Infancia
Los días se vuelven eternos cuando tienes tantas cosas en la cabeza. Cuando el miedo acecha, los días no son buenos. ¡Cuanto pesa los secretos!
Yuuji a pesar de todo intentaba sonreir para su familia, fingir que nada paso. Incluso, abusaba de la ignorancia para sentirse mejor.
— Dilo — esa voz volvió a escucharse. Aquella criatura que se proclamaba su hermano le repetía en cada momento que dijera lo sucedido a toda la familia.
Su corazón también se lo decía. Pero, el miedo no lo dejaba abrir la boca y sacar todo lo que su pobre alma sentía. Por el contrario, su hermano se veía normal, como si nunca hubiera sucedido nada, seguía su vida, saliendo con sus amigos y divirtiéndose con ellos. Eso le molestaba en lo más profundo de su ser y creaba un cierto enojó, que al final no duraba mucho.
Por primera vez, aceptaba que era un simple niño, que no comprendía el mundo. Sus ojos se llenaban de lágrimas y la culpa era tanta que no le permitía respirar con normalidad. Intuía que Shoso se daba cuenta de su actitud un poco cortante. De hecho, desde ese día, Yuuji ya no le dejaba que lo bañara, cambiará de ropa o entrara en su habitación. Cada momento que alguien estaba en casa cerraba con seguro su puerta y en el momento que nadie estaba, se sentía más libre de caminar por toda la casa y seguir con sus actividades.
Había algunas ocasiones dónde Esou intentaba besarlo, pero esquivaba los besos, que terminaban en su cuello. Esas actitudes le asustaban tanto que su rostro se veía molesto.
Las ganas de llorar jamás se iban. Entonces la voz volvía a repetir lo mismo, una y otra vez. Sin dejarlo dormir por las noches.
Cuando veía a sus padres sus labios temblaban de ansiedad, sus manos sudaban y estaban totalmente frías.Hasta que un buen día, que no pudo más con el peso sobre sus hombros, rompió su silencio. Aquella tarde se acercó hasta su padre que estaba sentado en la sala viendo la televisión.
— ¿Papá? — el pecho de Yuuji subía y bajaba rápidamente. Su corazón latía con una gran fuerza, que lo hacia sentirse mareado.
Su padre dejo de ver la televisión para prestarle atención a su hijo. Ese día pidió medio día libre, quería saber cómo la estaba pasando su pequeño — Sí...
Yuuji quería retroceder, inventar algo, volver a decir una excusa tonta. No estaba listo para decirlo. Su cuerpo se sentía más débil con cada minuto — Yo... — trago el nudo que tenía en la garganta. Kechizu le alentó para hablar en un susurro — verás, yo, eh... Kechizu, Kechizu me dijo que dijera la verdad — todo su cuerpo estaba temblando, su rostro estaba perdiendo color — me dijo que te dijera la verdad. Papá, Esou, me beso en los labios y me tocó en ciertas partes que me hicieron sentir incómodo... Y metió su... Cosa en mí... — sin poderlo evitar comenzó a llorar por la vergüenza que sentía decir esas palabras — ¡Perdón! ¡Dijo que debía ser un secreto, pero..!
Su llanto comenzó a hacerse más fuerte en cada minuto que pasaba. Su cuerpo tuvo espasmos y su rostro se llenó de lágrimas que corrían por sus sonrojadas mejillas. Con sus manos intento cubrir su rostro de vergüenza. No planeaba decirle a nadie, pero ya no podía más con aquel secreto.
Su padre se quedó callado por varios minutos. No podía procesar todo lo que le estaba diciendo su pequeño hijo. Yuuji nunca mentía, era un niño honesto, que decía la verdad. Su pecho le dolió tanto, era como si le hubieran apuñalado directamente el corazón.
Se levantó con mucho esfuerzo, no le importó que se le cayera los lentes y abrazo a su hijo con fuerza — Yuuji, todo está bien, no te preocupes, debías decirlo. Nadie se molestará contigo por decir la verdad. Esou recibirá un castigo.Sin importar nada más, Yuuji lloro con todas sus fuerzas, aferrado a la espalda de su padre, y se quedó dormido en sus brazos. Jin, por su parte veía a su otro hijo. Éste estaba callado, sabía que hizo todo lo que pudo por cuidar de Yuuji, quizás no logro evitar lo sucedido ya que Esou era más fuerte y lo sometió con facilidad.
En toda la tarde no despertó a su hijo, se veía tan cansado, quizás no durmió varias noches. No se quiere imaginar por cuantas semanas o meses guardo el secreto.
Por las seis de la tarde se abrió la puerta principal. Shoso y Kaori habían entrado por ella, ambos con bolsas de compras. Se asombraron al ver al padre de familia ahí, con Yuuji dormido en sus brazos y Kechizu a un lado de él, con un rostro serio. El ambiente era lúgubre.Con muchas dudas Kaori se acercó a su esposo — ¿Qué pasa? — presentía dentro de su pecho, que algo andaba muy mal.
— Quiero que se sienten — fue todo lo que dijo el señor Jin.
Los dos sin decir más, tomaron asiento en el pequeño sofá.
Jin no sabía por dónde comenzar, sentía tantas ganas de llorar, no se sentía capaz de hablar — Esou, él hizo algo muy malo... — bajo el rostro para mirar a Yuuji.
— ¿Qué tan malo? — preguntó la mujer de pelo negro, siguiendo la mirada de su esposo. Su mente comenzó a pensar de más... No, no quería creerlo. Sus labios temblaron de nervios.
Shoso también comenzaba a sospechar y analizar las expresiones de su padre. Estaba pensando muy mal.
— Él... Abuso sexualmente de Yuuji — esas palabras salieron como balas impactando en el pecho de su hijo y esposa.
Kaori incluso se hizo hacía atrás, medio acostándose en el respaldo del sofá, buscando aire. Shoso se llenó de enojó, no podía entender qué hizo a su hermano llegar a hacer eso. Todo su mundo se estaba haciendo trizas. Apretó los puños, sus ojos se le llenaron de lágrimas, que caían sin permiso. El arrepentimiento lleno su pecho, tenía todos los indicios y no lo notó.
Paso una hora y la puerta se abrió, las calles estaban casi a oscuras siendo solamente iluminadas por los focos. Esou entro por la puerta totalmente tranquilo, despreocupado.
Apenas cerró la puerta y recibió un golpe en la mejilla por parte de Shoso. Que se veía furioso, alterado, con un rostro tan enojado. Seguía golpeándolo, pero Esou no se iba a dejar así de fácil y respondió a la agresión.La madre intervino, y como pudo separó a sus dos hijos.
— ¡Shoso, llévate a Yuuji! — fue todo lo que dijo la mujer.
Shoso con rapidez tomó entre sus brazos a Yuuji, quien ya había despertado y veía toda la situación aterrado. Su cuerpo temblaba de miedo, el pánico pintaba su rostro. Shoso lo abrazo y se lo llevó a su propia habitación. En cuanto entraron cerró la puerta.
— Todo está bien — el mayor abrazo con fuerza al más pequeño, su bebé.
— No tengas miedo, hiciste bien — habló Kechizu. Acariciando el suave cabello del menor.
Yuuji asentía con la cabeza mientras lloraba de nuevo. Los gritos abajo eran más fuertes.
— ¡Por dios, Esou! ¡¿Cómo pudiste, es tu hermano?! — gritaba alterada Kaori.
— ¡¿A caso no piensas?! — el padre estaba alterado de igual manera — ¡Es un niño de seis años, ¿Cómo fuiste capaz?!
Esou se escudo con la frase de que estaba ebrio, que no lo pensó bien. Que no fue su intención.
— ¡Nada de lo que digas sirve de nada! — la madre golpeó la mejilla de su hijo. Estaba tan molesta que no podía ver el rostro de su hijo, sin querer golpearlo con todas sus fuerzas.
En otro lado, Yuuji se aferró a sus dos hermanos. tenía miedo de soltar sus únicos soportes. Sus lágrimas seguían fluyendo. Por una parte sabía que hizo lo correcto, pero por otro le dolía escuchar como sus padres regañaban y golpeaban a su hermano. Tenía sentimientos muy encontrados.
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Hay que creerles a los niños, jóvenes y adultos en estos casos, hasta que se demuestre lo contrario.
Hasta la próxima.
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Flores Amarillas // SukuIta
FanfictionYuuji era dulce, tierno, amable, gentil, entre más cosas buenas. Un niño feliz y lleno de vida. Pero, la vida no es exactamente amable. Hay sucesos que marcan la vida y el alma de una persona. Todo por la maldad de otras personas. Y Yuuji tendrá...