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✨TODO LO QUE TE CORRESPONDA✨

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✨TODO LO QUE TE CORRESPONDA✨

HALLEY

Cada día que me levanto, me sigue sorprendido reconocer que decidí quedarme. ¿De verdad fue suficiente ver el rostro de Evan bañado en lágrimas para que yo haya tomado tan atroz decisión? Al parecer, sí. Bueno, tampoco fue de mucha ayuda oír a esos suaves susurros que me suplicaron conocerlo.

Y es que no es otro de mis planes maliciosos, en verdad fui honesta al elegir quedarme. No he tratado de averiguar cuáles son los horarios de los guardias para escaparme en la noche, no he preguntado por la bóveda de joyas para ir a robarme todo, no he esparcido rumores para tratar de llamar su atención y tener comiéndolo de la palma de mi mano. Por primera vez, después de tanto, me he quedado quieta y he seguido órdenes.

Órdenes que provienen indirectamente de él, porque no lo he visto desde nuestra pequeña discusión en el almuerzo. Nadie me ha querido decir si ha vuelto beber, pero a mí no importó y de cualquier forma le he mandado jugo de pepinillos cada mañana disfrazado de zumo de frutas para que sufra y también para que mejore.

Según lo que Aderyn me ha dicho, es que Evan quiere que atienda a cada una de sus lecciones impartidas por su tía Mirielle y le he hecho caso porque es una mujer muy agradable. Cada que voy a estudiar con ella, prepara una tetera humeante con un montón de pastelitos y emparedados que son imposibles de ignorar.

Además, supongo que yo debo de corresponder a los cien millones de estelares que Evan depositó en mi cuenta bancaria. Me sigue pareciendo un acto demente, pero si él no planea retirarlos entonces le pagaré con un buen comportamiento y eso incluye seguir sus instrucciones y no escaparme por ahí.

Que no tendría caso escabullirse, porque con el dinero que está mi nombre soy más millonaria que cuando era una Naranja.

Hoy es mi tercera lección con Mirielle y ella me recibe con un beso en ambas mejillas junto una sonrisa reconfortante.

—Hablaremos de un tema que seguramente te será de provecho, querida —dice mientras coloca una pequeña tetera de porcelana en la mesa entre nosotras—, y que también será esencial para tu papel como emperatriz, pues se trata del arte de la conversación.

Sus palabras fluyen con una dulzura que me hace sentir menos nerviosa. La observo mientras sirve el té, sus movimientos son delicados y precisos, cada gesto parece calculado, pero al mismo tiempo, natural.

—Una emperatriz —continúa—, no sólo debe ser buena para dar órdenes, sino también para escuchar. Escuchar a aquellos que están a tu alrededor, ya sean nobles, plebeyos o incluso rivales, te dará una visión más clara y te permitirá tomar decisiones más sabias.

Asiento, tomando la taza que me ofrece. El aroma del té de cerezo es relajante. Mientras sorbo, pienso en cuántas veces, cuando trabajaba en la panadería, escuchaba las historias que provenían de los clientes ricos mientras escogían sus dulces. No era tan diferente, pero aquí, hay más en juego.

SiderealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora