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—¿Te mando a llamar Sebastián?— Elian bufa dejando lo que queda de su cigarrillo a un costado.

Iván sonríe desde el otro lado de la línea, y aquello se hacía más notorio ahora que estaba en altavoz.

—¿Acaso eso importa?— Relame sus labios.

Elian pasa una mano por su cabello algo frustrado, aún podía escuchar las risas de Olivia y Emmett en la sala.

A pesar de que había pasado la tarde trabajando, entrenando en su gimnasio privado, y ahora nuevamente, continúa con el trabajo en la oficina.

Quería poder lograr que tres entregas se hiciera durante esta semana si o si, así podía asegurarse de que el comprador cerrará el trato con ellos.

De aquella manera llenaría aquellos ejércitos también de drogas, lo cuál era su negocio nato.

—Es más que obvio que me estás llamando porque él te fue a contar.— Se queja.

Iván sonríe. —Por ahora tengo voto propio... Y hago las cosas por mis propias convicciones.— Sonríe divertido.

—¡Estoy ocupado, Ivan!— Sisea de mal humor. —¿Que es lo que pasa para que me llames?— Vuelve a tomar su cigarrillo para darle una calada lenta.

Su amigo rueda los ojos.

—Mañana iremos a ver el entrenamiento de los reclutas, se que querías conseguir personal para el penthouse, por eso te llamaba.— Comienza.

Elian suspira dejando ir el humo al mismo tiempo que cierra los ojos.

—¿A qué hora?— Frunce su entrecejo e intenta buscar en su ordenador la agenda que siempre Franco le mantiene al día y coordinada.

—Me puedo ajustar el horario que necesites, se lo importante que es para vos tu equipo de trabajo.— Explica.

El castaño achina sus ojos al encontrar la agenda y observar que prácticamente no tiene un sólo espacio, pero suspira.

—Medio dia.— Demanda ronco.

—Te espero en casa.— Puntualiza.

Su amigo asiente mordiendo su labio inferior. —¿Por que no por tus oficinas?— Indaga

—Franco, quién maneja tu seguridad junto a mis consejos, coincide conmigo en que no sigas una rutina obvia.— Explica con calma.

Darle una orden o demanda a Elian no es para nada de su agrado.

Por eso mismo puede esperar cualquier reacción por su parte.

Elian sonríe burlón. —Ultimamente se preocupan mucho por la vida ajena, deberían ocuparse de la propia.— Sisea apoyando el filtro del cigarrillo en el cenicero para luego tirarlo al cesto de basura.

Ya que detestaba el aroma del mismo.

—Deberias de estar acostumbrado, hermano, te dejo divertirte con tu trabajo.— Se despide no esperando saludo de su parte.

Él, por su parte, suspira dejando el teléfono a un costado, al mismo tiempo que envía un mail hacia Franco para que pueda coordinar la agenda inmediatamente, y así tener todo entrelazado.

Ya que así no se le pasarían sus tareas más importantes.

Detestaba que las cosas se le pasaran y todo aquel que trabajaba a su lado lo sabía...

Ni siquiera tiene tiempo a quejarse que su teléfono está sonando, pero no es el mismo con el que atendió a su mejor amigo, sino que es el que utiliza para sus negocios.

OLIVIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora