Capítulo 26

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Adolescencia

Yuuji caminaba por los pasillos del palacio con una charola de plata en sus manos, llevando con una sonrisa la comida para Sukuna, que lo esperaba en lo que era la biblioteca.
Hoy el menor se esforzó en hacer la comida, haciendo su platillo favorito.

Al llegar a la puerta, tocó tres veces anunciando que había llegado – Sukuna – abrió la puerta, entrando y viendo a la maldición leer un pergamino no tan viejo. Yuuji dejó en una mesa la comida – ya está la comida. 

– Bien – fue todo lo que dijo Sukuna, siguiendo con la lectura, que al parecer era muy importante.

Yuuji sonrió al ver su rostro serio y concentrado, siempre se veía aburrido o se burlaba del sufrimiento de sus víctimas, ahora se veía tan serio prestando atención.
Se paseo por el lugar con tranquilidad, acariciando la suave tela de su Kimono azul con las típicas flores de cerezo. Tomó un pergamino y lo abrió para ver el contenido, se sentó en un enorme cojín. Ojeó todas las imágenes, una le llamó la atención, y le dio risa la similitud que tenía con un personaje de Dragón Ball. Sin poderlo evitar, su risa se escucho por todo el lugar.

– ¿Te diviertes? – preguntó Sukuna, comiendo lo que Yuuji hizo. 

Yuuji dejó en el suelo el pergamino enrollado, se acostó por completo sobre el cojín – Sí, la verdad sí – le sonrió a la maldición. Estaba feliz de ver que le gustará su comida.

– ¿Ya te aprendiste la técnica: Destello Oscuro? – Sukuna seguía comiendo.

– Ya, aunque me falta practicarlo mejor – reflexionó el menor, viendo el techo.

Sukuna terminó de comer, se levantó y volvió a su lugar para seguir leyendo – ven.

Sin oponerse, Yuuji se levantó y caminó al lado de Sukuna, se sentó junto a él en otro cojín. Desde ahí podía ver lo que leía, pero prefirió ignorarlo y observó los diferentes dibujos de un libro.

Sukuna reanudó su lectura, paso horas y horas leyendo en silencio, que en un momento sintió el cuerpo del menor caer en su brazo derecho. Yuuji se quedó dormido sobre él, lo observó por un momento, admirando su rostro y lo bien que se veía.
Lo acomodó para que su cabeza quedará en su regazo, lo dejaría dormir mientras el terminaba de leer.

Pasaron unas tres horas, cuando Uraume le aviso que se acercaban hechiceros de Tokio y Kyoto. Eso le molestó, no tenía ganas de estar matando a seres débiles. Y, mucho menos lidiar con Gojo, debía estar aún resentido por sus palabras. Todo era un fastidio.
Despertó a Yuuji haciéndolo a un lado y se levantó para salir a recibir a los molestos invitados.

– ¿Sukuna? – Yuuji lo vio irse, tenía un poco de sueño, pero se obligó a despertar por completo. Imitó al mayor e intento salir – ¿Qué pasa? – preguntó a Uraume que lo sostenía del brazo, evitando que saliera.

– Tus amigos han llegado, y no puedes salir hasta que Sukuna–sama lo diga – con esas palabras sabía que nada iba salir bien.

Yuuji no quería quedarse ahí sin hacer nada. Pero, ¿A quién debía proteger? Estaba entre la espada y la pared.
Por un lado estaban sus mejores amigos, que lo querían y por otro Sukuna, quién a pesar de ser un ser malvado, le ha regalado una oportunidad de por fin ser feliz.

Su corazón se alteró cuando escucho la pelea que estaba ocurriendo afuera. Gritos, ruidos de destrucción, amenazas de parte de los dos bandos y sentía como el palacio era destruido en una parte.
El menor sentía ganas de ver que tan mal estaba todo.
Sin esperar una aprobación corrió hasta la entrada, saliendo del palacio maltratado.

Flores Amarillas // SukuItaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora