14.- Brindis por lo que falta.

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Ambos se quedaron dormidos sin darse cuenta. La tarde pasó y su siesta fue profunda y placentera. Sin embargo el primero en despertar fue Armando debido a un rayo de sol de la tarde que empezó a cruzar por entre las cortinas oscuras de su habitación. Ver el rostro de Betty dormida en sus brazos era lo más hermoso que había visto en su vida, tan plácida y bella.

Se levantó con mucho cuidado de no despertarla, la temperatura comenzaba a bajar por lo que la cubrió mejor y cerró mejor las cortinas para que no se despertara. Tomó ropa y se vistió casual, fue al baño, recogió su ropa del piso y luego en el mesón la de Betty, sintió un peso en el estómago al ver la ropa de interior blanca de ella sobre el resto de la ropa y sonrió, tomó las gafas y antes de ir al lavadero las dejo en la mesita de noche al lado de Betty. Recogió la ropa que quedaba en la habitación y salió de prisa aún descalzo a colocarla a lavar poniendo productos desmanchadores que ni conocía bien. Se dirigió entonces a la cocina, puso a preparar un café y se sirvió un vaso de agua, pensó que ella podía despertar también con sed y dejó un vaso en la encimera para llevárselo luego. Se apresuró a terminar de recoger la cocina y puso a calentar la comida a baja intensidad. Busco en los gabinetes unas velas y tomo platos y cubiertos para arreglar la mesa. La dejó lista y encendió las velas en un comedor oscuro por las persianas colocadas. Al regresar a la cocina, el café estaba listo y la comida ya estaba burbujeando, calentó entonces la pasta pasándola por agua caliente y rápidamente buscó otra botella de vino y copas. Riéndose porque estaba apurando y enredando se con las cosas que hacía, coló nuevamente la pasta y la dejó tapada, llevo las copas y la botella a la mesa y regresó corriendo nuevamente a la cocina, sirvió una taza de café y el vaso de agua y nuevamente regresó a la habitación.

Betty empezó a despertar, estaba un poco desorientada, al abrir los ojos miró a su alrededor y no vio a nadie, al ver hacia un lado vio las gafas sobre la mesita y se las colocó. Se dio cuenta que aún estaba desnuda y volvió a mirar alrededor cubriéndose con las mantas. Detalló entonces la habitación de Armando. Igual de sobria que el baño, de paredes gris perla con muebles oscuros casi negros, un gavetero con 2 o 3 botellas de perfume a lo mucho sobre el, y en una esquina un espejo alto de pie. Hacia el otro lado había un mueble de dos puestos cerca de la ventana que cubría toda una pared, con cortinas oscuras que tapaban toda la vista. La cama era amplia, la más amplia que había visto, con sábanas blancas, mantas grises y un cubre camas un tono más oscuro de gris, todo se veía esponjoso y cómodo. Al fondo, el vestier de Armando y la puerta del baño entreabierta…

Justo ese momento entró Armando, cuando la vio despierta sonrió y apuró el paso para llegar hasta ella.

- No sabía que le provocaría al despertar… - le hablo bajito con una sonrisa de medio lado. – Le traje un poco de café recién hecho y un vaso de agua.

Betty sonrió ampliamente al verlo cerca con esa sonrisa divina. Se percató de que se vistió diferente, tenía puesto un jeans oscuro y una camisa gris muy clara con las mangas dobladas y un par de botones desabrochados…

- El agua estaría perfecta, gracias, mi amor. – le dijo desde el alma sin darse cuenta. Armando se derritió por completo con un ladrillo en el estómago, sonriendo con los pómulos hinchados.

- No… no, no, no… me morí!... Me morí, me morí! ¿”mi amor"?, ¿en serio?... que divino que suena eso… - La besó en la boca, por la mandíbula, en su cuello… ella sonrió al darse cuenta…

- Eso es usted… es “mi amor", siempre lo ha sido aunque yo me lo haya querido negar. Me hace sentir tantas cosas! Y todo lo que ha hecho, me hace sentir en las nubes… - Armando la interrumpió.

- Usted sabe por qué se siente en las nubes? Porque es que yo me las estoy llevando conmigo, mi amor, porque yo estoy es por allá, por la estratósfera, nada más con usted a mi lado, Betty. – Le dijo cerquita del rostro y volvió a besarla. – Venga, tome un poquito de agua, yo también desperté con sed… - y le pasó el vaso. Mientras ella daba un sorbo, continuó. – Mi amor… y ya que nos estamos llamando “mi amor", ¿usted no cree que pudiéramos llamarnos de “tú" en vez de “usted"?... – Betty le pasó el vaso, casi había tomado la mitad de él, y sonrió.

- No me presione, Doctor… le dijo dramáticamente en tono burlón y ambos se rieron. – Mire que el “Armando” aún me cuesta un poquito. – Armando la miró con un puchero finjido y ella volvió a reír. – Pero le prometo hacer lo mejor posible con respecto a eso.

- Me encanta! – sonrió Armando. – Dicho esto, déjeme que le diga… – Volvió a sonreír tontamente continuando con el formalismo. – que pretendo compensar los dos días que no le permito probar bocado. – Se levantó y fue a paso apurado hasta el baño, tomo la bata de baño y regresó. – Venga, póngase la bata y vamos a comer.

- Pero Armando, así?- dijo señalando la bata.

- Si, ¿y cuál es el problema? Divina que se verás con esa bata caminando por mi casa así tan cómoda. Déjame soñar que pertenece aquí, a estas paredes, ¿si?

“Ay tan divino! Como si me pudiera negar a una petición tan si quiera!” pensó Betty y le sonrió. Armando sonrió más amplio entendiendo que la sonrisa de ella era su aceptación y le pasó la bata por los hombros, la ayudó a levantarse mientras ella se cubría con algo de vergüenza, volviéndolo a hacer sonreír por su inocencia descarada. La ayudó a amarrarse la bata y la tomó de la mano caminando a su lado yendo hasta el comedor. Betty quedó enamorada de lo linda que vio la mesa, todo arreglado. Armando le retiró la silla de la cabecera de la mesa y la ayudó a sentarse, le dio un beso en la frente y fue a la cocina a servir los platos, “Regresó rapidísimo" pensó Betty mientras él colocaba los platos en los respectivos puestos, tomó la botella de vino, y descorchándola sirvió las copas. Le ofreció la copa a Betty para que la tomara y sentándose tomo la suya y la alzó.

- Betty, quiero confirmarle que me siento feliz, feliz como nunca antes. Estoy feliz… parecen dos palabras sencillas, pero son muy difíciles de describir si trato de decirle como se siente aquí dentro – dijo tocando con la otra mano su pecho. – Y la razón es usted, que tampoco es sencilla de describir, tratando de definir, no solo todos sus dones, sino todo lo que usted me da sólo con la oportunidad de hacer las cosas de la forma correcta, de borrar todo lo que hice mal haciendo todo de la forma en que usted siempre ha merecido. Por eso quiero brindar primero, por usted, la dueña de mi corazón y la razón de todo lo que deseo de aquí en adelante. Brindo por nosotros, porque esta oportunidad nos lleve a mucha más felicidad juntos de la que hemos vivido en apenas dos días. Brindo por esta tarde juntos, por este momento que vivimos hoy y ahora, y brindo por nuestro futuro juntos, que vaya mucho más lejano de lo que podemos imaginar hoy. – Culminó sonriente levantando más su copa.

- Salud! – Dijo Betty sonriendo tocando con su copa la de Armando. – Gracias Armando. Casi no me deja brindar por nada a mi – Se río. – Pero olvidó brindar por usted mismo. Brindo entonces yo por usted y por todas las sorpresas que me ha dado siendo tan dulce, generoso, cariñoso, protector, detallista… tan divino!! – y tocó nuevamente la copa de Armando viendo como él sonreía de lado. Y agregó.  – Ah! Y brindo por esos hoyuelos de su sonrisa que me enamoran… - y volvió a tocar las copas mientras Armando se reía parpadeando lentamente y mirando hacia otro lado.

Comieron entonces animadamente. A Betty la comida le apareció absolutamente deliciosa, parecía de restaurant y comió con rapidez porque su cuerpo le pedía alimento, llevaba dos días sin comer bien. Armando no sabía si la comida estaba buena o era el hambre que lo atacaba, y se río para sus adentros. Ver a Betty en su mesa vestida con la bata de baño le parecía una visión magnífica, tan familiar, tan natural, incluso con su cabello aún en un moño despeinado se veía hermosa.

Entre ambos recogieron la mesa, y aunque Armando no quería, Betty se impuso para fregar la vajilla con él a su lado viéndola. Sirvió las últimas dos copas de vino de la botella para ambos y recordó en ese momento la ropa de Betty, afortunadamente ya está lista en su lavadora secadora de última generación, “perfecta para un hombre soltero" se río. La llevo a su habitación y la colocó sobre la cama, se percató de todo el desorden y se sintió feliz, “quiero esto", pensó. Regresó con Betty que había terminado con la vajilla y le dijo que ya su ropa estaba en la habitación lista, la acompañó y en vez de entrar con ella, cerró un poco la puerta y volvió a la cocina a revisar el celular por si tenía llamadas perdidas mientras la esperaba. Al percatarse de que se estaba tardando, regresó al cuarto, tocó antes de entrar y vio a Betty ya vestida y terminando de arreglar su cama.

- ¡¡Pero Betty!!... ¿cómo se puso a hacer eso? – le dijo sorprendido llegando hasta ella.

- ¡Ay! ¿Y cómo cree que le voy a dejar la cama en ese estado?

- ¿Y en qué estado, según usted, estaba? – le pregunto divertido mientras la tomaba de la cintura.

- Bueno, toda desordenada. Quería que la encontrara linda cuando fuese a dormir esta noche…

- ¿Y es que usted no sabe que linda ya estaba así de desordenada porque me recordaba que usted estuvo en ella conmigo haciendo cosas deliciosas? – le contestó contra su boca, besandola y abrazándola mientras la empujaba hacia la cama para volver a recostarla. Ella se río abrazándolo.
La beso con dulzura, con alegría, pero trató de no quedarse mucho en ese juego porque sabía que luego no podría parar…

- Mejor nos terminamos de arreglar, Betty, o no le aseguro que llegue a tiempo a su casa. ¡Y mire que tengo una promesa que cumplirle a su papa…! No le puedo faltar en el primer día. – le dijo levantándose con ella.

- Tiene toda la razón, Doctor. – le contestó divertida.

Armando buscó sus zapatos y Betty se colocó la chaqueta de su traje. Revisaron si les faltaba algo y salieron felices. Abajo, Armando trato de buscar con la mirada al portero sin conseguirlo, “Se salvó”, pensó, pero seguramente a su regreso ya tendría la oportunidad de decirle sus cosas. Entraron al auto y nuevamente Betty se acurrucó en el pecho de Armando mientras el manejaba, escuchando el mismo disco a un volumen muy bajo. Nuevamente llegaron a casa más rápido de lo que ambos hubiesen querido, pero aliviados a su vez porque llegaron temprano para evitar problemas con su papá.

- Betty, perdóneme que no me vaya a bajar a dejarla en su puerta, pero como tengo otra ropa puesta, prefiero evitarle suspicacias con su papá.

- “Piensa en todo" – Pensó Betty. – Claro, no se preocupe. – le contestó sonriendo y se abalanzó sobre su boca abrazándolo por el cuello, ante un Armando sorprendidamente  divertido que respondió a su beso. – Gracias Armando, ¡gracias por esta tarde tan divina! – le dijo al termina de besarlo.

- Gracias a ti, mi amor, por la dulzura de complacer los caprichos de este loco - le contestó con esa sonrisa que le hinchaba los pómulos.

Ella lo volvió a besar antes de voltearse sonriente para abrir la puerta del auto, pero el la tomó del brazo y la halo hacia él nuevamente para un último beso de despedida. Dándole una caricia en el rostro, abrió entonces la puerta, salió y camino hasta la puerta de su casa casi saltando de alegría, antes de abrir se dio la vuelta para verlo, ahí estaba sonriente, ella le lanzó un beso y moduló con sus labio un “hasta mañana" agitando su mano, él hizo lo mismo guiñándole un ojo, no quería entrar a su casa pero se tuvo que obligar sin poder quitarse la sonrisa de los labios. Al cerrar, escucho el carro avanzar con las manos sobre el pecho y una sonrisa tonta. Don Hermes escuchó la puerta y la llamó.

- ¡Betty! ¿Ya llegó?

- Si papá… - le contestó desde la puerta sin quitar la sonrisa.


- Caramba, llego temprano. Me sorprende Betty, ¡me sorprende! – salio riéndose  de la sala. – ¡Ese Doctor Mendoza sí tiene clase! Un hombre correcto… ¿Y a usted que le pasa que tiene esa cara? – le preguntó cuando se percató de la sospechosa alegria.

- ¡Naaaaada papa! – Y se río ahora ella. – Es que hoy me fue muy bien… conseguí excelentes costos de materiales hoy para la nueva colección…

A Don Hermes le siguió pareciendo extraña la sobrexaltada alegría, pero como él no entendía de colecciones ni materiales, lo dejó así y se volteó a volverse a sentar a leer el periódico o en la sala, al tiempo de que su mamá iba saliendo de la cocina. Doña Julia también se percató de la cara de Betty que se dirigía al comedor a dejar su cartera, pero su mamá la conocía mejor…

- ¿Qué fue, mija? ¿Cómo me le fue hoy? – Le pregunto sonriente.

- Divino, mama…  divino! – le dijo en voz baja. – ¡El Doctor Armando se ha portado tan dulce conmigo!, y las cosas que me dice… - Le dijo cerrando los ojos.

- Ay mija, ¡qué bueno verla así de feliz! ¿Entonces ya se le quitó el miedo que cargaba?

- Bueno mamá, miedo como tal, pues yo no sé, es muy pronto, pero hoy me siento feliz, feliz, feliz!

- Pues ya lo veo mi Betica, si parece una niña… - Se río Doña Julia. – me contenta mucho que se esté portando bien Don Armando, así es que se tiene que reivindicar, haciéndomela feliz… que no se quedara sólo en pedir disculpas…

- No mamá, de verdad que no se queda sólo en eso… fíjese que en la mañana me llevó a desayunar porque no quería que yo desayunar en el cafetín – le dijo más bajito. – y me llevó a una restaurante de lo más bonito con desayunos finos, y andaba todo preocupado porque yo no me había soltado, pues, y usted sabe que yo además soy medio despistada para unas cosas, y él todo galante y yo no le daba muestras de que me gustaran sus cortejos y sus palabras y lo que me había dicho, y pues ese hombre se puso a hacer casi un berrinche de niño – se río al recordarlo. -lo hubiese visto mamá y se rie…

- Ay Betty, pero si a usted le gusta y él se porta tan bien, no lo haga sufrir tanto- Se río poniéndose la mano en la boca.

- ¿Qué tanto cuchichean allá atrás las señoras? – grito Don Hermes desde la sala.

- Nada mijo, aquí hablando de la cena… - Le respondió aguantando la risa Doña Julia mientras Betty se tapaba la boca riéndose, y después le contestó a su mamá muy bajito.

- No mama, me tocó calmarlo y ya después hoy se relajó y me trató todo el día como una princesa.

- Y la mancha de la falda mija? ¿Con qué se la hizo? – A las madres no se les escapa nada, pensó  Betty.

- Ah, no mamá, esto fue en el almuerzo, en la oficina, usted sabe, nos quedamos y en la incomodidad de la oficina pues me ensucie, pero las muchachas allá me ayudaron.

- Ah bueno mija, yo se la dejo como nueva. Si quiere cámbiese y baja a cenar…

- Noooo mamá, yo la verdad aún estoy full del almuerzo, mejor si me cambio pero para darme una ducha y acostarme temprano…

- Pero mija, hoy tampoco va a cenar?

- No mamá, tranquila, estoy bien… - le dijo ya subiendo las escaleras,  un poco para huir de los comentarios de su mamá no fuese a dar con la verdad…

Se cambió, se dio un baño lavando su cabello, y entró a su cuarto para darse un cariño a si misma antes de acostarse, secando su cabello y masajeándose con crema, recordando las manos de Armando en su piel y toda la tarde que vivió con él.

Armando ya había llegado a su apartamento otra vez. Se sentía sólo sin Betty en él. Se paró en la puerta de la cocina y la extraño ahí parada, con su dulzura y su torpeza, con su disposición y su inocencia. Fue al comedor y la recordó sentada en la mesa con la bata de baño, comiendo y brindando por él. Se fue entonces a dar un baño, y al mirarse al espejo sonrió recordándola desnuda en su ducha. Se desvistió y entró en la ducha, sintiéndola más grande, “no, obviamente no es más grande, está más vacía…” pensó. No podía estar en ese lugar sin recordar la mirada de Betty viéndolo de espaldas mientras el agua caía por su cuerpo “Perverso ángel, o dulce demonio… como sea enamora". Se quedó sólo lo justo, salió y se paró nuevamente frente al espejo, mientras se secaba y se peinaba pensó en que aunque se sentía un poco triste por la ausencia de Betty, su cara se veía feliz, se encontró sonriendo mientras pensaba en ella frente al espejo. ¿Cuánto más lo cambiaría? Se quedó pensando mientras iba a la cama, hasta ver la cama arreglada era obra de ella, quien antes de arreglarla había estado bajos sus sabanas… “No, no, no… deja tranquilo ese recuerdo y no lo escarbes!” se bromeó a sí mismo. Quizás si leía un libro despejaba su mente de esa sensación extraña entre alegría y nostalgia… pero no pasó mucho rato sin que se diera cuenta de que no se estaba concentrando, leía las mismas 5 líneas una y otra vez sin entender lo que leía en realidad. Se decidió entonces a ir al baño, hacer lo suyo y así poder irse a dormir con una dosis de dopamina imaginándola libremente a ella desnuda.

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Linduras, esto es felicidad plena la que sienten Betty y Armani, espero la sientan como yo. Yo quiero un galán asiiiii!!!

Después del capítulo anterior, vamos a bajarle un poco la intensidad y darles felicidad a este par, pero no crean que pasa mucho, Armani no se queda tranquilo mucho tiempo!

Por ahí viene otro día de trabajo y algo de inseguridad de Betty. Así que nos vemos pronto!! (Les adelanto que tengo mucho ya escrito, pero se los raciono por salud! Jajaja!)

Como siempre, sus comentarios siempre son mi alimento, mi aliciente para continuar.

Besito en la nariz, Picaronas!!

Finalmente JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora