Capítulo 46

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Poché

125 días dentro del Hospital

— Siete –digo con la voz cansada — Ocho –puedo hacerlo — Nueve...

— Uy pero que tenemos aquí –escucho desde la puerta, pero no hago caso.

— Diez –vuelvo a hablar.

— ¿Necesitas ayuda? –pregunta mientras veo como se recuesta en el umbral de la puerta y se cruza de brazos observándome.

— Solo necesito que te vayas –digo entre dientes —Once –regreso al conteo.

— ¿Qué es una súper estrella sin un entrenador? –responde de forma burlona y yo ruedo mis ojos.

Él no se irá y no me apetece que me vea mientras hago ejercicios.

Paro los movimientos y me levanto de la colchoneta que Adela me trajo para mi serie de abdominales; Debo hacer cien diarias, pero lo hago en secuencias de once en once. Forma parte de la serie de ejercicios que me ordenó la doctora Muñoz, trato de mantener mi cuerpo en forma y saludable, quiero cuidarlo. Quiero cuidarme.

Veo la hora en el reloj 5:36 p.m.

Desde que me levanté está mañana e hice toda la rutina que suelo hacer cada día, me he sentido más ansiosa de lo normal. Es como si los nervios se apoderaran de mi cuerpo al punto de querer controlarlo. Por eso, después que terminé las sesiones con mis doctores y volví a mi habitación, me he enfocado únicamente en dibujar, leer, o como ahora, hacer ejercicios.

Enrollo la colchoneta y la guardo en uno de los cajones, camino hacia el sofá y agarro la toalla limpiando el sudor en mi rostro.

— Puedo sentir tu mirada –murmuro con la toalla aun secando mi cara —es extraño, date vuelta.

Escucho que se ríe, aparto la toalla y veo que efectivamente se dio vuelta. Aunque el doctor Robles me ha demostrado que puedo confiar en él, aun no puedo sentirme cómoda con ciertos tipos de miradas. De cualquier persona en general.

— ¿Estás entrenando para algún tipo de olimpiadas que harán aquí y que no me han contado? ¿o que haces? –pregunta de espaldas a mí.

Camino en busca de la botella de agua y me bebo todo el líquido, cuando termino la tapo dejándola en su sitio y agarro la manzana que Adela me trajo hace unos minutos. Le doy un mordisco regresando mis pasos hasta el sofá y me siento.

— ¿No tienes amigos o algo así? –doy otro mordisco a la manzana —no es horario para que estés aquí –veo que se da la vuelta y finge una expresión de ofendido.

— Primero –comienza — ¡Auch! eso fue muy grosero de tu parte, por supuesto que tengo amigos, por ejemplo, tú –camina hasta sentarse en el sofá frente a mí y yo sigo comiendo mi manzana —y segundo, me alegra mucho verte así. Estás tan radiante, de verdad me alegra, María José.

TOC Trastorno Obsesivo-Compulsivo | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora