Capítulo 28

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Al final de la cena ya se tuteaba con la mayoría de los presentes, excepto con el Sr. Crouch, que parecía una roca firme, aunque ya le sonreía un poco. Rufus Scrimgeour era tal vez el más sospechoso del lugar, su sonrisa era tan falsa como la historia de la vida de Violet, no confiaba en él ni un poco. Cornelius Fudge estaba en su bolsillo desde el momento en que cruzó la puerta de la entrada.

Había entrado en aquel círculo social exitosamente, y solo había tenido que sonreír y decir los comentarios adecuados en los momentos adecuados.

Justo en el brindis final, cuando todos estaban reunidos en un salón de invitados, el ministro habló de aquello para lo cual había hecho aquella cena, parecía como si el propósito de la misma hubiera sido conocer a fondo a la reaparecida Violet Bancroft.

Poco a poco los comensales se despidieron, dejando a Violet con los Malfoy y el ministro.

– Ha sido un verdadero placer conocerte, Violet –le decía Marlene mientras la abrazaba a modo de despedida– por favor, ven a visitarnos cuando quieras.

– Tal vez la próxima vez que vengas puedas conocer a Raymond– dijo el ministro con una sonrisa que Violet no supo identificar.

Raymond era el único hijo del ministro y su esposa que en ese momento se encontraba de intercambio en Mahoutokoro, la escuela japonesa de magia.

Violet le sonrió sin saber que responder.

– Violet, Querida... –la llamó Narcisa Malfoy con su voz suave– llévale mis saludos a Eliade, ¿está bien?

– Por supuesto, Sra. Malfoy, sé que ella estará feliz de saber de usted. –La mujer sonrió

–Por cierto, ¿en dónde están viviendo? ¿en la casa de tus padres?

– Si, pero justo ahora estamos quedándonos en el Caldero Chorreante.

– ¿De verdad? ¿Es posible que pueda recibirme a esta hora? Me gustaría verla.

– Querida... –protestó el Sr. Malfoy– ¿no crees que es un poco tarde para una visita social?

– Oh, no hay problema, mi tía debe estar despierta, nunca se duerme hasta que yo no llego a casa –Violet de verdad quería ver aquel encuentro.

– ¡Oh, perfecto! –exclamó Narcisa.

– Si lo desean pueden utilizar la chimenea, será mucho más rápido –ofreció el ministro.

– Es usted muy amable, señor ministro. –agradeció la chica– Clover –llamó a la elfina y ella apareció frente a ella con un ¡crac!

La criatura había desaparecido en cuanto habían llegado a la casa del ministro, justo como Violet había ordenado, no le habían gustado las miradas de los Malfoy hacia su elfina.

– ¿Me llamaba, señorita?

– Si, Clover. Avísale a la tía Eliade que los Malfoy me acompañan al caldero chorreante... –entonces se interrumpió– oh, olvidé preguntar, ¿irá usted sola, Sra. Malfoy?

– No –respondió su esposo– iremos todos. Será una visita corta de todos modos.

– Oh, está bien –su atención volvió a Clover– ve y dile que estaremos allí en unos minutos.

– Sí, señorita.

Tras hacer una reverencia la elfina desapareció.

– Muy bien, entonces acérquense –dijo el ministro. Apuntó con la varita a la chimenea y un fuego vivaz y chispeante se encendió en ella. Les ofreció un cofre negro con detalles plateados donde guardaba los polvos Floo.

– Nos volveremos a ver, Violet.

– Por supuesto que sí, Señor ministro.

Tras tomar un puñado de polvos los arrojó en la chimenea. Violet entró en el fuego color verde exclamó claro y fuerte "Caldero Chorreante" y desapareció dando vueltas en el vacío.

Al salir por la chimenea del salón del caldero chorreante, tanto Eliade como Clover los esperaban.

– ¡Oh, Eliade! –Exclamó Narcisa en cuanto la vio– ¡No puedo creer que estés viva!

– No hagas un escándalo, Cissy, hay gente durmiendo.

Pero ya se estaban abrazando.

Violet sonrió al ver que su madre no estaría tan sola en el mundo mágico al reencontrarse con una de sus viejas amigas. La chica giró el rostro hacia el resto de los Malfoy y pudo ver como una mueca aparecía en el rostro de Lucius mientras las mujeres se abrazaban.

Es porque ella es una Squib –le dijo algo a Violet en su cabeza. Una mueca parecida apareció en su rostro y deseó poder abofetear a Lucius Malfoy justo ahí... en su rostro sangre pura.

Antes de darse cuenta de lo que pasaba, Draco Malfoy había atrapado su mirada y ambos se quedaron viéndose hasta que la voz del padre del muchacho rompió el vínculo.

– Draco, despídete, debemos volver a casa.

Violet y el chico extendieron sus manos casi al mismo tiempo y se las apretaron con fuerza.

– Fue un placer conocerte, Draco. –dijo Violet con toda la sinceridad que pudo.

– Lo mismo digo, Violet. –la respuesta del muchacho fue acompañada de una leve sonrisa burlona. –Nos veremos en el colegio, supongo.

– Claro.

El abrazo de Cissy hacia la muchacha fue supremamente efusivo.

– Me encanta haberte podido volver a ver, Violet, eres la viva imagen de Elizabeth –Violet solo ofreció una sonrisa, sin saber qué más decir– esperamos su visita en nuestra casa, son completamente bienvenidas.

– Muchas gracias, querida –respondió Eliade– sería bueno que nos pusiéramos al día en todo lo que ha pasado en todos estos años.

– Por supuesto que sí, justo como en los viejos tiempos –concordó Narcisa.

Lucius Malfoy se acercó a Violet y, haciendo lo increíble, le plantó un beso en la frente.

– Nos encantaría recibirte en nuestra casa, Violet –le manifestó el hombre de una forma que parecía bastante sincera.

– Me encantaría visitarlos. –respondió ella sin dejar de notar que la invitación del hombre no se extendía hacia su madre.

Luego de un abrazo más entre ambas mujeres, los Malfoy desaparecieron por la chimenea.

La Princesa de la Alquimia (Harry Potter Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora