Capítulo 27

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Cornelius Fudge, pequeño y corpulento, vestía un elegante traje verde botella, –Violet lo reconoció gracias a haberlo visto tantas veces en las fotografías del profeta– los esperaba en la parte alta de una escalera de pasamanos labrado en madera.

– ¡Por las barbas de Merlín! –Exclamó el ministro– Pero si es Violet Bancroft, en carne y hueso.

Violet supuso que era justo ese momento cuando debía empezar a actuar.

– Señor ministro, –dijo la chica adelantándose– es un placer para mi haber recibido su invitación.

El hombre comenzó a bajar las escaleras rápidamente.

– ¿Cómo no invitar a la hija de Elizabeth y Robert Bancroft a la casa de este humilde servidor? –el hombre llegó a la altura de Violet y le tomó la mano– he sido siempre un gran admirador del trabajo de su padre y, por supuesto, de la belleza de su madre; por favor, déjeme decirle de antemano, ya que no he tenido la oportunidad durante todos estos años, que siento mucho su pérdida. –el hombre dijo todo esto tan rápido que la chica casi temió no seguirle el paso.

– Oh, señor ministro, su sinceridad me conmueve. –al parecer aquella muestra de sarcasmo pasó desapercibida para el hombre.

Entonces Fudge se dirigió a los Malfoy.

– Lo siento mucho, Lucius, el no haberle saludado, pero entenderá que una invitada como esta no se ve todos los días.

– Comprendo perfectamente, Cornelius, Narcisa y yo estamos igualmente sorprendidos ante su vista.

La muchacha giró su cabeza para mirar al hombre y notó la mirada que este le dirigía al Fudge; parecía reprocharle algo.

El criado que antes les había abierto la puerta, carraspeó para llamar la atención. Cinco cabezas se giraron hacia él.

– Señor, el resto de los comensales los esperan.

El salón al que ingresaron estaba tapizado en lo que parecían alfombras persas y las ventanas estaban cubiertas con satín, la araña de luces y el resto del mobiliario mostraban la riqueza y el despilfarro... muy burgués.

El grupo que los esperaba no era tan raro como Violet lo esperaba, hombres vestidos con trajes a la medida y capas de elegantes colores, las mujeres demostraban el glamour con cada detalle de sus zapatos o los caros diamantes colgando de sus cuellos.

Al llegar, todos los miraron con curiosidad, y algunas miradas se quedaron atrapadas en la chica rubia que acompañaba a los Malfoy.

– Lucius, ¿qué tal si te sientas aquí? –dijo el ministro señalando el asiento junto a la cabecera– Narcisa y Draco pueden estar junto a ti.

Los Malfoy fueron directo hasta la mesa hasta que Lucius pareció pensarlo mejor y se detuvo a mitad de camino.

– ¿No será mejor si la señorita Bancroft toma ese asiento, Cornelius? Estoy seguro que será mejor conversadora que yo. –el hombre le sonrió a Violet y ella le correspondió a la sonrisa con educación.

Lucius Malfoy era un hombre con el que tendría que andarse con cuidado.

En cuanto Lucius mencionó su apellido, todas las miradas del lugar se clavaron en ella y algunos de los invitados comenzaron a intercambiar susurros.

– ¡Por supuesto! ¿Cómo no se me ocurrió? –exclamó el ministro– por favor, señorita Bancroft.

– Muchas gracias, Señor ministro. –la chica se sentó en el asiento junto al anfitrión y Lucius Malfoy se sentó junto a ella.

La Princesa de la Alquimia (Harry Potter Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora