Capítulo 21. Abtikari

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Amún

Un grito desgarrador me sobresalta, abro los ojos en busca del origen del sonido, Abtikari a mi lado se zarandea como poseída, su cuerpo tenso está completamente empapado en sudor, está dormida pero sus ojos dejan salir lágrimas incontrolables y su gesto es de auténtico terror. Me incorporo en la cama y coloco las manos en sus hombros para que deje de agitarse pero resulta lo contrario y su boca se abre para dejar salir otro grito.

—¡No! ¡Son mías! —lloriquea.

—Nath. —La sacudo de los hombros—. Despiértate, estás soñando.

—¡No las toques! —Lanza golpes contra mi pecho.

—¡Nath despierta! —Coloco la mano en su nariz y boca impidiéndole el paso del aire, tendrá que despertar cuando sienta la falta de oxígeno.

No me equivoco, en cuestión de segundo abre los ojos y por un segundo parece perdida, inmediatamente fija sus ojos celeste en mi y me mira aterrorizada. Me da un empujón y salta de la cama retrocediendo sin quitarme la vista de encima, su cuerpo tiembla casi convulsivamente, camina hacia atrás hasta que topa con la puerta del armario, me pongo de pie y voy en su encuentro, no sé que soñó pero parece que aun no despierta del todo.

—¡Aléjate! —ordena en voz alta.

—¿Qué te pasa? Soy yo. —Pongo las manos en frente y en alto para que las vea, me acerco despacio pero se mueve de lado y corre hacia el baño y se encierra.

¿Que carajos le pasa a esta loca ahora?

Me siento en la cama y espero que regrese y me explique que fue todo eso, es notorio que tuvo una pesadilla y sea lo que sea que soñó le afectó mucho. Espero durante varios minutos y ella no sale, me canso estar ahí sentado como idiota y voy a buscarla, la puerta está cerrada pero eso no es problema para mí, busco algo puntiagudo en el tocador y encuentro una orquilla que utilizo para quitar el seguro y abrir la puerta.

Descubro a Abtikari sentada en el retrete con una navaja de afeitar en la mano, su pierna muestra un corte que sangra goteando sobre el piso en un pequeño charco rojo, sus dedos están manchados y su boca también, tiene los ojos cerrados con la cabeza tirada hacia atrás y se lleva los dedos a los labios para lamer la sangre que tiene en ellos, esa imagen me pone la verga dura instantáneamente.

—¿Qué estás haciendo? —Me hinco frente a ella y reviso el corte.

—Necesitaba algo que me centrara en la realidad —responde sin abrir los ojos, sus labios manchados lucen tentadores.

—¿Tuviste una pesadilla? —Asiente lentamente—. ¿Y necesitabas dolor para borrar el miedo? —Vuelve a asentir.

Sé lo que es eso, yo mismo he tenido esa necesidad, mi pequeña Abtikari es mas parecida a mi de lo que pensaba, ella comprendió a la perfección que la sangre es muy satisfactoria y que no debe temerle al dolor como la mayoría de la gente mediocre lo hace. La levanto en brazos y la llevo de nuevo a la cama, ella me mira con esos hermosos ojos que me hipnotizan, ya no veo el miedo en ellos, ahora hay deseo y perversión.

La dejo suavemente en la cama, el corte de su pierna me llama como un imán potente a lamerlo y sin esperar un segundo más lo hago, poso mis labios sobre ella y la beso, después deslizo la lengua recogiendo la sangre que emana, tan jodidamente deliciosa como la recordaba, el sabor me hace gemir, succiono con fuerza su herida extrayendo mas de ese néctar exquisito, ella jadea y enreda los dedos en mi cabello tirando con fuerza.

—Ven aquí —susurra—. Bésame

Subo por su cuerpo desnudo lamiendo la piel de su abdomen, ese aroma que desprende mezclado con el olor a sexo y mejor aun, con el de la sangre es absolutamente embriagador. Beso sus labios ensangrentados, su lengua acaricia la mía de una manera sublime, esos malditos besos que me hacen perder la cordura y que me duela la verga de las ganas de querer follarla otra vez.

TINIEBLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora