La Princesa de la Alquimia (Harry Potter Fanfic)

Capítulo 46

La clase fue tediosa aunque con Neville fue un poco más divertida, leer tazas de té era simplemente ridículo y ambos no paraban de reír con los pronósticos del otro.

— Esto parece un pez, según el libro significa que una gran oportunidad de negocio se te presentará, ¡Felicidades, Neville!

Neville soltó una carcajada y se puso a examinar el libro mientras sostenía la taza con la mano derecha.

— Aquí dice "alas: Pronto tendrás noticias sobre un asunto que te interesa"

— ¿Y no dice que proyecto me interesa? porque ni yo lo sé.

— ¡Abran su mente, queridos míos, y que sus ojos vean más allá de lo terrenal! —exclamó la profesora Trelawney sumida en la penumbra.

Violet escuchó una fuerte carcajada al otro lado del aula y al girar para ver quien había sido, pudo ver a la profesora acercándose a la mesa de Harry y Ron.

— Déjame ver eso, querido —le dijo a Ron en tono recriminatorio y le quitó la taza de Harry.

Todos se quedaron en silencio, expectantes.

La profesora Trelawney miraba fijamente la taza de té, girándola en sentido contrario a las agujas del reloj.

— El halcón... querido, tienes un enemigo mortal.

— Eso lo sabe todo el mundo —dijo Hermione en un susurro alto. La profesora Trelawney la miró fijamente— Todo el mundo sabe lo de Harry y Quien-usted-sabe.

Trelawney prefirió no contestar. Volvió a bajar sus grandes ojos hacia la taza de Harry y continuó girándola.

— La porra... un ataque. Vaya, vaya... no es una taza muy alegre...

— Creí que era un sombrero hongo —reconoció Ron con vergüenza.

— La calavera... peligro en tu camino...

Toda la clase escuchaba con atención, sin moverse.

La profesora Trelawney dio una última vuelta a la taza, se quedó boquiabierta y gritó.

Neville, de la sorpresa, volvió a hacer añicos su taza.

La profesora Trelawney se dejó caer en un sillón vacío, con la mano en el corazón y los ojos cerrados.

— Mi querido chico... mi pobre niño... no... es mejor no decir... no... no me preguntes...

— ¿Qué es, profesora? —dijo inmediatamente uno de los estudiantes en la parte de atrás.

Todos se habían puesto de pie y rodearon la mesa de Ron, acercándose mucho al sillón de la profesora Trelawney para poder ver la taza de Harry.

—Querido mío —abrió completamente sus grandes ojos—, tienes el Grim.

— ¿El qué? —preguntó Harry.

Estaba claro que había otros que tampoco comprendían; pero Violte sabía exactamente a qué se refería la maestra y la verdad le parecía ridículo. Aunque Lavender Brown estaba anonadada y casi todos sus compañeros se llevaron la mano a la boca, horrorizados.

— ¡El Grim, querido, el Grim! —exclamó la profesora Trelawney, que parecía extrañada de que Harry no hubiera comprendido—. ¡El perro gigante y espectral que ronda por los cementerios! Mi querido chico, se trata de un augurio, el peor de los augurios... el augurio de la muerte.

Perfecto, lo que le faltaba, un ex presidiario, un mago malvado y un perro espectral tratando de matar a Harry. Maravilloso.

Ahora también Lavender Brown se llevó las manos a la boca. Todos miraron a Harry; todos excepto Hermione, que se había levantado y se había acercado al respaldo del sillón de la profesora Trelawney.

— No creo que se parezca a un Grim —dijo Hermione rotundamente.

La profesora Trelawney examinó a Hermione con creciente desagrado.

— Perdona que te lo diga, querida, pero percibo muy poca aura a tu alrededor. Muy poca receptividad a las resonancias del futuro.

— Parece un Grim si miras así —decía un chico con los ojos casi cerrados—, pero así parece un burro —añadió inclinándose a la izquierda.

— ¡Cuando hayan terminado de decidir si voy a morir o no...! —dijo Harry, sorprendiendolos a todos.

— Creo que hemos concluido por hoy —dijo la profesora Trelawney con su voz más leve—. Sí... por favor, recojan sus cosas...

Silenciosamente, los alumnos entregaron las tazas de té a la profesora Trelawney, recogieron los libros y cerraron las mochilas.

Violet aceleró hasta que estuvo al lado de Harry, él la miró y frunció el ceño, como si no entendiera del todo qué hacía ella allí, pero no se alejó. Ambos fueron juntos a la siguiente clase en completo silencio.