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—¿Se te perdió algo?— Lo mira arqueando sus cejas.

Elian achina sus ojos al ver a la rubia más que instalada en nueva oficina de la propiedad...

Traga saliva y observa a su alredor, cómo ella parece que se estuvo poniendo al día, ordenando las cosas cómo le agrada. 

Aquello lo frustra por completo, acaba de salir de la clínica y ya esta haciendo todo lo que se le dijo que no hiciera, menos hacer reposo.

Aprieta sus manos en puños aguantando la catarata verbal de insultos que quiere dedicarle por su comportamiento.

—Deberías de decirle a Franco que te ayude a mover muebles la próxima vez, ya que no podes hacer esfuerzo.— La mira molesto y ella sonríe burlona.

—Lo hice, justamente trajo a dos gorilas de los tuyos y me hicieron los cambios que yo quise.— Arquea las cejas en su dirección.

Elian la analiza por unos minutos y finalmente suspira y asiente.

No va a desmentir su palabra, pero luego corroborara su versión con quién deba hacerlo, ya que dejo estrictas reglas de que no quiere que Olivia este haciendo movimientos por demás, que su cuerpo no puede tolerar.

—Tengo que presentarte a alguien.— Le hace un movimiento de cabeza para que ella salga de la oficina y lo siga.

Ella suspira —¿Es necesario que sea justamente ahora?— Indaga aburrida.

—Por eso mismo estoy acá, Olivia... Vamos.— Elian arruga su entrecejo y asiente para que ella lo siga hacía el salón principal de la casa...

—¿Alguna noviecita nueva con la que vas a engañar a tu esposa?— Canturrea. —Porque realmente no me interesa conocer a las personas que son capaces de acostarse con vos.— Se burla rodeando los ojos.

Al mismo tiempo qué ambos bajan las escaleras.

—Vos sos una de ella, te recuerdo.— Arquea sus cejas burlón, sin girar a verla.

Olivia aprieta sus labios y acomoda su reloj pulsera en un gesto desinteresado. —Por obligación.— Responde.

Elian traga saliva en seco y su espalda se tensa.

Ella lo puede notar a la perfección y da un pequeño salto, por dentro, de felicidad al haberlo molestado de tal manera, porque claro que se lo merecía.

—Y qué quede claro yo no te engaño, Olivia.— Aprieta sus nudillos y su mandíbula por igual al escucharla decir aquellas palabras.

La rubia suelta una ligera carcajada que sólo hace que el humor de Elian se incremente para peor...

Pero aquello claramente la tiene sin cuidado.

—No, claro... Sólo contratas prostitutas para que te laman el miembro.— Sisea rodeando los ojos cuándo ambos llegan al final de las escaleras.

Morek y dos hombres más los están esperando en el comedor, de pie y con sus brazos cruzados sobre sus pechos.

Olivia los analiza rápidamente con la mirada, corroborando que claramente son hombres de Elían por aquella característica manera de vestir.

—Porque mi esposa no lo hace.— Sonríe sabiendo que sería una buena manera de cerrar sus rosados labios.

Ella alza su barbilla y niega con la cabeza.

Iba a mantener el respeto que sus padres le han inculcado y no emitiría sonido alguno sobre lo que acaba de escuchar en boca del castaño, porque su respuesta desembocaría en otra discusión típica de ambos.

OLIVIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora