Capítulo 21

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Las siguientes semanas fueron una total locura.

Violet no creía que fuera posible leer tantos libros en tan poco tiempo, pero al parecer sí lo era para ella. La poción potenciadora de memoria adecuada y un buen evaluador, eso era lo que ella necesitaba.

La poción la encontró en uno de los viejos ejemplares de la biblioteca; tardó tres días es estar completo todo el caldero, pero era lo que necesitaba y funcionaba a la perfección.

El evaluador fue igual de fácil de encontrar, teniendo en cuenta que ni siquiera había necesitado buscarlo.

Severus Snape, tal vez su nueva persona favorita en el mundo.

Todo había comenzado el día que su madre le anunció que lo había invitado a cenar, cuando le preguntó por qué lo había hecho, sabiendo que sería uno de sus profesores cuando iniciara el curso, su madre le respondió que no era solo un miembro más del profesorado en Hogwarts... también era parte de su familia.

Severus Snape era hijo de Tobías Snape y Eileen Prince, y esta era hermana de Bertrand Prince, el padre de Elizabeth y Eliade; en resumidas cuentas, Severus y su madre –ambas madres– eran primos, lo que lo hacía tío segundo de Violet.

– Además, –le había dicho Eliade– Severus y Elizabeth pasaron mucho tiempo juntos en Hogwarts, crearon un vínculo muy fuerte, casi parecían hermanos. –concluyó su madre con una sonrisa, lo que demostraba que aquello no le molestaba.

Eso había tranquilizado mucho a la chica.

Que un desconocido vaya por ahí salvándote de dementores y situaciones engorrosas era extraño; pero que el primo y prácticamente mejor amigo de su madre estuviera pendiente de ella, bueno, eso estaba mucho mejor.

Severus se había ofrecido a ser su tutor lo que quedaba del verano y Violet había aceptado gustosa. Aquello era lo que necesitaba. Alguien que la ayudara y corrigiera.

Severus Snape la había salvado una vez más.

Cuando aún faltaban tres semanas para el comienzo de las clases, Violet se levantó una mañana solo con una cosa en la cabeza.

Quería volar.

Desde que había descubierto que era una bruja, poco más de dos meses atrás, no había dejado de estudiar. Era lo único en lo que había pensado desde entonces.

La noche anterior se había acostado frustrada, se había dado cuenta que a pesar de sus esfuerzos seguía sin avanzar con la investigación alquímica de su padre. No entendía la mayoría de las cosas, que eran confusas y muchas veces estaban escritas en idiomas desconocidos para ella. Ya no sabía cuál era su paso a seguir. Se sentía estresada, tensa... y la única forma que le había llegado a la cabeza para desestresarse era ese, volar.

Después de todo lo único que necesitaba para volar estaba allí mismo, guardado en el armario de su habitación.

Mientras desayunaba sus gachas de avena, se leyó la 'Guía Práctica Para Volar Por Primera Vez' que venía con su escoba y las 37 páginas que componía 'Quidditch A Través De Los Tiempos' que había encontrado en la biblioteca y que, increíblemente, había pertenecido a su madre y no a su padre; aunque la verdad es que había descubierto que, en la relación de sus padres, su madre era la atrevida y su padre era un tanto esnob.

El último libro que leyó acerca de volar, aunque no le dijo precisamente como hacerlo, si la advirtió de los accidentes más estúpidos que algunas personas tenían, además, aprendió muchísimo sobre el Quidditch. Se moría por ver un partido algún día.

Cuando terminó de devorar su desayuno y sus libros, Violet subió rápidamente y destapó, por primera vez desde que su madre había salido con ella de la tienda de artículos de calidad para el juego de Quidditch en el callejón Diagon, su Saeta de Fuego.

Era absolutamente hermosa.

Su palo era brillante, cada cerda de la escoba parecía estar recortada en perfecta simetría con las otras, tenía detalles dorados en el palo y la escobilla. Violet sintió que se podía quedar mirándola con la boca abierta durante todo el día hasta que recordó para que la había desempacado.

Bajó al jardín tan rápido como había subido y de inmediato se puso a recordar los pasos que aparecían en el manual.

Se montó sobre la escoba de forma que no fuera a deslizarse hasta la punta en pleno vuelo, luego dio una patada en el suelo y sintió como su cuerpo se elevaba.

– ¡Ay mamá...! –exclamó hacia el jardín vacío.

Debía estar uno o tal vez dos metros por encima del suelo.

Sentía como el té y las gachas de avena se revolvían en su estómago, decidiendo si debían salir a dar un paseo. Violet volvió rápidamente al suelo y se bajó de la escoba antes de que sucediera lo peor.

Respiró profundamente.

¿Acaso quería morir?

Era una esnob, un ratón de biblioteca, justo como su padre. ¿Cómo pudo siquiera pensar en montarse en un artefacto de esos? Lo único que lograría era romperse alguna extremidad al caer.

Un suave viento le sacudió el cabello rubio y con él, los recuerdos de la voz de Eliade en el callejón Diagon, justo antes de comprarle la Saeta de Fuego.

"Tu madre era una gran fanática del Quidditch, ¿sabes?, y una gran jugadora también. Le habría gustado que tú tuvieras la mejor escoba, sin importar cuanto valiera"

Su madre era la atrevida, eso había descubierto con sus diarios y la historias que escuchaba de sus padres. Ella era la que saltaba al vacío, su padre era quien sujetaba la cuerda.

¿Quién era ella?

«Puedes ser los dos –le dijo una vocecilla en su oído– ser ambas cosas, inteligente y responsable, arriesgada y atrevida, no es imposible. Puedes ser lo mejor de ambos

Violet sonrió. Estaba decidido.

Volvió a montarse en la escoba y se agarró con firmeza.

Por su mente pasó la imagen del pequeño espacio en la estantería de la biblioteca en donde había algunos libros sobre medicina y hechizos mágicos; si se rompía algo, seguro que ahí decía como repararlo.

Entonces dio una fuerte patada sobre la grama y sintió ese vacío en el estómago al subir, tan parecido al que sientes al caer. Pero esta vez estaba más segura. Recordaba lo que debía hacer. Tomó el mango de la escoba con firmeza e instó al artefacto a que subiera un poco más.

El resto fue pan comido.

¡Estaba volando!

Era de las cosas más increíbles que había hecho desde que había descubierto la existencia de la magia. Era tan excitante y maravilloso...

Entonces fue cuando vio el punto negro parado en las escaleras de mármol que daban al jardín trasero de la casa.

Severus.

La Princesa de la Alquimia (Harry Potter Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora