Capítulo 10. Dubái

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—¿Ya tienes las maletas listas? —reviso por tercera vez no dejar nada olvidado en la suite, dentro de unas horas sale nuestro vuelo a Dubái.

—Si Nathalie, no soy yo el que trajo todo su guardarropa.

—Para ti es fácil decirlo, sólo te pones el traje y ya, pero una mujer debe verse bien y más una que pretende ser de sociedad como yo —empujo la tapa de la maleta para tratar de cerrarla pero es inútil, Hassan se acerca a mi a ayudarme.

—No te imagino actuando como esas señoras estiradas.

—Tengo que hacerlo si quiero mezclarme bien en el nivel de los árabes.

—Mi contacto ya me consiguió la invitación a la apertura de la exposición de arte, Al Qadar confirmó su asistencia, es mañana por la noche.

—Excelente.

Hassan logró enterarse de algunos eventos sociales, benéficos y culturales a los que asistirá el árabe frío, o quizá el demente, con eso de que se hacen pasar por la misma persona, y está moviendo sus contactos para lograr colarnos en algunos, así tendré la oportunidad de acercarme a ellos de manera casual, no quiero ir directamente a buscarlos, eso podría levantar sospechas en ellos, serán esos dos los que vengan a buscarme a mi.

A veces pienso que el turco tiene sus secretos turbios, cosas como peleas clandestinas a muerte o un amigo hacker que le da la información que requiere no son normales, me da mas la impresión de ser un delincuente que un guardaespaldas, sin embargo eso no me inquieta, mientras haga a la perfección su trabajo de protegerme, y también la de hacerme gemir, que tenga los secretos que quiera, ya estoy acostumbrada a vivir rodeada de ellos.

Dejamos el hotel a primera hora, aprovechamos para desayunar antes de entregar el automóvil de alquiler y dirigirnos en un taxi al aeropuerto, mientras esperamos que anuncien nuestra salida recorro algunas de las tiendas, me entretengo en el Duty Free con los perfumes, decido llevar uno de Gucci para mi y uno para Hassan, será mi acompañante en la exposición de arte y debe estar a la altura. El mío lo pago con la tarjeta de crédito, el del guardaespaldas con efectivo, sé que esta información le llegará a Domm y no quiero otro reclamo de celos absurdos.

No son tan absurdos.

Bueno no, pero eso él no necesita saberlo. Comprendo que me estoy comportando como una perra con Domm, traicionando su confianza, usando su dinero y apenas lo llamo un par de minutos al día para preguntarle por las mellizas, pero ¿Qué puedo hacer? Soy una nueva Nathalie y los remordimientos no son algo que quiera sentir, estoy conociendo la verdadera libertad y la vida, ni Domm ni nadie me va a frenar.

El vuelo a pesar de ser muy largo se me hace tranquilo teniendo al turco a mi lado, esa serenidad y la chispa de cinismo hacen sus pláticas amenas, nunca he platicado con ninguna persona tanto, hablar con él es fácil, exponerle mis inquietudes y deseos también, sobre todo cuando me asegura que estará a mi lado pase lo que pase.

—Hassan —tengo que aclararle esto— Lo que pasó con Marek no es nada a comparación con lo que puede pasar con los árabes y espero que entiendas que tengo que hacerlo —asiente de manera rígida con los labios apretados— ¿Qué pasa? ¿Estas celoso? —arqueo una ceja— Tenemos un acuerdo, sólo sexo.

Aunque yo sea la primera en sentir otras cosas.

—Descuida lo tengo claro, no volveré a comportarme como anoche.

—Eso espero, no quisiera tener que regresar a que seas únicamente mi guarda espaldas.

En el aeropuerto de Dubái Hassan se encarga de alquilar un nuevo vehículo, uno a la altura de la mujer de sociedad que pretendo ser, esta ciudad es de millonarios extravagantes y no quiero desentonar. Él conoce un poco de Dubái pero no tanto como para andar sin el gps, introduce la dirección del departamento y me quedo sin respiración al percatarme que se encuentra Palm Jumeirah. Los recuerdos azotan mi mente como dolorosos latigazos.

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