23.- Nuestra Primera Cita.

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- Bueno, Doña Julia, Don Hermes, muchas gracias de verdad por permitirme esta tarde compartir no sólo con Betty, sino también este rato agradable con ustedes, pero creo que ya deberíamos ir saliendo.

- ¿Y para qué parque la va a llevar? – pregunto en tono inquisitivo don Hermes.

- Ay ya, Hermes, no se vaya a poner fastidioso otra vez con los muchachos. Ya dejé que se vayan…

- Bueno, bueno, esta bien, pero ya saben, !temprano en casa!

- ¡Claro que sí Don Hermes! – le contestó Armando levantándose rápidamente antes de que siguieran con la conversación y las preguntas.

Tomó a Betty de la mano, quien agarró una cartera pequeña de pasada, y salieron despidiéndose de sus padres que se quedaron en la puerta a despedirlos. Cuando entraron al vehículo, Betty quiso abrazarlo para darle un beso, pero Armando en silencio la detuvo con una sonrisa torcida, encendió el carro y arrancó rápidamente, ya quería salir de ahí. Cruzó en la esquina para perder la casa rápidamente de vista, y a pocos metros de la esquina se detuvo de nuevo orillándose. Se volteó hacia ella con el brillo en los ojos y volvió a hacer la jugada de halar la palanca del asiento de Betty para que esta cayera hacia atrás mientras él se lanzaba sobre ella a besarla entre las risas de ambos.

- ¡Beatriz, me estaba volviendo loco allá adentro! – le dijo en tono dramático mientras seguía besando su mandíbula y su cuello. Ella sólo reía mientras lo abrazaba. – ¡Me moría de ganar por besarla! – y le dio un beso necesitado en los labios. Finalmente con una sonrisa, decidió portarse bien. – Mejor nos vamos Betty, aunque por mi estaría  perfecto quedarme a vivir en su cuello. – Betty le sonrió mientras él se incorporaba y la ayudaba a levantarse arreglando el siento.

- Armando, todos lo días me sorprende…

- ¿Por qué en particular hoy? – le preguntó con una sonrisa de suficiencia mientras encendía el carro. Ella sonrió nuevamente por su desparpajo.

- Es que usted es como un sueño. Primero estaba tan ansiosa de verlo, y usted llega antes para aliviarme, como si escuchara mis pensamientos. ¡Luego llega tan divino!... jamás lo había visto en ropa casual…

- Nunca nos habíamos visto un fin de semana… - sonrió.

- ¡Es otra persona! – Armando se rió pensando que Betty exageraba. – ¡En serio! ¡Y además llega con un detalle para todo el mundo! Debió costarle todo mucho dinero… no debió molestarse…

- ¡Ay Betty, nada de eso! Primero, no podía llegar con las manos vacías, segundo quería tener una atención con su mamá que tanto me ha ayudado esta semana, tercero, una atención con su papá se me antojó como para caerle en gracia – se río. – y no podía faltar un presente para la princesa… - Betty se derritió por completo cuando la llamó así.

- Ay mi “ doctor mostro”, ¡igual gracias! Me encantó, me encantó todo. Y además se comportó  tan elegante,  tan perfecto con mi papá…

- No Betty, ¡yo estaba muerto de nervios allá adentro!

- Pero no parecía, ¡fue tan paciente y seguro!

- Betty… de verdad creo que no vamos a pasear sino que la voy a llevar a la óptica a que le revisen la formula…  ¿¿usted me vio bien?? – y se río fuerte, Betty lo acompañó.

- A lo mejor no, me tenía embobada.

- Ya Betty. No diga eso que está exagerando… - se sintió apenado de tanto halago sin merecerlo. Prefirió arrancar y cambiar el tema. – Mejor dígame a donde quiere ir…

- Hummmm, no se Doctor… ¡ay! – se río por haberlo llamado doctor después de que ya estaba casi acostumbrada al nombre o al apodo.

- Se desconcentró, Beatriz? – le sonrió Armando. – A ver… le provoca una actividad al aire libre o bajo techo? Le preguntó. Betty se quedó pensando, un poco decepcionada porque pensó que irían a su apartamento otra vez, pero jamas se lo diría.

- El día está soleado. Creo que podríamos disfrutarlo…

- ¡No se diga más entonces! ¿Le provoca ir a pasear al Jardin Botánico? – le preguntó colocándose nuevamente las gafas de sol mientras manejaba y a Betty le pareció una estrella de rock.

- Hace mucho que no voy… me encantaría pasearlo con usted. – Armando recordó el disco y volvió a encender su equipo.

- Betty, busque este disco para usted,  se que le va a gustar.

- Ya me conoce mi doctor mostro…

- Todavía me falta mucho, pero le prometo esforzarme…

Betty recordó que más joven, solía soñar con el cantante de ese grupo de rock, pero anoche había tenido un sueño muy distinto…

- Anoche soñé con usted… - le dijo y de inmediato se arrepintió. Armando la vio de refilón entre sorprendido y curioso mientras un escalofríos le recorría la espalda por el flash mental de su propio sueño.

- ¿Ah, sí?... ¿y que soñó…?

- No recuerdo… - trato de disimular Betty para no contarle ya que le avergonzaba.

Pero Armando sabía lo que se decía de aquellas respuestas esquivas, y el sonrojo en las mejillas de ella, que no pasaron desapercibidas para él, se lo confirmaban… Al menos no estaba loco ni solo con ese tipo de sueños. Era divino pensar que ella también lo soñara, pero él no le iba a confesar semejante sueño tampoco… sin embargo, se vio tentado a preguntar.

- Y entonces cómo sabe que soño conmigo?

- Bueno… porque… porque tengo imágenes de nosotros en su apartamento…

- ¿Ah, si?

- Si… estábamos en la cocina… -"La cocina no la hemos podido estrenar”  sonrió  pensando Armando.

Cuando llegaron al jardín y Armando abrió la puerta del auto para Betty, la tomó de ambas manos y le dijo.

- Mi mostro, ¡Qué descuido el mío! Mire, ya que se me pasaron los nervios y no hay ningún chaperón cerca, déjeme decirle que hoy está exageradamente bellísima, parece una muñequita… - le dijo mirándola de arriba abajo. - La verdad no sé si comérmela a besos… o comérmela entera… ¡bellísima está, mi princesa! – y con su cuerpo la aprisionó contra el carro para besarla tomándola de la cintura y el cuello.

Era la primera vez que Armando la besaba así de esa forma necesitada, a plena luz del día y en público, Betty se sonrojó y cuando Armando la vio se sonrió.

- Que le pasó Doctora, hoy estamos tímidos?... mire que yo creo saber como se le pasa la timidez… - le dijo con una sonrisa pícara.

- Doctoooor… - abrió los ojos Betty poniéndose más colorada. – Armando se río fuerte.

- Tranquila Betty, ¡vamos! – y la tomó de la mano para entrar al jardín.

Pasear con Betty no sólo era relajante, sino también interesante. Betty sabía mucho sobre botánica, tipos de plantas y árboles, siempre más que Armando.

- Betty, ¡usted es un librito andante! – le dijo entre sorprendido y divertido.

- Bueno, es que los libros siempre fueron mis compañeros, como desde muchacha no salía… bueno, nadie me invitaba a salir… me gustaba mucho leer en casa. Mi papá sí me traía mucho al jardín, y me llevaba a museos, como era lo que me gustaba… y así aprendí sobre varias cosas…

- ¡Pues esa es una bendición! Una que me toca a mi apreciar y disfrutar ahora… - le dijo con una sonrisa mientras seguían caminando abrazándola por la cintura y con la mano contraria tomaba una mano de Betty.

- Betty, y de todas estas flores, ¿cual es su flor favorita?

- Bueno, de todas estas, tengo que decir sin duda que es la Orquídea insignia de Bogotá… ¿la ha visto?

- Es esa que no se sabe si es amarilla con manchas tostadas, o si es tostada con manchas amarillas, ¿cierto?

- Esa misma! – le sonrió. – pero esa es una flor muy exótica, me gusta porque es hermosa y porque es la flor de la ciudad, pero no me identifico con ella…

- ¿Como es eso?

- Bueno, a mi me gustan más las hortensias azules, y las gerberas de colores.

- Hoy esta vestida de hortencia… - le pareció dulce a Armando.

- Ciertamente…

- Y las rosas, tan emblemáticas y románticas, ¿no le gustan?

- Le miento si le digo que no, pero yo no las asocio con lo romántico. Creo que una vez me dieron un ramo, y fue mi papá cuando cumplí quince – Se rió. – Y de mis quince no tengo recuerdos muy buenos que digamos, así que nada más lejos de lo romántico
.

- Betty… - se sintió un poco triste y a la vez imprudente por hacerle recordar un momento infeliz a Betty. No era posible, cada vez que Betty mencionaba algo de su pasado, lo incomodaba la injusticia, él tenia que cambiar todos esos recuerdos, construyendo con ella unos nuevos.
Continuaron caminando un rato más, mientras la tarde iba cayendo. Armando sentía que el tiempo no jugaba a su favor, era una cosa extraña que parecía irse sin que él se diera cuenta, quería alargar los minutos. Quería ir a cenar con Betty pero a la vez no quería que cayera la noche, que le indicaría que su tiempo con Betty se estaba terminando… sería otra noche sólo en su apartamento cuando él solo quería tenerla con él, así fuese sólo para dormir… “no, no sólo sería para dormir..." sonrió para sí mismo.

Como el parque cerraba temprano, salieron para así Armando poder seguir conociendo un poco más a Betty. La llevó entonces a una heladería donde servían café, chocolate caliente, crepes, waffles y, por supuesto helado. Betty con ese vestido parecía una niña tratando de escoger qué pedir y Armando se sentía cada vez más derretido, le encantaba ver a Betty feliz, hacer todas estas cosas con ella, hablar de tantas cosas sencillas. Ella no quiso nada exótico, se decidió por un helado de cono de dulce de leche y el pidió uno de chocolate intenso. Vieron caer la tarde hablando de las anécdotas de Armando en la universidad donde estudió ingeniería industrial y Betty anécdotas no tan felices sobre su universidad que Armando trataba de sortear cambiando los temas o preguntando sobre otras cosas.

Ya con el crepúsculo sobre ellos, Armando quería un lugar distinto, romántico, quería sorprenderla, así que la llevó a un restaurant ubicado en el último piso de un famoso edificio de Bogotá, con vista a toda la ciudad desde donde pudieron ver los colores de sol ocultándose, para Betty fue un espectáculo natural hermoso, pero Armando sólo tenía ojos para ella. Esta vez Armando pidió por ella con su permiso, ya que sabía que la carta le era extraña, muchos frutos del mar que ella no había probado, le emocionaba que Betty probará cosas nuevas que a él le gustaban; y en vez de pedir como siempre bebidas independientes, solicitó una botella de champagne, esto era su primera cita, la que siempre debió ser.

- Betty, ha sido el mejor sábado de mi vida…

- No exagere, mi doctor mostro. ¿Cuántas veces no ha podido disfrutar de cenas como esta?… ¿o ir por un simple helado? ¿O visitar el jardín?

- Si… tal vez en muchas ocasiones…

- Yo lo veo y todo esto es su mundo, usted combina con todo esto… - Armando sintió en sus palabras un deja vu.

- Tal vez… según la sociedad, si, tal vez… incluso para la sociedad, esta Betty de hoy combina a la perfección. Pero eso no es lo que lo hace un día estupendo. Para mi, hay una gran diferencia a otras ocasiones con hoy, porque hoy es con usted que lo vivo. Hoy con usted tuve conversaciones agradables, me reí, pude apreciar mejor el crepúsculo, con usted las cosas más sencillas resaltan y se convierten en poesía…

- El champagne no es sencillo… - sonrió Betty solo por contradecirlo.

- No, no es sencillo, es lo que usted merece, y sin embargo para mí no es el champagne, es la compañía, no es el lujo del lugar, es la sonrisa que lo acompaña. – Betty suspiró. - Betty, me parece increíble... maravillosa la manera cómo me siento cómodo a su lado, cómo no pienso en nada más, cómo el mundo deja de existir, o más bien cómo ya no se siente complicado, o confuso o agobiante. Es hermoso cómo la descubro entre palabras sencillas, me siento ansioso de poder cambiar las tristezas de una niña o de una mujer que se sintió algo solitaria, y regalarle el mundo entero. Necesito más horas en el día, necesito más horas con usted, no quisiera tener que dejarla en su casa, sino llevármela conmigo siempre,  seguir disfrutándola, disfrutar de sus conversaciones, de sus risas, de su presencia, ¿y por que no decirlo?, de sus besos y su piel. Que divino sería que viviera conmigo… - Armando se detuvo, no quiso asustar a Betty yendo tan rápido en la relación que apenas estaba comenzando, pero luego se sorprendió con la respuesta de Betty.

- Lo sé… yo me he sentido igual. Debo reconocer que si se me han pasado por la mente pensamientos que me llevan al miedo, miedo de que sea yo quien esté soñando con usted cosas que tal vez sean apresuradas, a veces me da miedo que todo sea un sueño y volverme a despertar de golpe… sería fatal para mi…

- Noooo mi amor, no piense nada de eso, yo… - pero Betty le tomó la mano interrumpiéndolo.

- Tranquilo, lo sé… sólo le estoy diciendo que es como un reflejo lejano. Si, es cierto, sufrí mucho, pero debo reconocer que usted se ha empeñado en ser más que maravilloso, en todos los aspectos, marca completamente la diferencia del Armando que conocí al Armando de hoy. Le reconozco que en las noches me quedo pensando en usted y en todas las diferencias que consigo, como si fuese un juego, y no puedo más que sorprenderme. Tiene razón, más allá del lugar, es usted y lo que emana de usted, es su atención, son sus sonrisas, como me besa o me abraza, las cosas que me dice o como me hace reír con tonterías. Más allá de lo que me da, es el detalle de como se ofrece usted mismo a mi…

- Betty… - Armando se quedó embobados con lo divino que escuchaba de los labios de ella. – Y es mucho más todo lo que quiero y necesito darle aún…

- Si lo siento, Armando, gracias porque se ha esforzado en borrar toda esa cart…

- No la nombre! – la interrumpió. – por favor no la nombre, no quiero que lo recuerde más,  quiero que lo borre de su mente; quisiera que eso no haya existido, sé que no puedo retroceder el tiempo y borrarlo. Más que querer que sienta la diferencia, lo que quisiera es borrarlo, aunque sé que no se puede, pero lo juro que haré todo lo posible para que no lo recuerde nunca más.

Hicieron silencio un minuto viéndose el uno al otro, entre sonriendo y serios a momentos. De pronto Armando quiso probar una vez más encontrar una respuesta directa y con una sonrisa, tratando de disimular la seriedad de su pregunta, continuó.

- Se imagina viviendo conmigo?

- Ya lo he imaginado – nuevamente Armando se sorprendió de su respuesta. – no es difícil… usted lo hace fácil de imaginar. Creo que a pesar de que esto se siente como un comienzo, como si lo estuviese conociendo de hace unos días para acá, creo que nos conocimos desde antes, como Presidente y asistente, nos sentimos en confianza, había complicidad desde antes. Creo que hoy sólo estamos llevando todo a otro nivel. Y eso lo hace aún más cercano, más fluido, más íntimo…

- ¡Por Dios Betty! Gracias por quitarme ese peso de encima y decirlo con palabras tan precisas!!... pensé que era un loco por pensar de esa forma, como si estuviese apresurándolo todo. Y qué divino que lo piense y lo sienta así, qué divino coincidir… que divino es coincidir en esta vida con usted.

Todo su día fue interesante, genuino, calmado, pero la noche desbordó sus sentimientos. Armando se agradeció amarrar su bestia deseosa, y disfrutar de esta Betty sincera, inocente y sencilla, tan diferente de las mujeres que había conocido antes. Betty poco a poco se daba cuenta de que no estaba en un sueño, por increíble que pareciera, algo había pasado en el mundo que había decidido darle el regalo de este hombre, tan guapo, atento, detallista… enamorado; y se daba cuenta poco a poco que si bien Armando la veía físicamente como mujer, con deseo, ahora que estaba linda y cambiada, también se interesaba sinceramente en lo que ella decía, pensaba o sentía y le demostraba recordar y apreciar momentos vividos a su lado antes de que todo cambiara.

Para tristeza de ambos, la noche estaba terminando para ellos. Ambos salieron del restaurante, subiéndose al auto con el corazón un poco apretado. Para Betty era lo normal, pero Armando no podía sacar de su mente que quería vivir con Betty. Quería llevársela a vivir con él al apartamento, tenerla día y noche cambiando sus perspectivas del mundo, escuchándola hablar, saber sus pensamientos, conocerla cada vez mas. Siempre abrazados en el carro, con la música a volumen bajo, Betty apoyando su cabeza en el hombro de Armando, él con su brazo a su alrededor acariciando su cintura. Betty también pensaba en el apartamento de Armando, no vivir ahí con él, sino en el sueño que tuvo la noche anterior, su perfume cerca, su mano tocándola, la piel de su rostro con una sonrisa relajada. Se vio tentada a besar su cuello, posó sus labios suavemente e inhaló su perfume, él ladeó su cabeza y la apretó más contra él en su abrazo. Si, ambos sintieron lo mismo. Amor.

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Mis picaronas, aquí tienen la cita que debió ser, me encantó escribirlo, sólo romance y nada más, complicidad, que se conocieran, hablarán, caminaran de la mano, y ese sentimiento a flor de piel.

Espero lo disfruten como yo disfrute escribirlo.

Pueden por supuesto imaginar el grupo de rock favorito de Betty!! No pongo foto por los momentos, no hace falta ninguna. La foto la tienen en su imaginación

Sugerencias? Siempre las escucho.

Besitos en la nariz mis picaronas!!

Finalmente JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora