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✨EL PRÍNCIPE DEL SOL✨

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✨EL PRÍNCIPE DEL SOL✨

CRYSTAL

El estruendo de los fuegos artificiales iluminaba el cielo y cada explosión resonaba dentro mi pecho para recordarme lo que estaba a punto de perder. Corría por los jardines, esquivando a los invitados que reían y brindaban en nombre de una noticia que a mí me estaba carcomiendo por dentro. Aquella noche era el decimosexto cumpleaños de Jaden y Kaín, una celebración que debía haber sido de alegría, pero que para mí se había convertido en un caos de sentimientos y lágrimas que apenas podía contener.

Seguía sin creer que ellos habían anunciado que estaban dispuestos a encontrar una esposa y ninguno de los dos mencionó mi nombre dentro de las posibles candidatas. Yo no figuraba ni como su segunda o tercera opción. Para ambos príncipes fui invisible y mí molestia surgió luego de que cada uno abandonara al salón por su cuenta.

¿Por qué me ignoraban? ¿Por qué mi existencia parecía tan insignificante para ellos?

Entonces, logré encontrar a uno de ellos. Jaden estaba abriéndose paso entre los invitados con su porte inconfundible y me obligué a apresurar el paso, pese a que los tacones ya amenazaban con sacarme ampollas en los tobillos. Tomé aire una vez que me mentalicé para atraparlo.

—¡Jaden! —llamé a su nombre, olvidándome de la falta de decoro que había en mi grito—. ¡Jaden, por favor! ¡Espera!

Me vi a mí misma siendo pequeña de nuevo, siguiéndolo por todo el jardín mientras él corría para esconderse lejos. Tal y como en aquel entonces, yo sólo quería estar a su lado.

Por supuesto, él me ignoró. Y yo no tuve más opción que colocar una mano temblorosa sobre su hombro cuando logré alcanzarlo, hasta el otro extremo del laberinto de arbustos que conformaba al jardín.

—Por favor, tan sólo quiero...

Él se detuvo un instante, y sin siquiera mirarme, se deshizo de mi agarre con un manotazo. Su desprecio me dolió como un golpe.

—¿Qué quieres, Crystal? —Su voz sonaba helada, distante, y sus ojos, aunque llorosos, no reflejaban ninguna calidez.

No se parecía en nada al príncipe del Sol que tanto había añorado cuando era pequeña.

—¿Por qué...? —Mi voz apenas era un susurro, pero la frustración me impulsó a continuar —. ¿Por qué me humillaron de esa manera? Todos pensaban que... que al menos considerarían la posibilidad de... de...

—¿De qué? —Me interrumpió con una ceja arqueada en fastidio—. ¿Considerarte a ti como una opción? —Él rara vez sonreía, pero en aquella ocasión lo hizo y no precisamente porque estaba contento de verme—. Eres realmente estúpida si piensas que una unión contigo me traería algún beneficio.

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