46.- Burbuja.

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- ¿Ya le dije que está hermosísima el día de hoy? – le preguntó Armando al tiempo que con una mano abría la puerta del vehículo para que Betty entrara y con la otra daba una ligera caricia en el brazo de ella.

- Creo que sí, doctor... - Volvió a sonreírle juguetona tomando asiendo dentro del vehículo.

Armando apuró el paso para entrar y encender el vehículo. Cómo ya era costumbre, arrancó rápidamente y se volvió a detener unos metros más adelante de cruzar la esquina y perder de vista la casa de Betty, para de esta manera con una sonrisa seductora y juguetona, acercarse lentamente a abrazar a Betty para besarla.

Después de aquel sueño, los labios y el cuerpo entero de Betty clamaban por sus besos. Fue Betty quien enroscando sus brazos en su cuello, empezó a profundizar el beso tratando de pegar su cuerpo al de él a pesar de la poca comodidad que ofrecía el habitáculo. Armando sintió su urgencia y la abrazó mientras permitía que ella llevara el ritmo del beso, acariciando su espalda por entre el blazer de su conjunto. Betty quería más, pero sabía que debían irse, y con algo de pena, se sonrió contra sus labios culminando el beso con uno ligero.

- Me hizo mucha falta Doctor. – Armando se sonrió sin dejar de abrazarla aún, se suponía que él era quien decía eso primero...

- Mi Betty... no me robe mis líneas... – le dijo con una sonrisa de lado. – Yo también la extrañe mi amor. Pero usted con estos besos así me recarga la vida. Que divina mañana, me hace sentir afortunado. Y que bueno que mis torpezas no la mantienen aún enojada conmigo...

- ¿Que torpezas?

- Usted sabe... mis neurosis sin sentido.

- Armando, eso ya pasó y anoche mismo le hice saber que todo estaba bien. Yo ya no me acordaba de nada de eso hoy.

- Pues entonces más afortunado soy. Está definitivamente debe ser la mejor mañana de mi vida... - Betty abrió los labios sorprendida, recordaba perfectamente esas palabras del sueño que tuvo hace un par de horas y de inmediato se sonrió sonrojada.

- Creo que le faltan aún muchas "mejores mañanas de su vida"... - le dijo pícara pero Armando no entendió el comentario.

- Siempre que sean con usted...

- Haré lo posible...

"Nooo, no sabe que soy yo quien hará todo lo posible..." pensó Armando a esa respuesta de Betty. Le dio un suave beso en los labios antes de dejar de abrazarla, se cambió sus gafas por los lentes de sol y arrancó nuevamente.

- Mi Betty, gracias, mi amor, gracias por el desayuno de hoy. Me sentí maravilloso compartiendo con su familia.

- Las gracias se las debo yo, usted ilumina mi casa cada vez que entra.

- No exagere Betty... - le contestó apenado. – Más bien dígame cómo se siente hoy, ¿cómo se prepara para la cena de esta noche?

- Todos están empeñados en recordármela cuando yo estoy tranquila habiéndome olvidado de ella... - le contestó enfurruñándose, causando la risa de Armando.

- Mi amor, no me diga que aún sigue nerviosa... - contuvo la sonrisa y la tomó de la mano. – mire, ni que ellos fuesen unos ogros, es que eso ni siquiera importaría. Lo que importa somos nosotros mi amor. Nosotros sólo vamos a a casa de mis padres como los novios que somos, a despedirlos antes de que se vayan de viaje, y ya. No hay que esperar una aprobación. Además, ellos viven en Londres, así ellos se opusieran por esas razones tontas que le atormentan la cabecita... ¿qué la van a molestar desde lejos? Recuerde, yo siempre estaré a su lado.

Finalmente JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora