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✨LA MENOS DIGNA✨
CRYSTAL
Mamá solía contarme un cuento hermoso a la hora del ocaso, justo antes de que las lunas y sus estrellas aparecieran por mi ventana. Me arropaba con sábanas tibias y acariciaba mi frente mientras hablaba acerca de una historia que me cautivó desde pequeña.
Se trataba acerca de la princesa del atardecer, que estaba enamorada del amanecer y del anochecer. Ella era una joven que vivía al oeste del sol y al este de la luna, en un palacio rodeado por nubes doradas y lilas.
Antes de conocerlos, la princesa vivía rodeada en soledad. Tenía miedo de no poder entregar a su corazón, pese a ello, creía que el amor era la fuerza más poderosa de todo el universo. Lo llamaba la quinta esencia, debido a que el amor es el único que puede trascender el tiempo y al espacio.
La princesa creía que el amor era lo único que podía erradicar al odio, a la oscuridad que durante varios años la acechó.
De niña esa historia me parecía emocionante y triste a partes iguales, pues la princesa del atardecer sólo podía reunirse durante el ocaso con sus amantes, quienes le habían prometido a los rayos del sol y a la luz de la luna como parte de su pacto de amor eterno.
Pensé que podría encontrar un amor tan puro como ese, que también le entregaría mi corazón a quien me amara de verdad.
Creí que algún día llegaría a ser tan feliz como la princesa del atardecer.
No entiendo qué es lo que hice para merecer tanta desgracia. No comprendo en qué momento todo empezó a ir cuesta abajo.
Tras la golpiza de Elysia, fue Noah quien vino a sostenerme entre sus brazos porque no pude dejar de llorar. Me brindó consuelo en medio de mi desesperación y consiguió una cajita para colocar al cuerpo de Caramelo, juntos lo enterramos bajo el sauce que crece junto al pequeño lago.
Pero a pesar de su compañía, me desplomé a causa del interminable llanto.
Quería pedirle que huyésemos juntos, que nos olvidáramos de nuestras identidades y fuésemos un par de desconocidos que habían encontrado refugio en el otro. Anhelaba que sostuviera mi mano mientras prometía construir un hogar para los dos.
Por eso no le pedí que se quedara conmigo durante la noche, ¿qué caso tendría dormir abrazada a él si me iba a abandonar a la mañana siguiente? Yo no puedo depender de un amor que sólo puede ocurrir cuando nadie ve.
Si debo de sentirme agradecida por algo, es por la ausencia de Aarón. No se ha interesado en saber de mí y dudo mucho que lo haga, pues han sido días largos confinada en mi habitación.
Días en los que sólo he probado agua y migas de pan.
Tras golpear a Elowyn, Elysia decidió que su nuevo castigo sería el matarme de hambre y ha cumplido con su orden al pie de la letra. Las sirvientas llegan con un vaso de agua simple y hogazas de pan que ya se encuentran rancias.
