32.- (+18🔥) Toda La Noche.

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Si bien su confesión le imprimió ternura y bajó esa explosión inminente de querer poseerla enloquecido, su deseo nunca lo abandonaba, al contrario, aún se encontraba al límite. Sabía que se retaron, a sabiendas o no, a un juego donde él quería ganar. Sabía que le debía respuestas a sus palabras, pero era hora, por un lado, de premiar toda la valentía que había tenido ella esta noche, y por otro lado, vengarse de haberlo puesto contra la pared. Se sonrió de lado y continuó diciéndole.

- … Entonces dime, viniste decidida, ¿a qué?... ¿qué esperas ahora?

- Ser tu mujer…

Armando entró brevemente en cortocircuito mental por un segundo, pero cayó en cuenta de que se refería a ese momento, a ser suya. Volvió a sonreir jugando con su lengua dentro de su boca.

- Has llevado el mando hasta ahora, ¿vas a continuar o regresó la Betty tímida…?

- Creo que perdí el impulso… - reconoció Betty, sintiéndose desconcentrada luego de que Armando la hubiese interrumpido de lo que hacía.

- Y tan bien que iba… - se sonrió él entrecerrándole los ojos.

- No fue mi culpa… - se hizo la desentendida, lo que tomó como reto.

- Tendré que hacer un esfuerzo… supongo que es mi turno ahora.

Se levantó lentamente de su cuerpo sin dejar de verla a los ojos mientras sus manos se deslizaban acariciando sus brazos, sus costados, sus caderas, hasta quedar de rodillas frente a ella entre sus piernas. Ella se sentía vulnerable frente a esa mirada que le daba, pero continuó en su ánimo de no amilanarse esta noche, esta noche sería su noche, por lo que se quedó inmóvil pero con su vista fija en los ojos de él.

Armando quiso retarla y ver a cuánto estaba dispuesta, sabía que había regresado a ella cierta timidez, por lo que se atrevió a detallar su piel y sus esquinas con sus ojos y sus caricias, sabiendo que eso hacía que se contrajera en sonrojo. Pasó sus manos suavemente por su abdomen liso interrumpido solo por su pequeño ombligo, acaricio su cintura pequeña deleitándose en su estrechez, se deslizó suavemente por sus costados y bordeó sus senos, sus latidos aumentaban nuevamente mientras observaba su piel alternando a sus ojos, sorprendido de que ella aún mantuviera la vista en sus ojos con apenas un leve sonrojo. Acarició entonces la punta de sus senos con la yema de sus pulgares mientras envolvía sus senos con sus manos, observando como sus puntas se ponían duras a su tacto, sintiendo como esa imagen sola le hacía palpitar su intimidad. Se contuvo de besar sus senos, este era su juego, lo alargaría todo lo que pudiese, trató entonces de retarla de forma más directa acariciando con sus manos de vuelta a sus caderas, sólo se podía admitir a si mismo que la suavidad de su piel lo iba poniendo mal, pero por fuera se mantenía sereno con una sonrisa casi imperceptible en los labios sin dejar de verla a los ojos.

Pasó entonces sus manos por la parte interna de sus muslos acariciando con sus pulgares justo el lugar donde sus piernas se unían a su cuerpo, sólo en ese momento, sintió que ella se sobresaltó, pero volvió a relajarse de inmediato controlando la tensión, vio su rostro y sus carnosos labios estaban entreabiertos, sus ojos ya no sólo estaban sobre su mirada, sino que estaban recorriendo su torso, comenzaba a respirar más agitado, lo notaba por como se movía su pecho, “Bien, así es como te quiero…”, pensó que el juego empezaba a inclinarse a su favor.

Deseó no sólo sentirla, sino aprovechar su posición para ver lo que le hacía, así que suavemente deslizó sus dedos a la parte más íntima de sus ser, encontrándola por completo húmeda, y sin darse cuenta el mismo perdió esa cara de póker que quería mantener, entreabrió su boca y mordió su labio mientras jugaba con los labios de la entrada de su ser con sus pulgares en movimientos circulares. Cuando volvió a ver su rostro, ya ella había cerrado sus ojos y se aferraba con una de sus manos a la almohada más cercana. Su miembro palpitaba en tensión , “espera un poco más, espera…” se regañó mentalmente tratando de alargar más el momento. Separó entonces sus labios y encontró ese pequeño botón de placer, sus dedos se deslizaban sobre el debido a la humedad propia de ella, y eso lo excitaba más, sentía como el botón se iba tensando al paso de sus dedos y veía como su piel se iba sonrojando. Pensó que sería otro reto para ella, cuando la verdad es que la humedad de su intimidad lo estaba llamando haciéndose un reto para él, sin pensarlo mucho decidió continuar acariciando su intimidad pero con su propio miembro. Lo dirigió a sus labios con su mano y a penas se deslizó, ambos se tensaron, se dio cuenta que eso sólo lo hacía querer penetrarla de inmediato, se contuvo concentrándose en serio, pero no dejó de frotar sus intimidades como si estuvieran besándose y reconociéndose.
Sintió ese impulso delicioso de querer mover sus caderas al ver que ella se estaba abandonando a sus sensaciones, por lo que la tomó de sus caderas para elevar su pelvis, y moviendo sus caderas siguió frotándose contra ella. No perdía de vista su intimidad, ver como sus pliegues lo abrazaban era excitante, pero cuando la escuchó exhalar con fuerza fue que se percató en que punto la tenía a ella. Su morbo se encendió aún mas al sentir como ella empezaba a tensarse, tan delicada y sensible que ese roce la estaba llevando al límite del placer. La complació entonces presionando más contra ella, tratando de que el roce se concentrara en ese punto de placer y aumentó la velocidad, y justo cuando ella empezó a moverse de forma involuntaria, tomó sus caderas en peso, elevó su pelvis y acortó la distancia hasta su boca para que culminara su explosión con los movimientos de su lengua sobre su intimidad, ella se puso una almohada sobre la cara para ahogar su grito de placer sin mucho éxito. “Punto para Armando…” pensó él satisfecho.

Finalmente JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora