30.- Rebelde.

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Colocó su ropa en un pequeño bolso asegurándose de que no le faltara nada. Bajó hasta el comedor con cuidado y llamó a la línea de taxis cercana que era de su confianza y solicitó un servicio, pidiendo encarecidamente que sólo se estacionara al frente de la casa y esperara. Luego subió, se puso ropa cómoda y se maquilló un poco. Volvió a bajar a la cocina y dejó una nota en el mesón avisándole a su mamá que había salido temprano. Justo al terminar sintió que se estacionó un carro al frente, se apuró a tomar sus cosas y salió en silencio. Entró al taxi y le indicó al conductor la direccion.

Llegaron al edificio, Betty pagó lo acordado y salió. Entrando al edificio no había nadie, se alivió de entrar sin ser vista aunque no sabía bien por qué… sentía que estaba en una misión de espionaje, rió para sus adentros. Subió al ascensor y el corazón empezó a saltarle como loco, ansiedad, emoción, alegría, travesura… buscó las llaves y subió casi queriendo saltar conteniendo las risas nerviosas.

Entró con cuidado, todo estaba oscuro y en silencio, dejo el bolso en el piso y sobre el su cartera. La cocina oscura y vacía, sólo se veía una tenue luz al final del pasillo. Se quitó los zapatos para hacer menos ruido y camino hacia la habitación,  la puerta estaba abierta, apenas si se asomó un poquito para ver a Armando recostado en la cama leyendo un libro, con el torso desnudo y, por lo que lograba ver, sólo su pantalón de pijama puesto. Tocó dos veces ligeramente la madera del marco de la puera sin mostrar su rostro y Armando se sobresaltó en la cama, cerró el libro sintiendo más nervios que curiosidad al ver la mano femenina que aún se asomaba por la puerta, por un momento pensó en Marcela y empezó a enojarse… entonces el corazón se le saltó un latido cuando Betty se asomó. Se sintió como niña corriendo hacia la cama y lanzándose encima de Armando entre risas.

- Beatriz!! Dios mío! Me va a matar de un susto! – le gritó Armando entre risas. Ella lo abrazaba sentada a horcadas sobre él  y lo besaba en las mejillas, por lo que le tomó el rostro con las dos manos. – ¿Qué hace aquí a estas horas? ¿Cómo llegó? ¡Es más! ¿Cómo salió de su casa a estas horas? – quiso imprimirle tono de regaño, pero la verdad es que sólo podía sonreir.

- Usted me dijo que viniera cuando quisiera, ¿y para qué iba a esperar? ¡Quise estrenar las llaves hoy mismo! – y lo besó en la boca con emoción, haciendo que ambos cayeran sobre la almohada, de forma traviesa.

- Betty, en serio… ¡¿y usted dice que yo estoy loco?! Yo por lo menos sé lo que hago, pero de verdad es peligroso que usted ande sola a estas horas.

- ¿No le gustó entonces que viniera? – le preguntó Betty imitando la cara de niño que él le ponía, sabiendo de antemano la respuesta. Armando se derritió en medio segundo al ver los labios de Betty haciendo un puchero, y en vez de contestarle, la volvió a besar succionando su labio.

- No me haga ese gesto. - Le dijo al separarse con tono y mirada seria y sensual jugando con su lengua dentro de su propia boca. – Sabe que me preocupa que esté bien. Me encanta… ¡no! Me fascina que este aquí, pero me preocupa lo tarde… ¡espero haya tomado un taxi! Llamó a una línea, ¡espero! ¿Alguien de confianza?

- Si, Armando, yo también sé lo que hago… - sonrió Betty.

- ¿Y cómo dejó a su papá? ¿Qué le dijo su mamá de que se venía para acá?

- Mi papá está bien y más que dormido, no creo ni siquiera que se levante mañana con el guayabo que va a cargar. A mi mamá no le dije que venia… me escape… - Le dijo con suficiencia por haberse atrevido. Armando la miró con cara de pícaro, enternecido a la vez por la travesura de esa niña con cuerpo de mujer.

- ¿Y no le preocupa que su mamá se levante ahorita y no la consiga? – preguntó con una sonrisa de lado, retando a Betty, pensando que se iría a su casa en unas horas.

- No, le di un té para que se relajara del estrés de mi papá y así durmiera corrido, y le dije que iba a salir temprano por la mañana y que quizás no me viera por la mañana…

- ¿O sea que usted va a pasar la noche aquí? – le pregunto con los ojos enormes. Ahora Betty si se confundió en serio, pensó que no le había parecido bien la idea a él. Su cara de decepción fue genuina.

- Pensé que le iba a gustar… - a Armando le explotaron los sentidos con ese gesto genuino de niña que puso Betty. Rodó con ella, abrazándola y la puso rápidamente debajo de su cuerpo para besarla.

- No sabe lo que significa que usted esté aquí conmigo, ¡definitivamente! Beatriz, yo le di las llaves de mi casa como si fuesen las llaves de mi vida, usted puede venir, hacer y deshacer cuando quiera y cómo quiera, pero jamás me imaginé que lo hiciera ni el primer día, ¡¡ni mucho menos que se quedara aquí a dormir conmigo!! Eso pudo haber sido para mi un simple sueño… y mírese... Esta aquí, esta noche no me sentiré vacío, como si algo me faltara, ¡usted me llena por completo! – le confesó Armando sintiendo como el pecho se le hinchaba de alegría, de emoción, de amor.

Quedaron en la cama, ella contándole como se preparó y cómo hizo para llegar, entre risas y besos.

Armando no sabía si quedarse sólo abrazándola toda la noche o hacerla suya todas las veces que pudiera hasta el amanecer. A veces ella le confundía los deseos… sentía a la niña de cara angelical que le provocaba dulzura y ganas de acurrucarla, y sentía también a la mujer que le despertaba los mismos demonios del infierno en su anhelo por poseerla. Sin embargo no quería parecer un bruto, así que decidió encadenar a esos demonios de su virilidad “sólo por esta noche…”, y dejar salir la ternura que ella le provocaba. Le acariciaba el cabello mientras escuchaba atento, deleitado en su sonrisa y en las travesuras de niña que tuvo que hacer para llegar esta noche hasta él a darle paz a su hogar.

Betty se sentía a gusto a su lado, la verdad le era indiferente dónde estuviesen, porque él tenía el poder sobre ella de desaparecer el resto del mundo, una vez lo tenía frente a ella, lo único que podía ver eran sus ojos brillantes, su sonrisa sincera, los hoyuelos traviesos, la textura limpia de su rostro… y su cuerpo, su cuerpo que la envolvía en calidez, no sólo al abrazarla, sino tan sólo de verlo, él era su puerto de destino y a su vez era también el mismo fin del mundo, donde se sentía caer al vacío, un vacío lleno de sensaciones y deseos, donde olvidaba incluso quién era ella y se dejaba llevar en una espiral de deseo. Con él ya no era más esa niña, con él se sentía mujer, más allá de su cambio físico, eran finalmente las emociones correctas esas que él le despertaba, ya no sólo había crecido en confianza, en madurez, como empleada, sino como una mujer completa, cada vez se dejaba llevar más y anhelaba la independencia de sólo estar a su lado y entre sus brazos.  Esta noche se sentía victoriosa, se sentía rebelde ante las imposiciones de su hogar, sentía deshacerse de ataduras que una vez aceptó gustosa, que una vez fueron su propio escudo, pero hoy limitaban sus anhelos. Esta noche la excitación venía desde múltiples sentidos.

Armando la acurrucó en sus brazos, dando pequeños besos en su frente, acariciando su  costado y su cintura. Ella le contaba que en la mañana tenía el desayuno de negocios con el gerente del banco Montreal y que esperaba que él la acompañara, pero su mente iba mucho más rápido, engranajes moviéndose dentro de su mente que no habían parado en toda la noche.

- Armando, ¿puedo ir a buscar agua a la cocina?

- No, mi Betty, quédese cómoda, yo se la traigo, ¿si?

Armando se levantó y salió de la habitación.  Betty volvió a sentir una explosión de adrenalina conteniendo risas nerviosas por las travesuras de su mente. Dentro de las mismas sábanas se quitó por completo toda la ropa con premura y la escondió bajo su almohada, tapándose bien nuevamente con las mantas hasta los hombros, se quitó las gafas y las dejó sobre la mesita de Armando y tomó el libro, simulando leer. En eso volvió a entrar nuevamente Armando que la vio sonriente sintiendo felicidad de ver a Betty cómoda en su cama, “Esto es divino" pensó caminando hacia su lado de la cama.

- Aquí tiene el agua, mi Betty. – le dijo sentándose en la cama.

- Gracias, Armando. Déjemela un momento en su mesita… estoy tratando de ver por cual capitulo del libro va…

Armando sonriente, dejó el vaso y se recostó cubriéndose con las mantas. Pero antes de que se acercara a ella, le volvió a decir sobresaltada por otra ola de adrenalina conteniendo una risa.

- Ay, Armando, me quité las gafas y las dejé en su mesita, ¿me las alcanza para poder leer mejor?

Cuando Armando se giró hacia su mesita apoyándose de uno de sus codos, Betty soltó el libro tirándolo casi hacia un lado y se acercó hacia la espalda desnuda de Armando, lo abrazó desde atrás y apretó sus senos contra su espalda, dándole un beso en la base de su nuca lo más sensual que pudo mientras trataba de contener la sonrisa traviesa.

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Feliz domingo de Picardía!!

Por aquí de nuevo mis picaronas!! Siento que les he hecho otra maldad al dejarlas justo en este punto, solo es el comienzo de otra Betty. Hasta yo misma sentí la adrenalina de esta travesura!

Armani... no sabes que que manos has caido!!

Les dejo esto por hoy! Como saben, llevo bastante adelantado, pero tengo días sin escribir nuevos capítulos por múltiples obligaciones, por lo que necesito racionar las entregas para no llegar hasta el punto donde he quedado y luego sea más la espera que deban tener para un próximo capítulo. Sorry!! Espero ponerme a trabajar en esto muy pronto nuevamente y volverle a actualizar intermediario. Vamos a ver como va este capítulo con ustedes y así trato de complacerla lo más pronto posible, pero recomienden la historia, comenten y denle amor!!

Besitos en la nariz picaronas!!

Finalmente JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora