—¿Qué quieres hacer mañana Abtikari? —lo miro con algo de sorpresa, él nunca me ha preguntado que quiero hacer, sus actividades favoritas son follar y tocar el piano.Me quita la maleta de las manos y caminamos al interior de la mansión, lleva uno de sus brazos sobre mi hombro y me mantiene pegada a él con firmeza a pesar de que Hassan ya se fue y que la casa parece estar desierta, pongo los ojos en blanco y suspiro.
Loco posesivo.
—Quiero ir de compras —declaro y espero su reacción, seguro se va a negar— Necesito ropa.
—Bien —accede sin problema— Pero a dónde yo diga y yo eligiré lo que te vas a poner.
—Ya te pareces a Ömar queriendo decirme que usar.
—Mi hermano nunca te pediría ponerte lo que yo estoy pensando —muestra una sonrisa morbosa que me divierte, ahora estoy intrigada por lo que tiene en mente.
Retorcida mente.
Dejamos mis cosas en mi habitación, es raro decir que es mía ya que solo estuve aquí quince días, y uno la semana pasada pero de alguna manera la siento familiar y mía.
Me cambio de ropa por una más cómoda, eso de traer tacones todo el tiempo es fastidioso, ya está anocheciendo así que me pongo un camisón con bata de satén y unas de las graciosas pantuflas que usan aquí y bajo a la cocina por algo para picar.
—Dulce niña no sabía que estabas aquí —Frederika me saluda con afecto— Pero que bueno que regresaste, cada vez que te vas Amún se pone muy irritado.
—Hola Frederika —le doy un corto abrazo— Lo sé, me apena mucho que pase eso.
—Sara sabe cómo ayudarlo, habla con ella.
¿Por qué todos se empeñan en qué él me supere? No lo voy a permitir.
—Lo haré —sonrío levemente y tomo asiento en la barra— Dime qué tienes hummus y pan de pita por favor.
—Claro que si ya te sirvo ¿Qahwah?
—Si por favor.
Mientras la mujer alemana prepara mi cena escucho las voces de Amún y Marceline hablar en árabe, acercándose por el pasillo, me molesta pero no tanto, cada vez se acerca más el momento de llevar a cabo lo que tengo planeado para ella. Ambos entran en la cocina con gesto tenso, inmediatamente Marceline baja la intensidad de la luz.
—Que romántico el ambiente —miro a Amún y toco el taburete a mi lado— Siéntate conmigo.
Lo hace sin demora, se coloca a mi lado y no pierdo el tiempo en abrazarlo y él en rodear mis hombros ante la mirada furiosa de Zanahoria y la conmovedora de Frederika, vaya es la primera persona a la que le da gusto vernos juntos, fuera de ella creo que nadie en esta casa aprueba que él y yo estemos juntos.
—Mi árabe favorito —digo al ver acercarse a Sara.
—Nathalie estás de vuelta —toma asiento frente a nosotros a lado de Marceline— Con razón te he visto más tranquilo —le habla a Amún y él solo se encoge de hombros con indiferencia manteniéndome pegada a su cuerpo.
—Yo no opino lo mismo —rumia Marceline y le dedico una mirada de desafío.
—Yo siempre lo veo tranquilo —digo inocentemente— Lo que pasa es que no saben tratarlo.
—Seguramente tú lo haces muy bien —bufa la estúpida en voz alta— Abriéndote de piernas cada vez que puedes.
—¿Lo dices por envidia Marceline? —suelto a Amún y me inclino sobre la barra hacia a ella— ¿Te da coraje que por más que te ofrezcas a ti no te las abren?
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TINIEBLAS
Roman d'amourTrilogía Oscuridad. Tomo 2. (Carrusel) ¿Qué es lo peor que te puede pasar en la vida? ¿Enamorarte de alguien peligroso con un oscuro secreto que seguro te destrozará o encontrarte a ti misma entre las tinieblas? Un monstruo solo puede crear a otro m...