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Olivia se encuentra mirando hacia la ventana, era innecesario que estuviera usando su teléfono porque las personas con las que quería tener contacto no responderían, y en caso de qué esa fuera una posibilidad, ella no los llamaría tampoco para no entrar en distracción, por eso mismo hasta Iván despertara sólo se quedaría pérdida en la vista de la ciudad.

Estaba cansada, todo en ella olía a sangre y era asqueroso, se había podido lavar las manos y el rostro pero no estaba segura de que eso fuera suficiente, ya qué sus prendas tenían sangre de Iván.

Toma su teléfono para hacer una pequeña llamada telefónica.

—Señorita Olivia. ¿Está todo bien?.— Franco desde el otro lado de la línea, y literal de la puerta responde su llamado.

Ella suspira cerrando los ojos. Intentando hablar en voz baja.

—Lamento molestarte, quiero qué por favor, te ocupes de todo lo que Sebastián crea necesario para la pronta recuperación de Iván, qué cuándo lleguemos a la casa su habitación esté en perfectas condiciones y con todo lo qué él desee, desde sus comidas favoritas hasta su colonia y shampoo de siempre.— Demanda.

Sentía, de cierta forma, que tenía que hacerse responsable de todas esas comodidades, primero principal porque se lo merecía. Y porqué ahora, era una persona qué tenía que ser tratado con mucho cuidado, agregándole el pequeño gran detalle, de que tenían que intentar quitarle la menor carga posible de tareas a su esposo.

Sabiendo, y estando más que segura de que él quería que todos esos detalles estuvieran a la altura de las circunstancias.

—Por supuesto, señorita Olivia, Sebastián me dio los medicamentos pertinentes, y ya contacté al kinesiólogo que se ocupará de su rehabilitación, la habitación Está en perfectas condiciones como siempre habilitada para él, y me tomé el atrevimiento de comprar algunas cosas qué son de su gusto y agrado, puede estar tranquila.— Asegura.

Ella suspira aliviada, —Gracias, Franco, perdón la molestia, si tenés alguna novedad hacemelo saber, por favor.— Aprieta sus labios.

—Asi será, ¿Usted está segura qué no precisa un cambio de ropa?— Cuestiona.

Olivia se mira y sonríe. —Estoy bien, gracias, Franco.— La rubia, corta la llamada luego de esa respuesta.

Olivia cierra los ojos y suspira, manteniendo el teléfono en su mano y no pudiendo dejar de pensar en que toda esta situación se les había desbordado por completo ante la locura que tenía Malcolm en su cabeza.

Si bien, ellos no eran unos santos y lo tenía demasiado en consideración, no creía que una persona pudiera llegar a tener tanta violencia y envidia hacia alguien de su familia, cómo sucedía en este caso con Malcom y Elián.

Iván sonríe. —¿Me tienen que moler a golpes para qué me vengas a ver, Barbie narco?— Remoja sus labios delicadamente.

Olivia coloca sus ojos en blanco, no se había dado cuenta de lo mucho que anhelaba escuchar su voz, hasta que por fin lo hizo.

—Si lo hubieras pedido nos hubiéramos ahorrado mucho, incluso estar toda ensangrentada.— Sisea maldiciosa.

Iván vuelve a reír, pero hace una mueca con su rostro al hacer esfuerzo de más. —¡Me gusta ser dramático, Barbie!— Le guiña un ojo.

Olivia se levanta torciendo su entrecejo, con su peor rostro de preocupación y de enojo, a la vez. —¡Despacio, Iván, acabas de salir del quirófano!— Le recrimina.

Lo ayuda a ponerse un poco más recto y controla qué no se haya echo daño con sus movimientos bruscos. Incluso se fija de manera meticulosa qué sus heridas no estén abiertas.

OLIVIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora