4.- Palabras Palpitantes

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Decidieron entonces salir sin pedir nada, despidiéndose a su paso de las mismas personas que saludaron, se tardaron más que al entrar porque las personas le preguntaban cosas a Armando y se sorprendían de que se fuesen tan rápido. Finalmente se volvieron a montar en el carro, esta vez oscuro por la noche, y avanzaron por las calles nuevamente en silencio, pero esta vez Armando, sin dejar de sonreír, atrajo a Betty hacia su cuerpo, acurrucando en su abrazo durante todo el viaje a una Betty algo tensa con sus manos en el regazo.

Llegaron pues al apartamento de Armando. Al entrar, la condujo hasta los sillones del salón, la invitó a sentarse y con un beso en la frente la dejó y fue hasta la cocina a ver que podía ofrecerle a Betty, consiguiéndose en la nevera con envase de jugo de mora que lo hizo sonreír, ¿qué hacía ese jugo en su nevera?, definitivamente tuvo que comprarlo por inercia, la inercia de su recuerdo y su corazón,  así que sin tener que preguntar, sirvió dos vasos y los llevo hasta el salón, encontrando a Betty ocupando el menor espacio en el sillón con los brazos cruzados sobre su cuerpo.

- Betty… - le dijo poniendo los vasos sobre la mesa y sentándose a su lado pasando un brazo sobre su hombro para acurrucarla. - ¿Tiene frio, Betty? Disculpe que no le pregunté, pero creo que esta bien que le haya traído un jugo de mora para empezar. ¿Le provoca algo de comer? No tengo nada hecho, pero podría traer unos quesos y jamón serrano para pasar el rato.

- No Doct… Armandooo… - rectificó poniéndo los ojos en blanco y haciendo reír a Armando. – Así estoy bien…

- Betty, si está preocupada por la hora, le prometo que la llevaré temprano a su casa para evitar que su papá se ponga nervioso – Dijo Armando tratando de adivinar la razón por la que sentía tensa a Betty.

Pero Betty no había pensado hasta ese momento en su papá, ensimismada en todo lo que estaba ocurriendo, tratando de calmar su mente y a su vez la ansiedad que sentía en su pecho.

- Armando, justamente le iba a pedir su teléfono para llamar a mi casa y tranquilizar a mi papá que ya se debe estar preguntando por qué no he llegado.

- Claro Betty, por favor, por aquí. - Dijo llevándola hasta el teléfono.

Mientras Betty llamaba y le decía a su papá que aún le faltaba un poco a la junta, que estaba explicando algunos puntos del balance aún, Armando aprovechó para ponerse más cómodo, quitándose el saco gris oscuro y la corbata amarilla que tenía desde la mañana, se sintió mejor, y mientras le daba un sorbo al vaso de jugo desabrochando un par de botones de su camisa, regresó Betty. La recibió con una sonrisa, la abrazó y le dio un beso en la mejilla con dulzura.

- Betty, permítame ayudarla a  ponerse más cómoda. – le dijo mientras le quitaba el saco de su lindo taller color lila, Betty se tensó pero colaboró. – Quiero que sienta ésta como su casa, que se sienta cómoda, ¿si? – A lo que Betty sólo asintió con una pequeña sonrisa. - ¿Qué le pasa Betty? , esta incómoda, pero no logro saber el por qué. ¿Aún me tiene desconfianza?

Betty negó con la cabeza, pero al no decir ni una palabra aún, Armando empezó a preocuparse.

- Venga, siéntese.

La invito suavemente al sillón y se sentó a su lado muy cerca, mientras el corazón de Betty se desbocó, aquello tenía una sensación de deja vú. Continuó Armando mientras la veía a los ojos tomando sus manos entre las suyas.

- Betty, creo que debe saber cómo sentí yo todo lo que sucedió mientras me enamoraba de usted.

Insistió Armando creyendo que todo lo que le sucedía a Betty era por culpa de la desconfianza de la que él mismo era culpable. Pasó medio brazo sobre su hombro apoyando el codo sobre sobre el espaldar del sofá para acariciar su cabello, su olor empezaba a embriagarlo. Tenerla en su casa era algo irreal, ¡y pensar que casi abandona su sueño y ahora estaría lejos de no ser porque ella misma lo detuvo!

Finalmente JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora