Betty despertó, ya había claridad, no sabía la hora, pero Armando seguía en su cama, como un regalo, como un sueño. Ella descansaba sobre su pecho y él la abrazaba aún dormido.
Era domingo, pero sus padres igual despertaban temprano, no tanto como los demás días, pero no tardaban en bajar. Trató de afinar su oído a ver si ya los escuchaba moverse por la casa, pero creyó escucharlos aún en su habitación.
Se debatía entre despertar a Armando o dejarlo dormir un poco más. Se incorporó sólo un poco y vio su rostro, tranquilo, sereno, profundo, respiraba acompasadamente. Sus cabellos despeinados reposaban sobre su almohada, empezó a acariciar sus cabellos, tratando de memorizar nuevamente las facciones de Armando, sus labios, sus cejas, sus pestañas, la punta de su nariz, la suavidad de su piel. Armando empezó a abrir los ojos y vio como Betty le sonreía desde su pecho. Él le sonrió de vuelta y volvió a cerrar los ojos acurrucándose con ella en brazos, Betty seguía acariciando su cabello y el metió su mano por entre su blusa para acariciar la piel de su espalda. Al poco tiempo miró hacia la ventana de Betty.
- Hora de irme… - dijo con voz triste.
- ¿Qué vamos a hacer con las despedidas? – le preguntó Betty sintiendo que no quería que se fuera, pero sabiendo que tendría un problema enorme si no.
- Tendré que trabajar eso, ¿cierto? – le contestó viéndola a los ojos con una sonrisa. – lo que sí es que no puedo seguir perdiéndome unos “buenos días" así, sin tanta palabra y buenos de verdad…
Betty le sonrió y se levantó para permitir que él se levantara también, tomo sus gafas y fue hasta la puerta mientras Armando se incorporaba, se arreglaba su franela y se pasaba la mano por el cabello, ella colocó su oído sobre la puerta y escuchó el televisor del cuarto de sus padres encendido, entonces le hizo señas con el dedo en sus labios para que no hiciera ruidos y le indicó que se acercara para que se colocara tras la puerta. Él se acercó, pero para tomarla por la cintura, la giró hacia él y volvió a abrazarla.
- Todavía estoy dormido, pero sé que no me quiero ir… si no fuese porque siento que necesito mi cepillo… - le dijo verdaderamente soñoliento aún…
- Armando, debemos aprovechar que aún no han bajado…
- Esta bien mi Betty… aceptó poniéndose las gafas lentamente.
Betty abrió la puerta un poco para mirar por la rendija mientras Armando se colocaba detrás de la puerta, ella fue saliendo lentamente al escuchar a sus padres en su habitación, y le hizo señas a Armando para que saliera. Bajaron rápidamente las escaleras y Betty abrió sigilosamente la puerta de la casa para que Armando saliera, él se volteó en el pórtico aguantando la risa, le dio un beso pequeño en los labios y salió a prisa hasta la vereda. Betty subió rápido nuevamente a su habitación, cerró la puerta con cuidado y fue hasta la ventana para ver como el carro de Armando pasaba al frente y cruzaba la esquina. Sólo ahí pudo relajarse y reírse nerviosamente.
Todo lo que estaba viviendo con Armando era un cúmulo de “primeras veces” que le dejaban el corazón palpitando, feliz y alocado. Podía ser romántico, podía ser bromista, podía ser sensual, podía ser serio y todas esas nuevas versiones la hacían sentirse irremediablemente enamorada, sin posibilidad de dudas o miedos, así de golpe, así de suave. Mientras pensaba acostada en su cama, volvió a vibrar su celular en la mesa de noche, volteó y vio la rosa junto al celular y sonrió. Abrió el mensaje para leer.
“Ya en casa, mi amor"
“Mi amor"… pensó. – “tan divino!” - Escribió de vuelta.
“Ya se reconcilió con su apartamento?”
Se rió esperando la respuesta que llegó segundos después.
“A penas a aceptado que entre… no está muy dichoso de verme llegar sin usted.”
“Yo no estoy segura de desear esa reconciliación. Si no fuese por el susto a mi corazón, le daría asilo cada noche.” Le contestó de vuelta. Volvió a llegar otro mensaje.
“¿Se metería en ese lío por mi?” volvió a reír mientras contestaba.
“No me arrepiento de nada!”… send.
“Te amo, Betty.” Leyó sintiendo mariposas en el estomago.
“Yo lo amo, mi doctor mostro"
Se quedó con el celular en la mano sonriendo, y al poco tiempo volvió a quedarse dormida. Cuando despertó no podía creer que se hubiese dormido toda la mañana, y más que su mamá no la haya ido a despertar aún siendo ya pasado el mediodía, pero había dormido profundo y se sentía completamente descansada. Vio el celular y no habían más mensajes. Se levantó entonces y fue directo a darse un baño, escuchó la voz de su papá abajo y volvió a extrañarse de que no la hubiesen despertado. Al terminar de ducharse y secar su cabello, decidió colocarse ropa para estar relajada en casa, al abrir el clóset vio la caja con el vestido que le había regalado Armando. Quería sentir cerca a Armando, pero no quería estrenarlo sin que él se lo viera puesto, sin embargo decidió medírselo, luego se lo quitaría.
Era un vestido ligero, de hombros descubiertos y corte princesa, se sorprendió de lo bien que él había escogido la talla, le quedaba a la perfección, “claro, trabajando y estando en contacto por tanto tiempo en el mundo de la moda, es casi un don." pensó Betty. En ese momento, se asomó al cuarto su mamá.
- Mija, ¿qué tal durmió? – le preguntó con una sonrisa.
- Profunda mamá … pero me hubiese despertado.
- Ay mija, es que se veía rendida… pero la escuché secarse el cabello y vine rápido en lo que sentí que terminó… ¡venga! Tiene una sorpresa allá abajo…
Betty sonrió… sólo podía imaginarse alguna otra de las locuras de Armando. Su mamá la tomó de la mano y la condujo a prisa al comedor. En la mesa había un ramo enorme de rosas rojas, Betty se sorprendió de lo grande, se acercó y leyó la nota.
“Espero esto sirva como referencia romántica… - Armando.”
Betty sonrió sonrojada al recordar la rosa de la noche anterior cuando Armando le dijo lo mismo antes de pasar la noche entera con él. Cuando volteó, fue mayor su sorpresa al ver que su mamá había desaparecido y quien estaba detrás de ella era Armando parado en la entrada del comedor, con una camisa negra con los puños arremangados y las manos en los bolsillos del jean claro en actitud desenfadada recargado sobre el marco de la entrada, viéndola con una sonrisa torcida y el hoyuelo marcado.La miró de arriba abajo apreciando cómo le quedaba el vestido y Betty percibió esa mirada que solía darle antes de lanzarse le encima a besarla. Sin embargo fue ella quien se acercó y lo abrazó acurrucándose en su pecho.
- Armando!...
- “Buenos días" Betty… - le contesto haciendo énfasis en el saludo como si fuese el primer "buenos dias" que le daba, abrazándola también. Betty alzó el rostro hacia él y sonrió aún sonrojada. Armando sentía ese revoltijo que sólo Betty podría provocar en la boca de su estómago, ternura y deseo. Bajó la voz. – Ese vestido le queda divino…
- Me lo regaló mi novio… - le contestó igual en voz baja.
- Ay… ay.. ay nooo! – se tapó los ojos de forma dramática. – “novio"… así como para que yo muera aquí mismo… ¡divino!
- Muy bonito el ramo que le trajo Armando… - se acercó Don Hermes al comedor. Betty se separó de Armando algo apenada, pero él le tomó la mano y la mantuvo a su lado con una sonrisa. – ¡Niña, ese vestido está muy destapado! – la quiso regañar su papá. Pero en el momento venía entrando Doña Julia con un suéter en la mano.
- Si, mijo, es que yo la saqué del cuarto cuando se lo estaba midiendo, pero aquí le traigo un suetercito para que no le de frío. – y se lo pasó a Betty, quien se lo puso de inmediato para alivio de Don Hermes y tristeza de Armando.
- Gracias mamá… ¿pero desde cuando esta aquí, Armando? – quiso saber Betty.
- Desde hace un rato… - le contestó él dándole poca importancia.
- ¡Uy mija, desde temprano! – le aclaró Don Hermes. – imagínese que me ha traído una bandeja de quesos y esas delicateses exquisitas, y despues de almuerzo, me convenció de tomar un traguito de whisky con él…
- ¿Pero por que no me llamaron?
- No Betty, yo le dije a su mamá que la dejara dormir… yo sé lo que es estar en esa silla de Presidencia y lo cansado que uno queda mentalmente, se necesita un buen descanso los fines de semana… - le aclaró Armando.
- Si mija, de todas formas la visita la tomé para mi – rió don Hermes. – le he estado contando sobre el Tío Efrain Pinzón. – Armando de espaldas a Hermes puso los ojos en blanco de forma dramática a Betty pero luego sonrió. – ¡Venga! ¡Venga! Y usted también Betty… todavía me queda la última parte del cuento – y volvió a entrar a la sala con ellos detrás para sentarse a escuchar las historias.
Ya Armando no escuchaba mucho a Don Hermes, su atención estaba volcada sobre Betty, a quien con disimulo veía con el vestido de sus sueños… tenía que ver como la sacaba de ahí hoy nuevamente, así fuese por sólo un par de horas.
- Don Armando, por favor, ¡sírvase!, sírvase otro trago… Julia, por favor tráigale más hielo a Doctor. – Don Hermes se escuchaba un poco pasado de tragos y Armando vio su oportunidad.
- No, no, Don Hermes, así estoy bien. Más buen quería pedirle que, ya que la niña está estrenando el vestido que le regalé, a ver si usted nos da permiso de ir a llevarla a comer un helado, aprovechando que esta tan bonita…
- ¿Y no le irá a dar frío?- le preguntó Hermes con la lengua un tanto enredada haciendo referencia al vestido ligero de Betty.
- ¡Ay Hermes, deje sus cosas! – lo regañó Julia. – ¿no ve que Betty ya lleva su suetercito? Deje a los muchachos en paz.
- Bueno, bueno… pero temprano aquí, que mañana es lunes… y doctor… ¡recuerde que el diablo es puerco! ¡Mucho ojo! – Armando se sonrió.
- Si Don Hermes, ¡ni más faltaba!________________________________________
Picaronas!! Día de dos capítulos cortitos, para dejarlas picadas!! Jajajajaja!! ¿Se viene capítulo +18🔥?
Ese Armando no descansa!! Jajajaja!
Besitos en la nariz, picaronas!!
PD. ya ni foto les pongo, luego busco algunas acordes a cada capítulo, pero creo que es más importante actualizar, si me pongo a buscar las fotos me tardo más, no se enojan, verdad?
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Finalmente Juntos
FanficArmando finalmente puede demostrarle a Betty su amor, esta dispuesto a arrancar de su mente todo el dolor que la hizo vivir. Ya sabía que la amaba, pero no sabía todo lo que podía hacer y sentir por amor. Betty se deja guiar y se da cuenta de cómo s...