sin darse cuenta y la maldición aún se escondía analizando sus movimientos.
Megumi veía a todas partes buscando su rastro, los perros olfateaban el lugar. Nobara saco su martillo, Tsumiki estaba alerta y Yuuji de igual manera.

Un ruido fuerte se escuchó, no se dieron cuenta del ataque, hasta que los hizo separase. La maldición se reía de ellos, tenía una apariencia morada y gelatinosa, parecía un muñeco de gel. Le agarrarían sino fuera porque otra extensión se creaba, era totalmente negro. Los cuatro se asombraron al ver que no era solamente una maldición como les dijeron, esa maldición oscura emitía demaciado energía maldita. Sus cuerpos se quedaron paralizados, se sentían apretados como si los estuvieran comprimiendo con fuerza. 

La maldición no esperó que los chicos atacarán, pues, los golpeó de una, los tumbaron al suelo, ese golpe les dolió, pero debían levantarse. Megumi y Nobara intentaron atacar a la maldición de aspecto morado. Yuuji y Tsumiki trataron de pelear con la maldición que era totalmente negro con apariencia humanoide.
Nobara y Megumi estaban dando lo mejor de sus habilidades, logrando que la maldición se doblegará por un momento, en cuanto lo lograron, aprovecharon que bajo la guardia para que los clavos y las mordidas hicieran daño.
Yuuji daba algunos golpes a la otra maldición, mientras Tsumiki lo distraía, aquella maldición se molestó con los cuatro chicos, se estaba hartando y comenzó a crearles alucinaciones donde se veían totalmente solos, sin nadie, con todas sus inseguridades. Cada uno trataba de liberarse, pero al ser apenas adolescentes aún no sabían manejar sus emociones correctamente. La maldición aprovecho para someterlos, dándoles una buena paliza.

Estaban acabados si alguien no rompía las ilusiones, sus mentes estaban tan confusas.
Tsumiki veía como su hermano se encontraba totalmente solo, sin amigos, cansado de vivir, no siendo feliz. Megumi veía a su hermana muerta por no ser más fuerte, su padre abandonando lo. Nobara viendo a su mejor amiga, Saori, sufriendo del peor bullying, y su voz no salía ni podía moverse para defenderla. Yuuji recordando la violación y como perdía a las personas que más quería. Todos deseaban despertar, esa expansión era tan oscuro que no podían ver absolutamente nada más allá de sus narices y sus inseguridades.

Entonces, un fuerte ruido los hizo despertar, la luz por fin se filtró, dandole a los niños un alivio a su alma.
Frente a ellos estaban los de tercero. Yuuji miró a Gojo tan tranquilo con una sonrisa burlona, tan fuerte y engreído como siempre.
No pudo controlar su corazón que latía con fuerza al verlo.

Flores Amarillas // SukuItaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora