Capítulo 45. El infierno los espera

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—¿Me mandó a llamar saydaa? —Miro al hombre que creí era un príncipe y resultó ser un monstruo.

Se acerca despacio a mí y mi cuerpo se estremece, estoy acostumbrada a que los hombres me toquen pero por alguna extraña razón saydaa me genera cierto temor a pesar de que no puedo dejar de admirar lo atractivo que es.

Lleva el largo cabello castaño sujeto en una coleta desenfadada y la barba tupida lo hacen ver varonil, es alto y fuerte, mucho más de lo que era cuando lo conocí.

—¿Sabes que día es hoy Nath?

¿Nath?

Alek saydaa es el único que me llama por mi nombre, él y Cinnamon, los demás me dicen Cherry. Ni siquiera antes de ser la cereza me decía por mi antiguo nombre, Vainilla. Cuando me nombraron la cereza estuvo presente en el anuncio a pesar de no ser aún quien dirigía el Burdel, pero venía seguido con Marek.

No dejó de mirarme con un gesto perturbador en todo el tiempo que permaneció frente a mí y por algún motivo las manos me sudaban cuando al moverse el aire traía a mi nariz el olor de su colonia.

—No saydaa. ¿Qué día es hoy? —Mantengo la vista en el piso y hablo en voz baja, Alek es un mal nacido que nos castiga por cualquier motivo.

El viejo saydaa Marek era enérgico pero no injusto como su hijo. Cuando él dirigía el Burdel comíamos mejor y los castigos eran solo cuando alguna de las esclavas provocaba problemas, no por tonterías como mirarlo a los ojos, es una regla no hacerlo pero si lo hacíamos sólo nos ordenaba bajar la vista, no nos azotaba por ese motivo. De un mes a la fecha las cosas han cambiado, desde que Alek se quedó a cargo del Burdel.

—Hoy es tu aniversario, cumples años en Saint Marie y dos siendo la deliciosa cereza.

Yo siento que ha sido una vida completa, he vivido más mierdas que una persona normal de mi edad. Hace mucho que dejé de tratar de medir el tiempo, es imposible hacerlo aquí y más cuando se está encerrada en la caverna, ahí el tiempo es subjetivo.

—Y tengo ganas de celebrarlo contigo. —Desliza una mano por mi hombro bajando el tirante de mi camisón, la piel se me eriza y el sonríe por el efecto que tiene en mi.

—¿Celebrarlo saydaa? ¿Cómo?

—Te voy a dar un regalo. —Toma mi mano y la coloca en su pantalón dejándome percibir su miembro erecto—. Te voy a follar como lo he deseado desde que te nombraron Cherry.

—¿Saydaa desea mi cuerpo? —pregunto en un hilo de voz bajando el otro tirante del camisón.

No puedo negarme aunque su presencia me genera escalofríos. El viejo saydaa Marek no reclamo mi cuerpo como lo hacía con otras esclavas, lo que me hizo pensar que no era tan atractiva como otras a pesar de que al mirarme al espejo me agradaba lo que veía.

"Soy demasiado delgada", es la explicación que me daba del porqué Marek no me pidió nunca, hay mujeres aquí con curvas mucho más sensuales que las mías, como Cinna.

Pero ahora Alek me desea.

—No sólo tu cuerpo Nath. —De nuevo mi nombre—. Eres la cereza porque eres la mejor, los clientes te piden, muchos vienen solo por ti y yo quiero que eso me pertenezca, eso que les das a los hombres que los vuelve locos por ti.

¿Quiere que yo le pertenezca?

De hecho ya lo soy, él es mi amo desde que me trajeron a este maldito lugar. Pero si yo le gusto, si en verdad le gusto podría querer tenerme sólo para él. Debo esforzarme en complacerlo, en hacer lo que he hecho en otros hombres, como Max, que se obsesione conmigo para que me tenga solo para él, o mejor aún, me de mi libertad. Dicen que su padre liberó a una esclava porque se enamoró de ella, quizá yo puedo conseguir lo mismo con Alek.

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