Betty abrió los ojos.
Ya era de día pero estaba desorientada. Mientras aclaraba su vista se dio cuenta que se encontraba en una amplia cama con dosel y cortinas traslúcidas blancas que caían por los lados y tapaban aún más su poca visión sin lentes. Por la parte de arriba del dosel, a pesar que también estaba cubierto con la misma tela traslúcida, se filtraba la claridad de un cielo despejado... estaba al aire libre. Afinó su oído y escuchó un rumor que no identificó al momento, sabia que había escuchado el sonido antes pero tal vez el estar aún somnolienta no dejaba aclarar del todo sus sentidos. Tratando de aclarar su vista y recordar dónde estaba sintió el calor del ambiente, se levantó un poco y las sábanas blancas que la cubrían en ese suave colchón cayeron hasta su cintura, percatándose de que estaba desnuda.
Justo en ese momento se descorrieron las cortinas por uno de los lados de la cama y ella apuró en tomar nuevamente las sábanas para taparse, sin embargo, lo primero que vio fue ese rostro de sonrisa torcida con los hoyuelos marcados.
Armando entró al refugio de esa cama tras las cortinas asegurándose de volver a correrlas bien para cerrarlas a su paso. Tenía el torso desnudo, descalzo, con apenas unos pantalones de lino blanco y suave en sus caderas, en sus manos tenía una pequeña bandeja con lo que parecía un par de croissants y un par de tazas, el olor del café le impregnó los sentidos a Betty, pero no fue eso lo que terminó de espabilarla.
Armando en su sonrisa no había dicho una palabra, pero Betty al detallarlo, lo que llamó su atención fue el bulto en los pantalones de él, imposible de pasar desapercibido. Armando dejó la bandeja sobre la amplia cama, alejada a un lado de Betty pasando por sobre ella, y cuando volvió hacia su rostro, Betty vio esas pupilas claras que le traían esos recuerdos y sensaciones en su apartamento, siempre con su rostro limpio y esas mejillas de hoyuelos que la hipnotizaban. En silencio puso una mano sobre su hombro y le indico suavemente que volviera a acostarse.
Armando entonces pasó cada rodilla a los lados de la cadera de Betty y se colocó a horcadas sobre ella.
- Está definitivamente debe ser la mejor mañana de mi vida... - Le susurró Armando viéndola a los ojos causando el habitual calor en las mejillas de Betty.
Armando volvió a destapar entonces el torso de Betty de las sábanas que ella misma se había colocado hasta el cuello, y volvió a sonreír. Acarició entonces la piel de su abdomen sin dejar de verla con esa mirada apacible y satisfecha, subiendo los movimientos de sus manos por los costados desde su cintura hasta los lados de sus senos.
-Tu piel es tan suave que me enloquece... - Volvió a susurrarle al tiempo que se deslizaba sobre sus senos, mientras Betty trataba de disimular cómo veía el bulto tras el pantalón de lino.
- Puedo tocar también? - le susurró en respuesta Betty algo intimidada al no saber aún donde se encontraba ni que era todo aquello, pero definitivamente siendo atraída por la enorme sensualidad del momento.
- Sabes que no debes ni siquiera preguntar... tu que conoces cómo tocarme, cómo encenderme, mi piel, mi cuerpo, mi vida te pertenecen. No necesitas preguntar, yo soy tuyo.
Se animó entonces a tocar su pecho, limpio y claro como ese rostro apacible, le parecía tan irreal que sólo tocaba con la yema de sus dedos recorriendo sus pectorales firmes, se incorporó un poco para posar su mano sobre su cuello y tocar con la punta de sus dedos la línea de su mandíbula, mientras él sin dejar de rozar sus senos cerraba los ojos e inclinaba un poco su cabeza hacia atrás. Volvió a abrir sus ojos y su mirada había cambiado a una un poco más oscura, inclinando un poco el cuerpo hacia ella, de esta forma Betty aprovechó para sentir sus torneados hombros igual en un roce surreal, bajando nuevamente por su pecho y rozando su cuerpo para rodearlo y llegar hasta su espalda.
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Finalmente Juntos
FanfictionArmando finalmente puede demostrarle a Betty su amor, esta dispuesto a arrancar de su mente todo el dolor que la hizo vivir. Ya sabía que la amaba, pero no sabía todo lo que podía hacer y sentir por amor. Betty se deja guiar y se da cuenta de cómo s...