✨OLAS INDOMABLES✨
JADEN
En aquella tarde, parecía que el sol de verano acabaría por derretir al mundo a través de la luz dorada que sofocaba hasta al rincón más pequeño. La brisa llevaba consigo el aroma a césped recién cortado y a las flores que se alzaban en perfectos arreglos en torno al sendero de piedras que recorría todo el lugar. El zumbido de las abejas llenaba el silencio, al igual que el canto de los grillos.
Lo único que a mí me interesaba era desaparecer, en encontrar un sitio donde nadie pudiera venirme a interrumpir con una inútil conversación y, sobre todo, que fuese un sitio donde yo lograra deshacerme de Crystal de una buena vez.
Sus pasos apresurados aún me seguían el ritmo, había estado persiguiéndome durante todo el día, y seguía sin cansarse. Aquellos pequeños pies insistían en estar conmigo, corriendo para alcanzarme cada que yo intentaba perderla de vista. No la comprendía. ¿Para qué buscaba estar conmigo? Ella era una molestia, un guijarro con el que me harté de tropezar.
Crystal. Siempre tenía que tratarse de Crystal.
Tenía una incansable sonrisa, con preguntas y comentarios que no me importaban ni un poco. Esa niña de cortas piernas se había decidido a no darme ni un respiro, como si mi sola presencia fuera el centro de su pequeño universo. Y yo quería mantenerla lejos de mí.
No quería ser su amigo, no necesitaba que me hiciera partícipe de sus juegos y tampoco que se interesara en mí.
¿De verdad no se daba cuenta de que la ansiaba lejos de mí? ¿No comprendía que yo no quería escuchar a su aguda voz ni mirar a su rostro que se sonrojaba de emoción al verme?
Mi paciencia se había agotado desde el instante en que la conocí. Ella me trataba como si fuera alguien digno de admiración y atención, lo cual me daba rabia. ¿Quién era yo para ella? ¿Por qué tenía que soportar a su compañía? ¿Y por qué no se cansaba nunca de buscarme? Era un estorbo; una niña molesta, incapaz de comprender mi rechazo hacia ella porque yo estaba más que decidido a prohibirle que fuese cercana a mí.
Iba a hacer lo necesario con tal de alejarla.
Aumenté el paso y ella aceleró a su andar. Al girar la cabeza hacia atrás, vi que se esforzaba por no quedarse atrás mediante súplicas y alegres gritos que llamaban a mi nombre. Su cabello café emitía un intenso brillo dorado bajo el sol y, sus ojos, del mismo tono, seguían repletos de esa energía que me perseguía sin descanso.
No me quedó otra opción más que idear un plan para detenerla.
Miré a mi alrededor, con mi corazón palpitando contra mis costillas, y me aseguré que nadie más estuviese cerca. Entonces, ahí se me ocurrió la idea porque al final del sendero, entre los arbustos de rosales, las enredaderas que cubrían a una verja y los juncos altos, se encontraba el estanque. El agua era lo suficientemente clara para reflejar al ocaso y estaba cubierta por nenúfares; era una trampa tan tranquila como engañosa.
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Sidereal
Fantasy«Del tiempo surgió el caos del universo, y las estrellas, con sus secretos, se encargaron de escribir al destino.»