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Elian espera a Olivia sentado en uno de los sillones de la habitación que ahora, ambos comparten, está agotado, por sobre todo, mentalmente, tanto que siente la necesidad de estar cerca de ella a todo momento.

Olivia sale del cuarto del baño ya cambiada, y se sonríe al verlo allí.

-Crei qué no vendrías.- Hace un tierno puchero con sus labios.

Aquella noche no era como las otras.

Y la pareja de casados lo sabía.

-Estaba desesperado por verte.- Admite ronco.

Tanto qué no había perdido el tiempo hablando con Franco frente a frente, sino que le había enviado unos rápidos rápidos mensajes de WhatsApp, para terminar de coordinar todo.

-¿Estás bien?- Se acerca a él.

Vestida con unos jeans y una camiseta sin mangas, su cuerpo era toda una provocación.

No necesita más artificios, de hecho, Elían que los evita siempre, tratando sin éxito de pasar desapercibida, pero es que era imposible no clavar los ojos en ella.

-Tengo muchas cosas en la cabeza.- Olivia toma asiento encima de él.

Clava sus ojos rasgados en los de él, cómo diciendo "cuida de mí".

-¿Tu hermano respondió?- Mueve su cabeza a un costado, acariciando su cabello castaño.

Elian frunce su entrecejo. -¿Cómo sabes que le mandé el vídeo?- Sisea ronco.

Olivia sonríe obvia. -Estamos casados, Elían, y puede que supiera muy bien cómo guardar mis sentimientos hacia vos, pero no necesito ser obvia, para darme cuenta de cómo sos y de cómo vas a actuar dependiendo del momento.- Le guiña un ojo.

Elian la toma de la barbilla y planta un beso en sus labios.

-Te amo, Olivia, no voy a dejar qué nada te pase.- Sisea.

Ella asiente, apretando sus labios.

A continuación, una leve sonrisa se dibuja en el rostro de Elían y el pacto de ambos queda sellado.

Así desde hacía más de un año.

Eso era todo.

Y, sin embargo, era suficiente, para los dos.

Elian acaricia su cabello húmedo... La camiseta, deja desnuda la parte superior de su espalda, por dónde las gotas se deslizan, curiosas, tratando de penetrar más abajo.

Él observaba los pequeños montículos que dibuja su columna, mientras la tela, humedecida por el efecto del agua, le va revelando progresivamente, la ausencia de sujetador.

Entre eso, y la posición, que hacía que su magnífico trasero se le insinuara, como una involuntaria ofrenda, su excitación iba en aumento.

-Te necesito.- Murmuró en su cuello.

Elian, también, pero tenían invitados, y por más que hubiera bromeado para con su mejor amigo sobre ese tema en puntual, no quería poner a su mujer en evidencia y menos con menos obligarla a algo, que quizás la podía llegar a incomodar de inmediato.

Elían la hace recostar en el sillón, a modo de respuesta, pero él no se queda apoyado cómo se encontraba hace minutos, se pone de pie y se dirige hacia los enormes ventanales, abre uno y un soplo de aire fresco penetra en la habitación.

Toma asiento en un sillón, contemplándola.

-¿Te vas a quedar ahí?- Lo mira mordiendo su labio inferior.

OLIVIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora