Cuando entraron al auto, Armando quiso dar ya por terminada esa sensación nostálgica y volver a concentrarse en su felicidad que era Betty.
- Tiene algún sitio donde le gustaría comer, Betty. – le preguntó sacándola de sus pensamientos.
- No, no la verdad…
- Bien, si me permite entonces, me gustaría llevarla a un restaurant bonito que está en el centro comercial Santafe que me gusta mucho… con eso caminamos un poco y nos despejamos, ¿le parece?
- Yo creo que todo lo que usted me dice y me propone a mi me parece divino – se río Betty.
- No Betty… - le dijo con una sonrisa de lado. – yo le propongo porque quiero que se sienta bien… más divino me parece a mi que a usted le guste y que sea tan receptiva…
Arrancaron con la música a un volumen bajo, como siempre abrazados. Iban en silencio, y aunque Betty aún tenía en mente el problema con Marcela, ya Armando había pasado la página, pensando sólo en el momento con Betty. Analizando y dándose cuenta de que en verdad hacía mucho que no era galante, o caballeroso o atento con una mujer que no fuese sólo por su propio ego y no porque le interesara realmente que ella se sintiera bien. Las cosas con Marcela ya eran como una rutina, iban en automático sin darse cuenta que él ya no sentía ese interés real, y con otras mujeres con las que estuvo en ese mismo período sólo lo hacía con un fin, llevarlas a la cama. Pero Betty lo había cambiado en tantos aspectos que aún descubría.
Llegaron al centro comercial y empezaron a caminar, paseando viendo vitrinas, conversando sobre lo que veían, Armando hablándole de artículos finos y vestimenta y Betty escuchando atentamente sobre el mundo del que aún aprendía. De pronto Armando se quedó pensativo viendo a lo lejos en el pasillo, y se volteó a preguntarle a Betty.
- Betty… a usted le molestaría si yo le hago un regalo?... – Betty empezó a poner cara avergonzada y cuando le iba a contestar, el le aclaró. – Claro, es algo que yo necesito que usted tenga.
- ¿Y qué será eso…? – le preguntó entonces Betty extrañada.
- Venga y le cuento… - la tomó de la mano y comenzó a caminar rápidamente por el pasillo hasta llegar a una tienda. – Necesito que usted tenga un celular…
- Armando, no… eso es demasiado costoso! – se quejó Betty más apenada aún.
- Vea Betty, yo sé que me estoy comportando como un muchacho, pero es que cuando la tengo lejos me dan ansias de escucharla… y mire, ¡ya hoy es viernes! Su papá nos va a tener restringidos en su casa con visitas de chaperón y quién sabe si sólo me deja visitarla dos horas y luego me bota… - le dijo medio en broma, medio en serio, haciendo reír a Betty. - ¿Ve? ¿Ve que si tengo razón? Yo sé que me puede complacer, ¿verdad que sí, Betty? – le suplicó con esa carita de niño…
- Esta bien, esta bien… - le contestó, si le ponía esa carita era más que imposible negarse. – Pero como la presidente de Ecomoda yo tengo capacidad de comprarmelo yo misma.
- ¡Ah no, eso si que no Betty! Fue mi idea regalárselo. - Le dijo tomándola de la cintura para impulsarla a entrar a la tienda antes de que se arrepentiera. – Entonces usted decide: O se lo compra usted y la cuenta la ponemos a mi tarjeta, o se lo compro yo y usted paga las mensualidades… claro que yo no dejaría que usted gastara en llamarme a mi… - Le dijo sonriente.
- ¡No! No, no, no… me lo compra usted entonces! Imagínese usted pagando de por vida mi cuenta de teléfono! ¡No! ¡Ni más faltaba! – Armando echó a reír sin dejar escapar ese “de por vida" que pronunció Betty.
Los atendió una señorita y les mostró varios modelos, indicándoles los planes disponibles. Betty escogió uno pequeño, bonito y discreto a pesar de la insistencia de Armando de escoger el más costoso, y colocó un plan económico en promoción para empezar.
Salieron con su compra, Armando con cara de satisfecho, divertido por la cara de Betty avergonzada haciendo drama por un simple regalo.
- Ahora me siento como Nicolás… Ooohooo! – dijo imitando a Nicolás con el celular en la mano.
- Ni me lo recuerde! – le contestó Armando riendo. - ¿pero entonces eso quiere decir que no le gustó el regalo? – termino serio.
- Nooooo, ¿cómo cree? – le dijo Betty abrazándolo mientras caminaban. – claro que si, lo que pasa es que yo no estoy acostumbrada a este tipo de cosas. – le aclaro levantando el celular.
- Ahhh bueno… pero igual la presidente de Ecomoda debería irse a acostumbrando a “esas cosas", son importantes para los ejecutivos, tener contacto más rápido y directo sin necesidad de visitas o de estar en la oficina… - “Tan divina esa elegancia con la que habla" pensaba Betty. – Además, quiero que sepa que no es el último regalo que me provocara darle… - continuó Armando y se acercó a una vidriera de una tienda femenina. – como por ejemplo, ¡ese vestido!, ¡le quedaría divino!
- Ayyy no, Armando, por favor! Con el celular ya es suficiente…
- Por hoy, ¿cierto? – la interrumpió con una sonrisa de lado.
- Esta bien… si, por hoy.
Se quedaron viendo un rato más la vidriera, Betty pensó que habían vestidos muy bonitos, pero no se imagino usándolos, eran muy elegantes y no sabría en qué ocasión pudiera ella usar algo así, además se veían costosísimos. En cambio, a Armando le llamo la atención otra pieza al fondo de la tienda, una pieza que pensó muy en serio que tenia que ser el próximo regalo que le hiciera a Betty, a esa Betty de mirada abrasiva que había empezado a aflorar y que casi no lo deja dormir en sus recuerdos la noche anterior.
Finalmente llegaron al restaurante, Armando siempre caballero abriendo la silla y asegurándose de que Betty estuviese cómoda, sentándose cerca de ella, haciéndole sugerencias cariñosas de qué pedir, no dejó pasar la oportunidad de repicar al número de Betty sin que ella se diera cuenta y bromear con ella. Se sentía tranquilo, sonriente y feliz de tenerla con él y compartir aquellos momentos con ella, feliz de hablar de cualquier cosa, de bromear, de sentirse libre de ser él mismo, de disfrutar sin sentir culpa o mirar por sobre su hombro. Fue un almuerzo tranquilo y divertido.
Ya camino de regreso a la oficina, Betty pensó en lo divino que lo estaban pasando juntos, pero más allá, en el hombre divino que se había vuelto Armando, en lo relajado que lo sentía. Y sinceramente hoy se había portado “bien", riendo para sus adentros, parecía haber amarrado un poco al Armando pasional y dejado salir al Armando bromista, uno que tampoco conocía mucho pero que también le gustaba, porque la relajaba a ella misma. Lo más importante es que lo sentía real, no sentía nada que fuese forzado u obligado en él, era todo tan natural, sus gestos, su cariño, sus sonrisas.
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Picaronas, se que Beatriz ya tenía celular. Pero ya había escrito esta parte cuando lo recordé, me pareció un lindo gesto así que lo dejé así. Hagan de cuentas que no lo tenía, o que tenía uno asignado por la compañía, ya verán que les gustará este cambio de la historia original.
Vamos avanzando por aquí, aunque en mi borrador tengo un bloqueo en una escena, mientras se me van ocurriendo otras, pero no puedo llegar hasta ellas si no venzo este bloqueo. Denme ideas en privado sobre escena 🔥... es su oportunidad picaronas!!
Besito en la nariz mis picaronas!!
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Finalmente Juntos
FanfictionArmando finalmente puede demostrarle a Betty su amor, esta dispuesto a arrancar de su mente todo el dolor que la hizo vivir. Ya sabía que la amaba, pero no sabía todo lo que podía hacer y sentir por amor. Betty se deja guiar y se da cuenta de cómo s...