Epílogo

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Tres meses después.

Ömar.

Cierro los botones del abrigo ante la mirada de los ojos marrones que me observan con detenimiento, sus labios se curvan en una sonrisa leve pero cálida cuando mis ojos se encuentran con los suyos. Le devuelvo el gesto y termino de vestirme con dificultad pero solo, quiero largarme cuánto antes de este sitio, ahora sé el porqué de la repulsión de mi hermano a los hospitales, son, en una palabra, insoportables.

—¿Estás listo? —pregunta con su suave voz y asiento con una cabezada seca.

—Vámonos. —Me extiende su mano y toma la maleta, mi brazo inmovilizado aún duele y debo someterme a rehabilitación antes de poder usarlo como debe ser.

Sujeto su mano pequeña y salimos hacia el pasillo del Royal Brompton Hospital en Londres, los últimos dos meses he permanecido hospitalizado en este sitio atendiendo las heridas graves que me causaron los disparos, después de estabilizar mi estado general en Escocia pedí mi traslado a esta clínica, Edimburgo no me trae buenos recuerdos y prefiero mantenerme alejado de ese lugar.

Salimos al aparcamiento donde ya espera el chofer con la limusina para llevarnos a Kensington, antes de regresar a Dubái tengo algunos negocios que atender aquí. Con el respaldo de Rajid Sulaymani que atrajo de nuevo a algunos socios y el de mi nueva socia inversionista Al Qadar Petroleum Corp. ha logrado levantarse y comienza a salir del bache en el que había caído aún sin estar yo en la dirección, gracias a Nahid y a Yves he podido mantenerme al corriente de lo que pasa en la empresa.

—¿Va a venir? —Su voz tímida me hace ver qué ella aún no se siente del todo a gusto con su presencia y quizá nunca lo esté, pero es algo a lo que deberá acostumbrarse.

—Si, no debe tardar. —Levanto la vista y justo veo aparecer el automóvil de Marek.

Nahid se tensa y presiona un poco más fuerte mi mano cuando ve descender a la hermosa rubia de ojos azules que sabe es la dueña de mi corazón, lo será por siempre. Nath me sonríe pero frunce el ceño al verme tener la mano de Nahid sujetando la mía. Me suelta y sube a la limusina, prefiere no tener enfrentamientos con Nath y la comprendo, mi Damiya da miedo cuando está molesta por algo.

—Hola árabe frío —murmura estrechándome en un abrazo cauteloso que me remueve todo por dentro y me hace dudar de mis decisiones, como siempre lo ha hecho.

—Damiya. —Cierro el brazo izquierdo alrededor de sus hombros y acaricio su cabello.

—Creí que mi padre y yo te llevaríamos a tu casa —musita separándose de mi con el entrecejo fruncido y dando un vistazo al interior del auto.

—No creo que Marek y yo volvamos a tener algún día la misma relación que tuvimos. —Echo un vistazo a su vehículo y veo como su padre me mira con furia.

—Él sabe que te amo. —Sus palabras duelen, atraviesan mi pecho como una bala, como las que atravesaron la espalda de mi hermano de mi hermano—. Ya aceptó que si quiere permanecer a mi lado será como lo que es, mi padre.

—Me da gusto saber que por fin pudiste arreglar las cosas con él, después de todo te quiere en verdad.

—Yo creo que lo que lo mantiene a mi lado es el dinero, sigo siendo la dueña de los casinos y eso no va a cambiar. —Se ríe un tanto cínica recordándome a la mujer altanera y manipuladora por la que perdí la cabeza hace unos meses.

—En una semana regresamos a Dubái —abordo el tema, no quiero seguir alargando lo inevitable—. Solo voy a atender unos negocios en los próximos días y después nos vamos.

—¿Nos vamos? —pregunta confundida y me doy una bofetada mental, debo elegir mejor mis palabras—. Sabes que no puedo ir a Dubái, al menos no ahora.

TINIEBLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora