3.- Interrupciones.

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- ¡Armando! – Dijo una voz conocida a su lado. - ¡Caramba! ¡Qué dicha conseguirte por aquí…! - Armando cerró los ojos frunciendo el ceño. Había reconocido aquella voz. Se separó un poco de Betty, pero sin soltar su mano, se volteó a encarar a aquella molesta presencia.

- Lamento no poder corresponder tu dicha, querida Moniquita  - Le dijo, con notable sarcasmo que rayaba en ira en la voz, a Mónica Agudelo.

- Ay Armando, no me digas que interrumpo… no lo creo, ¿verdad? Seguro estás en una cena de negocios... ¿Y dónde dejaste a Marcela? – le contestó con malicia.

- Me parece muy extraño que alguien como tú esté tan desinformada, Mónica. – le dijo ladeando la cabeza. - Gracias a que eres la reina del chisme deberías estar más que informada de que Marcela y yo nos separamos hace tiempo ya, por lo tanto te recomiendo que cambies tus fuentes y busques chismes en otra parte... Y por cierto, sí interrumpes.- Cortó tajante Armando.

- Armando, no me tienes que contestar así, tu sabes que Marcela es gran amiga mía, y la verdad es que tengo tiempo que no se de ella… - Pero Armando volvió a voltearse hacia Betty apretando los ojos y tocándose el entrecejo con el índice y el pulgar, dándole la espalda y dejándola con la palabra en la boca. Por lo que Mónica se dio la vuelta y se fue casi haciendo un berrinche.

Cuando Armando respiró y volvió a abrir los ojos, se encontró con la mirada divertida de Betty que lo veía conteniendo una risita. Dentro de todo, este era el Armando que conocía Betty, sabía qué esperar o cómo manejarlo, y sin embargo, verlo tan dócil y de pronto controlando su enojo para no gritar, era algo que le causaba mucha gracia, era como ver al Armando de hace mucho tiempo queriendo salir. Armando por su parte, al ver a Betty divertida fue como si le cayera rocío fresco a su repentino enojo, no pudo contener sonreírle y haciéndose el ofendido le pregunto:

- A usted le causa mucha gracia esto, ¿verdad? ¿Sabe que yo estoy intentando hablar seriamente con usted? – A lo que Betty terminó por soltar su risa característica y Armando no pudo más que unírsele.

En ese momento llegó el mesero con la copas de agua, las dejo rápidamente frente a cada uno y se retiró diciéndoles que estaría atento a sus órdenes. Ambos bebieron un sorbo de agua y Armando aprovechó para ponerse serio nuevamente.

- Betty, en verdad quiero que sienta la diferencia, esa producto de lo que yo logré reconocer tiempo después. Quiero aclararle ahora que lo pude analizar sabiendo lo que me sucedía, que cuando estuvimos aquí aquella vez, yo no sentía vergüenza por usted o su apariencia, lamento haber sido un hombre tan superficial en un principio… fue completa inmadurez, pero su llegada a mi vida me demostró cuán equivocado estaba. Usted me cambio. Usted es el ser más hermoso que he conocido, dulce, leal, correcto, con principios, abnegada, trabajadora… - A Betty se le volvieron a subir los colores al rostro sin poder evitarlo, sólo de escuchar el tono de voz de Don Armando al describirla.

- Doctor… por favor, está exagerando…

- Betty, ¡me quedo corto con lo que estoy diciendo! La falta de asesoría en su apariencia era sólo un obstáculo tonto que la sociedad no perdona, pero aquí está usted, radiante, hermosa, demostrando que sólo cambiando unas pocas cosas, usted podía revelar toda la belleza escondida que traía siempre consigo. Y aún así, usted me enamoró antes de eso, con sus gafas enormes, sus ropas grandes, su cabello crespito, crespito, crespito y su capúl. – sonrió Armando al recordar a esa Betty que parecía lejana. – Me alegro tanto de que esos pequeños cambios que hizo con Catalina en Cartagena le hayan dado más seguridad, ha sido un placer verla evolucionar, así fuese desde lejos; ¡esa vez en la que dejó frío a Hugo Lombardi en la sala de juntas jamás la voy a olvidar! – Ambos se rieron. - ¿Cómo fue que le dijo? “La cabecera de la mesa está donde yo esté sentada", y ahí quedo Huguito frío! – Volvieron a reír , luego ambos bebieron un sorbo de agua para aclarar la garganta.

Finalmente JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora