Capítulo 18. Es mentira (parte 2)

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Después de comer con Ömar regresamos a su oficina un par de horas mas, Hassan está de lo mas tenso y no lo culpo, el árabe no le permitió comer con nosotros y me hizo ir en su auto dejando a mi turco como lo que es, mi guarda espaldas.

Esos dos se tienen un pleito como machos, lo único que les falta es levantar el pie y orinarme, lo cual me causa mucha risa, de Ömar no me sorprende, sé lo celoso que es y con Hassan las cosas se pusieron mas difíciles por mi estupidez de la mañana.

La cagué lo sé.

Mientras Ömar atiende a uno de sus socios por una video llamada bajo a la cafetería que hay en el piso quince con el turco, intento convencerlo de que se vaya, una vez que Ömar termine con esa llamada nos iremos a su casa y no quiero que haya mas desafíos de miradas aunque sean muy excitantes, estos dos van a terminar matándose si no hago algo para ubicarlos, ninguno de los dos es mi pareja, en todo caso el único que podría ponerse exigente es Domm, mi prometido.

—No puedes seguir reaccionando así con Ömar, él ya sospecha de nosotros.

—Sólo hago mi trabajo Nathalie, protegerte de ese mal nacido —me da una mirada sarcástica— Aunque parece que ya no quieres que lo haga —reprocha.

—No seas dramático Hassan, necesito tiempo y espacio con ellos —fijo mi vista en en sus ojos completamente seria— Deja de comportarte como un novio celoso.

—No estoy celoso y fuiste tú quien empezó a mezclar los sentimientos te recuerdo.

¡Oh, el turco empieza a sacar las garras también!

—Y yo te recuerdo que me dijiste que no habláramos de eso hasta terminar con lo que vine hacer —asiente aunque sé que está en desacuerdo— Cuando estemos frente a Ömar limítate a cumplir mis órdenes —su gesto de sorpresa e indignación me duele un poco pero es necesario que entienda cual es su lugar.

—Descuida, me limitaré a ser sólo tu escolta.

—¿Nathalie cierto? —un hombre se para junto a nuestra mesa impidiendo que siga la conversación con mi turco. Levanto el rostro para ver al sujeto de la exposición de arte— ¿Me recuerdas? Yves Deneuve —me extiende la mano y yo la tomo con una sonrisa.

—Por supuesto que te recuerdo Yves, que sorpresa encontrarte aquí —deja un beso húmedo en mi mano que se me hace desagradable.

—Tengo una oficina en este edificio.

—¿Ah si? ¿Eres empresario como Ömar?

—Soy abogado, Ömar es uno de mis clientes ¿Viniste a verlo?

—Sí, estoy esperando que se desocupe para irnos, pero que modales los míos, siéntate por favor.

—Sólo vine por un café y a estirar un poco las piernas, a mi edad estar detrás de un escritorio todo el día es fatal para las rodillas —me río módicamente, como lo hacen las mujeres estiradas de aquí.

—Yo te veo muy bien conservado —le guiño un ojo y el hace lo mismo— ¿De donde eres Yves? Se nota que no eres árabe.

—Soy de Francia —vaya es la segunda vez que conozco un francés en Dubái— Mi despacho de abogados tiene varias oficinas en Europa y Asia.

—Vaya, amigo de Ömar tenías que ser, dueños de medio mundo.

—Así es esto de los negocios internacionales. No los interrumpo mas —saca de del bolsillo interno de su saco una tarjeta de presentación— Si alguna vez se le ofrece algo señorita Nathalie estaré encantado de atenderla.

—Muchas gracias Yves, te tendré muy en cuenta —tomo la tarjeta con un movimiento delicado de mi mano

—¿De nuevo rondando a Nath, Yves? —la voz tensa de Ömar me sobresalta, esa que utiliza cuando me sorprende coqueteando con algún hombre— Voy a empezar a pensar que te interesa.

TINIEBLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora