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Olivia llega hacia a la cocina envuelta en furia.

Franco se da media vuelta para observarla de reojo, mientras que corrobora su mal humor, y vuelve una vez más a terminar de preparar el platillo para Iván.

—¡No puedo creer!— Brama quitando las lágrimas de sus ojos.

—Tranquila, Barbie, qué vamos a necesitar que Sebastián también te atienda a vos.— Suelta rodeando los ojos el mejor amigo de su esposo.

Ella saca la lengua atando su cabello con una liga. —¡Creó quizás no te quedó claro que ni siquiera tengo ganas de verte a vos!— Demanda haciendo un pequeño puchero con sus labios.

Había sido un gesto completamente involuntario, y que en realidad, era más bien más que para ella, que para él.

—¡Yo quise venir a la cocina para hablar con vos, así que de igual manera supongo que me vas a tener que escuchar, cómo así también te aseguro que es un mejor plan estar con mi compañía que estar llorando vos sola en tu habitación!— Se burla cinico, mientras que la señala.

—¡No estoy llorando!— Exclama con un pequeño grito.

Qué espera realmente no haya llegado a oídos de Elián, ya que eso sería, incluso, mucho más vergonzoso de lo que ya era la situación.

—¡Cómo digas, Barbie narco!— Canturrea con una sonrisa sarcástica y coqueta en su rostro.

Olivia le hace un gesto con el dedo del medio de su mano, y luego suspira intentando poder encontrar un poco su eje y calmar los nervios.

Estaba quedando cómo una completa histérica, y por supuesto, que eso no significaba, en realidad, que lo estuviera.

Lamentablemente no quería mostrarsé de ese modo para con ellos.

—¡Qué alguien me recuerde porque accedí a venir a la cocina con vos!— Suela cínica.

Iván sonríe. —Porque te haría bien poder tomar algo, y ya que Franco me está haciendo de comer probablemente vos podrías comer algo también.— Sisea.

El escepticismo que tiene para hablar realmente es envidiable.

Por eso mismo la rubia no hace más que quedarse en silencio haciendo morisquetas con su rostro.

Si creía que su hermano menor era realmente insoportable cuándo se lo propone, realmente le había estado faltando el respeto durante todo este tiempo, porque había claramente alguien más insoportable que Emmett, y esa persona era nada más y nada menos que Iván.

Franco observa por unos instantes una vez más. —Si la puedo ayudar con algo me lo hace saber, por favor, señora Olivia.— Es lo único que sale por sus labios.

De ninguna manera era un buen momento para ponerse a meter algún bocadillo indiscreto y, menos que menos, para llamarle la atención respecto a que él, cómo primera medida, y con anterioridad le había aconsejado no acercarse hacia el castaño.

—Si me sacaste de la estúpida sala tan sólo para no molestar a tu mejor amigo no te preocupes que solo tomare un café y me voy a consumirlo a un lugar muy lejos de vos.— Exclama colocando sus ojos en blanco.

Acercándose hacia la cafetera.

Franco la observa negando con la cabeza. —Permitame qué finalice de emplatar esto y ya le hago su café.— Propone con voz algo autoritaria, pero siempre siendo muy amable.

Olivia arquea sus cejas cínica. —¿Es en serio? Se perfectamente cómo usar una cafetera, Franco, de igual manera que usted sabe perfectamente que me gusta hacer las cosas por mí misma.— Se burla rodeando los ojos.

OLIVIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora