Capítulo 45

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Poché

Doy pasos torpes hacia atrás hasta chocar contra el sillón en el que antes estaba sentada. Mi pecho arde, mis ojos pican por el llanto que quiere salir.

Ella estaba aquí.

Estaba aquí y estaba con otras personas.

«¿Qué significa eso?»

«¿Qué significa entonces lo que dejó en mi habitación?»

Porque sé que fue ella, nadie más conoce lo que nos decimos cuando nos besamos, solo ella y yo.

Me siento en el sillón tratando de repasar mentalmente cada una de las cosas que vi, tratando de pensar que debe haber una explicación más allá de la que me está rompiendo el corazón.

Quizás ella estuvo aquí porque quería visitarme.

Quizás estaba buscando la manera de verme.

«O solo vino a dejar en claro que yo ya no soy nada para ella»

Dios. Duele muchísimo. Me duele mucho el corazón.

Trato de ahogar mi llanto, de no llorar por algo que ya sabía, que ya imaginaba. Por supuesto que ella me dejó. Por supuesto que lo haría. ¿Quién amaría a la freaky?

Duele demasiado.

Mi respiración se entrecorta al punto en que empiezo a sentir la habitación más pequeña.

— Ahora no, por favor... -murmuro con una mano apretando mi pecho —Por favor, Diosito... ahora no.

El aire comienza a cortarse y a sentirse toxico. Mis pulmones comienzan a rechazarlo.

«Ella estaba tan sonriente»

Ella no se veía triste, no se veía como alguien que extraña a la persona que dice que ama.

La habitación sigue haciéndose cada vez más pequeña y trato inútilmente de tragar bocanadas de aire. Siento que me asfixio.

— Ahora no –sigo murmurando ya sin fuerzas —No cuando ya había mejorado...

Trato de levantarme para caminar hacia la puerta... Necesito que Adela venga, necesito que venga. Pero mis piernas fallan y caigo de bruces en el suelo. Siento mi cabeza rebotar con el impacto y un gemido de dolor desgarra mi garganta. Y luego siento un líquido recorrer mi frente. Quiero levantarme, quiero irme, pero justo ahora, el suelo me parece el lugar más perfecto del mundo.

Escucho que abren la puerta y luego una voz...

— Súper estrella, me dijeron que estabas... Pero Dios mío ¿Qué te pasó? –alguien me empieza a tocar la cara abriendo mis parpados que ya se sienten pesados —Hey... María José, no te duermas –dice y siento desespero en su voz.

TOC Trastorno Obsesivo-Compulsivo | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora