Capítulo 41

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Violet fue a la habitación de Harry, que estaba justo al lado de la suya, cuando ya era bastante entrada la noche. Tocó una secuencia de ocho golpes divididos en pares rápidos y los dos últimos separados por un segundo, una clave que habían inventado para identificarse.

En la habitación de los gemelos aún se escuchaban ruidos sospechosos; a saber qué maldición le estarían poniendo a la insignia de su hermano. Ya suponía que no convenía tenerlos de enemigos.

Harry abrió la puerta mientras se ponía los lentes con aspecto perezoso.

— ¿Ya estabas dormido? —preguntó Violet.

— Lo estaba intentando.

— Solo quería decirte buenas noches, hoy no tuvimos oportunidad de hablar en la cena.

— Siempre es así con los Weasley.—comentó el muchacho con una sonrisa que sugería que aquello le gustaba.

— Ellos son increíbles.

— Lo se.

Violet quería contarle todo lo que había pasado ese día y preguntarle que habían hecho él y sus amigos mientras ella no estaba, pero por alguna razón solo preguntó: — ¿Ya terminaste de empacar?

— Eh... —Harry parecía avergonzado. Tras él, en el piso, junto a un espejo de cuerpo entero, estaba su baúl con una montaña de ropa y libros que nunca podrían caber con esa desordenada forma de arreglar que tenía él.

La chica giró los ojos y apuntó con la varita al montón.

¡Bauleo! —exclamó mientras movía la varita; todas las cosas del muchacho se arreglaron mágicamente y el baúl se cerró con un click.

— Ah, gracias ¿como es que puedes hacer magia fuera de la escuela?

— Mmm, no lo se, ¿tal vez por que no me dejo pillar? —Violet prefirió alejarse antes de verse más sospechosa— descansa, nos vemos mañana.

— Ok —cuando Violet estaba a punto de cerrar la puerta de su propia habitación, el chico la llamó— ¡Eh, Vi! ¿todo fue bien con tu tía?

— Si, mañana te lo contaré todo.

Ambos sonrieron y cerraron las puertas.

Violet se fue a la cama con una sonrisa en su rostro, por fin podría ir a Hogwarts. Se quedó dormida con la imagen de interminables pasillos de piedra y de Severus, Harry, Cedric, Dumbledore y todas las personas que había conocido, dándole la bienvenida con una sonrisa.

La despertó Tom con una taza de café y una sonrisa alegre y desdentada.

— Los señores Weasley la esperan para tomar el desayuno, señorita Bancroft.

— Muchas gracias, Tom, díles que bajaré en un momento.

Arthur Weasley estaba leyendo el Profeta mientras se tomaba una taza de té; su esposa hablaba con Hermione y la única de los Weasley mientras las tres se reían como si compartieran un secreto.

Tomaron un desayuno rápido y luego Tom transportó sus pertenencias a los autos de ministerio que esperaban estacionados afuera del Caldero Chorreante.

El señor Weasley, de una manera que intentaba no ser sospechosa pero que lograba todo lo contrario, condujo a Harry a través del corto trecho de acera hasta el primero de los dos coches antiguos de color verde oscuro, los dos conducidos por brujos de mirada furtiva con uniforme de terciopelo verde esmeralda.

Harry, Ron, Hermione y Percy se apretujaban en la parte de atrás de uno de los autos mientras Violet, Ginny y los gemelos se sentaban juntos en el otro, los señores Weasley, haciendo de co-pilotos, completaron la marcha hacia la estación.

La Princesa de la Alquimia (Harry Potter Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora