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✨ARPEGIOS✨

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✨ARPEGIOS✨

OCTUBRE

El baño es un remanso de tranquilidad en medio del bullicio de mi propia habitación.

Desperté por el aroma del té de naranjo y, en lo que mi cerebro se encargaba de disipar a la modorra de mi cuerpo, desayuné en la pequeña mesa de la sala de estar. Trajeron para mí pan de centeno con mermelada de mandarina y una ensalada de pepino con yogurt, eneldo y páprika.

Por primera vez, comí algo que no tenía un sabor horroroso y he de suponer que no vomité porque me gustó, y porque tampoco había rastro de Brant.

No obstante, las arcadas amenazaron con regresar en cuanto Verity me informó que habían preparado agua caliente para darme un baño. Quise refutar y alegar que yo sola podría encargarme de limpiar a mi cuerpo, con tal de que ninguna sirvienta viese a mis cicatrices, pero no pude hacerlo.

En la casa de mi padre, las Violetas sabían que las horrorosas marcas de mi espalda, por lo que se abstenían de preguntar qué es lo que había ocurrido.

Aquí, tengo que mentir para que nadie cuestione a mi familia.

—Una vez jugué bastante brusco con uno de mis primos —digo en cuanto las criadas terminan por deshacerse de mi camisón y veo la consternación en su mirada—, no me duelen ya, así que no hay del por qué preocuparse.

Pese a que sabe que no debería observarme de manera fija, Verity se muestra preocupada y, con compasión, me ayuda a ingresar a la gran tina de madera.

—Puedo traerle ungüentos para que el estado de su piel mejore —se ofrece mi doncella.

—Eso sería maravilloso.

Si tendré que darle mi cuerpo a un hombre que ni conozco sé que él no preguntará por los detalles, pero prefiero que no le dé importancia a lo áspero y rojizo de esas zonas marcadas de por vida.

Me sumerjo en las aguas perfumadas, dejando que el calor penetre en cada poro de mi piel. Las sirvientas me rodean con delicadeza, como si estuvieran manejando porcelana fina.

Una esponja suave se desliza sobre mi piel, cargada con un jabón de avena y miel que despierta los sentidos. Mi piel es tallada con suavidad.

El champú de romero es aplicado con manos expertas, masajeando mi cuero cabelludo con movimientos circulares. La fragancia embriagadora se mezcla con el vapor del baño, creando una atmósfera de indulgencia y lujo. La espuma se enjuaga, llevándose consigo cualquier rastro de impureza.

Mis cabellos ondulados, de un cálido tono caramelo, son acariciados con un acondicionador nutritivo. Su fórmula penetra en cada hebra, dejando mi cabello suave y manejable. Los dedos de Verity se deslizan entre los rizos, desenredando con cuidado cualquier nudo rebelde.

SiderealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora