Capítulo 33

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Henrieta Platt, la asistente del Ministro de Magia, era una mujer menuda de mediana edad y de vestir elegante, estaba maquillada de manera muy conservadora. A primera vista parecía una mujer de carácter fuerte, pero sus ojos tenían un brillo amable de ese que no veías en las personas a menudo.

Utilizaron la Red Flu para llegar al lugar y aparecieron en una chimenea dorada que llevaba a un pasillo muy largo con un suelo de madera oscura muy pulida.

– El Atrio. – anunció Henrieta y la guio hacia el interior del lugar.

El techo del atrio era color pavo real azul y estaba lleno de símbolos de oro que se mantenían en movimiento contante, como un tablón de anuncios. Las paredes de cada lado contenían chimeneas doradas.

– Las laterales de la izquierda sirven para las llegadas y las laterales de la derecha para las salidas. –le explicó la mujer, siguiendo su mirada– El Atrio es un área que sirve de vestíbulo y zona de recepción para recibir a los visitantes y empleados del Ministerio de Magia. Si miras hacia allá –dijo señalando hacia el centro del lugar–, podrás ver la Fuente de la Hermandad Mágica.

Efectivamente, justo en medio del pasillo del Atrio, unas grandes estatuas de oro se encontraban en el centro de una piscina; la más alta de todas ellas era un mago con una varita apuntando directamente hacia el aire. Alrededor de la estatua del mago estaban las estatuas de una bruja, un centauro, un duende y un elfo doméstico. Los chorros de agua venían de los confines de las dos varitas, la flecha del centauro, la punta del sombrero del duende, y cada una de las orejas del elfo doméstico. El tintineante silbido del agua al caer se unía al ruido que hacía la gente al aparecerse. Las figuras de oro resplandecían ante la luz mágica del techo.

Henrieta le sonrió y le hizo una seña para que la siguiera.

Fueron hasta un par de enormes puertas doradas. A la izquierda, un mago con barba de varios días y con cara de pocos amigos estaba sentado tras una mesa que estaba bajo un letrero que rezaba 'Seguridad', vestía una túnica azul eléctrico que parecía su uniforme. Los miró, malacaroso, pero al reconocer a Henrieta, su cara se iluminó.

– Señorita Platt, no la había visto hace algún tiempo.

– Hola, Eric, ¿Cómo has estado? –el rostro de esta también pareció adquirir un brillo ante la vista del hombre.

– Muy bien, gracias por preguntar –respondió el hombre con una sonrisa tonta en el rostro. Entonces se fijó en Violet– ¿Nuevo visitante?

– Así es –respondió Henrieta sin parar de sonreír.

– ¿Me permite su varita, señorita...?

– Bancroft. –dijo Violet mientras sacaba la varita de su abrigo y se la entregaba al hombre.

Eric abrió los ojos en un gesto de reconocimiento pero, ante un gesto casi imperceptible de la mujer, dejó pasar el apellido de Violet de largo.

El hombre dejó caer su varita en algo parecido a una balanza de latón que solo tenía un plato, el aparato vibró rápidamente y de una ranura que tenía en la base salió un papel como si de una factura se tratase. El mago lo arrancó y leyó su contenido.

– 31 centímetros y medio, núcleo central de fibras de corazón de dragón, 4 meses en uso ¿Es correcto?

– Si, señor.

El hombre guardó el papel en una de las gavetas del escritorio y de allí mismo tomó una vara de metal larga y dorada.

– Con su permiso, señorita.

La Princesa de la Alquimia (Harry Potter Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora