Amún da dos pasos largos y se quita las gafa aventándolas sobre la cama, en menos de un segundo está sobre mi, apresando mi cuerpo sobre el colchón, con una mano sujeta las mías por encima de mi cabeza y con la otra suelta la toalla exponiendo mi cuerpo ante él, toda mi piel se eriza con su contacto su aliento acariciando mi rostro, mi sexo se contrae y mis latidos comienzan a ser erráticos.
¿Algún día dejará de tener este efecto en mí?
—Me importa una mierda si no te gusta mi posesividad, eres mía. —Da un beso duro a mis labios y sonrío.
—Ya dije lo que pienso —rebato con descaro—. No voy a soportar tus rabietas.
Con un movimiento rápido me da la vuelta sobre la cama y levanta mi trasero en el aire, su mano impacta mi glúteo derecho con fuerza, después lo hace con el izquierdo y un jadeo escapa de mi garganta, diablos, no sabía cómo extrañaba y necesitaba esto hasta este momento. Me azota varias veces provocando que mi sexo comience a humedecerse y los gemidos se hagan sonoros. Toma mi pelo y me levanta de un tirón estrellándome con su pecho firme.
—¿Necesitas que te azote para recordarte quien es tu dueño? —gruñe en mi oído.
—¿Eso fue un castigo? Me pareció mas una caricia —me burlo y jala mas fuerte mi cabello obligándome a arquear.
—¿Esto te parece una caricia? —Ambas manos van a mis senos, los aprieta sin clemencia, el dolor que me ocasiona me eriza de nuevo la piel y una contracción en mi vagina me hace juntar las piernas.
—Estás perdiendo el toque —digo con descaro—. La estúpida de Marceline te ablandó.
—Nadie me ha ablandado Abtikari —me habla al oído—. ¿Quieres que te recuerde lo que te puedo hacer?
Mierda, si quiero.
—Por ahora me interesa Marceline ¿Ya está en el sótano?
—Si, firmemente atada.
—Excelente, vamos. —Intento liberarme de él pero es imposible.
—Primero te voy a follar como he querido desde ayer.
Carajo, si.
Empuja mi cabeza contra el colchón y la entierra, su mano mantiene una presión constante que no me permite levantarme, lo escucho quitarse el cinturón con la otra y deshacerse del pantalón, ni siquiera tengo tiempo de prepararme cuando me embiste con ímpetu, como sólo él sabe hacerlo, certero y despiadado. El movimiento de su cadera es demencial, llega al fondo de mi vagina provocando espasmos tan dolorosos como placenteros.
Suelta mi cabeza para sujetar mi cadera con ambas manos, la mueve a su antojo adelante y atrás haciendo que el choque de nuestros cuerpos sea salvaje y ruidoso, joder con el demente y su posesión desquiciada, es la mejor del mundo. Vuelve a azotar mi trasero y las contracciones no se hacen esperar, mi sexo se estremece al rededor de ese demonio grueso y peligroso.
—Tu puedes decir lo que quieras pero tu cuerpo habla por si solo, me perteneces.
Tiene toda la jodida razón.
—Yo te destruí y te cree Abtikari, tu mente y tu cuerpo están marcados por mi, cada vez que digas que no eres mía te demostraré que tengo todo el poder sobre ti.
Iluso.
—Quizá me creaste pero no fuiste tu quien me destruyó, fue él —se detiene y gira mi cuerpo para quedar frente a mi, toma mi cuello y acerca su rostro hasta que su aliento acaricia mi piel.
—¿Qué dijiste? —Coloco ambas manos sobre su brazo intentando apartarlo de mi cuello.
—Ömar me destruyó no tú, puedes ser el dueño de mi mente y doblegar mi cuerpo pero él es quien posee mi corazón. —Siento como va apretando pero no llega a faltarme el aire.
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TINIEBLAS
RomanceTrilogía Oscuridad. Tomo 2. (Carrusel) ¿Qué es lo peor que te puede pasar en la vida? ¿Enamorarte de alguien peligroso con un oscuro secreto que seguro te destrozará o encontrarte a ti misma entre las tinieblas? Un monstruo solo puede crear a otro m...