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—¡Esto no puede pasarme, no ahora!— Hace un puchero y niega con la cabeza.

Se mira las manos y vuelve a negar, se estaba dando cuenta, poco a poco, de lo que había terminado de hacer hace muy instantes para con el castaño.

Y por más que sonará lo bastante ilógico, en el momento había sido tan sólo una sensación de su cuerpo al estar, prácticamente, desesperada por también sentir de esa manera todo lo que había estado sintiendo por él.

No se había puesto a pensar en las sensaciones que luego habría en su cuerpo al volver a tener sexo con su esposo, y menos que menos, se había puesto a pensar en las consecuencias que eso podía llegar a determinar, tanto en sus pensamientos, cómo, así también en cómo ella se sentía.

Hay algo que no se le olvida de su mente y es  que sé había ido de la casa por algo en particular, y justamente ese algo en particular habían sido las palabras tan contundentes, directas y frontales que el castaño había tenido para con ella.

Se sentía estúpida, y lo peor de todo esto es que se echaba la culpa continuamente, solamente para ella misma, y no lo estaba reflejando en realidad en Elian, porque sabía qué, en definitiva, él no tenía la culpa de nada de lo que estaba ocurriendo en su cabeza, al menos.

Las cosas con él se habían dado de esa manera porque ella lo había permitido y no había sido obligada, ni se sentido en la obligación de complacer a la otra persona.

Tan sólo fue la infusión de su cuerpo que se mostraba desesperada por tener contacto con él, y por volver, una vez más, a recrear todas esas sensaciones que Elián podía llegar a causar en ella.

Siendo, en un principio, la alternativa perfecta para poder evaluar en realidad cómo es que se sentía respecto a toda la situación y quizás poder encontrar la respuesta que tanto necesitaba, para darse cuenta de que no era, tampoco, una locura lo que él le estaba proponiendo.

O tal vez, siendo lo qué más había estado cruzándose por su cabeza, de lado a lado, durante todo este tiempo, ya qué era lo primero que había pensado al sentir está inexplicable emoción y sensación qué el castaño lograba culminar en ella, para poder convencerse de que no era lo que quería.

De qué no estaba preparada para tener una relación más allá de la que ya tenían ambos, que no estaba preparada para tomar su mano y sonreírle cómo si fuera lo más obvio del mundo, que no estaba preparada para poder escuchar todos los días las bonitas palabras qué él pudiera llegar a decirle, y menos que menos, no estaba preparada para cualquier tipo de situación que pudiera llegar a presentarse en la cotidianidad de Olivia y Elián siendo pareja.

Todo se había dilatado de una manera completamente ilógica y se había vuelto en su contra.

No había podido ser consciente de que se estaba dejando llevar por las emociones y por el deseo inaudito de volver a estar entre tus brazos.

Se recriminaba que no era lo suficientemente fuerte cómo para poder reprimir cada uno de esos deseos tan potentes que lograba el castaño general en ella, y a pesar de todo, lo que más se recriminaba es que creía que podía con todo lo que estaba pasando.

Siendo por demás consciente de qué lo que había hecho, de irse de la mansión y exponer a una persona cómo su custodio a un terrible final, no había servido prácticamente de nada.

Y a esta altura luchar contra lo inevitable ya no valía la pena.

Lamentablemente, para Olivia, había tenido que pasar toda esta situación para darse cuenta de que no servía de nada, que prácticamente había estado perdiendo el tiempo, comportándose cómo una cría al seguir insistiendo en que no había estado en absoluto bien el hecho de exponer de esa manera a su custodio, sabiendo que el pobre hombre no tenía la culpa.

OLIVIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora