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Sonrie al ver que camino hacia ella, agarro una bata y se la coloco.

—¿Qué haces? — pregunta, viendo cómo la saco de la tina envuelta en su bata.

— Si vamos hacer algo, no será aquí — contesto cargándola saliendo del baño.

Camino directo a nuestra cama colocándola en ella sin lastimarla, me acomodo inmedio de sus pierna teniéndolas a cada lado de mi, me inclino para atrapar sus labios con los míos trato de elevarme lo más que puedo con mis brazos para no lastimar su vientre.

Sus manos intentan quitar mi saco pero se le dificulta así que lo ayudo hacerlo y este cae algún lugar de la habitación. Quito la bata dejándola desnuda debajo de mi, es como tener, no, tengo a una Afrodita ante mis ojos digno de ver.

—André... — gimotea sacandome de mi trance.

—¿Sabes que no podemos verdad?— comento besando su cuello donde voy dejando marcas.

No recibo respuesta solo sus gemidos de satisfacción, bajo mis besos a sus pechos, frunzo mi entrecejo al ver sus pezones rojos e hinchados, y se perfectamente que ese no son su color y se que si sigo ella más tarde no podrá alimentar bien a Noah sin quejarse de dolor. Me levanto de encima de ella frotando mi rostro, maldición por poco y caigo en la tentación.

—¿Qu... que pasa? — pregunta con su respiración agitada.

— Aunque me odies en este momento no puedo hacerlo — niego desabrochando los primeros botones de mi camisa, siento que me falta el aire.

— Eso es injusto.

— No Dacota, injusto es lo que me estás haciendo sabes que tenemos prohibido tener sexo por nuestros bebés, me niego hacer algo que pueda ponerlos en peligro, a los tres — gruño viendo como con dificultad logra sentarse en la cama amarrando su bata.

— Soy una estupida ¿verdad? —  se levanta de la  cama para ir al baño.

— No amor, solo necesitamos esperar ¿si? — la detengo  antes que logre entrar al baño.

Sus ojos están llorosos, no quiere dejar caer sus lágrimas.

— No llores nena — limpio sus lagrimas traicioneras que resbalan por sus mejillas, pero se aleja abruptamente de mi.

— Solo... necesito ducharme — susurra entrando al cuarto del baño, intenta cerrar la puerta pero no la dejo.

— ¿Ahora que te pasa? — pregunto confundido por su extraño comportamiento.

— Puedes salirte.

— No, hasta que me digas que te pasa ahora.  

—Solo quiero ducharme si —susurra encendiendo la regadera.

No digo nada solo la veo como entra a la ducha dándome la espalda, salgo para darle el espacio que ella quiere, debe de estar enojada. Me niego a ponerla a ella o mis bebés en peligro, pero creo que es algo que ella no entiende.

Salgo de la habitación y llamo a Marina para que vaya a terminar de ayudar a Dacota. Camino hacia el patio trasero donde veo a Noah jugar con unos de mis hombres en el césped, pero estos se levantan al verme caminar hacia ellos.

— Mi señor.

— Pueden retirarse — estos asienten dejándome solo con Noah.

Me acerco pero no tanto a él, agachandome para así estar más o menos a su altura.

— Ven campeón — digo estirando mis brazos hacia el que me ve con recelo al verme alejado de donde estaba. —No me veas así, sabes que quiero verte gatear — me sonríe como si me hubiera entendido, comienza a gatear hacia mi con una sonrisa muy orgullosa demostrándome que ya sabe gatear perfectamente.

Me voy alejando más de él y este borra su sonrisa, me ve enojado parando su andar al ver que no puede alcanzarme, por un momento pienso que se rendirá pero me sorprende al ver como me vuelve a sonreír y gatea más rápido hasta al fin llegar a mis brazos.

—Ese es mi campeón — sonrió besando sus regordetas mejillas. —Te amo como amo a mis dos copias que aún se encuentran adentro del vientre de tu hermosa madre.

— Pa... papá — dice con dificultad.

—Ves, cada día me sorprendes más — sonrió estrujándolo en mis brazos.

—Mi señor — me interrumpe Matías de mi tiempo de padre e hijo.

Volteo a verlo y este no se ve nada contento, ¿acaso hoy es el día de estar todos enojados? Bueno yo hace un rato también lo estaba, pero con Noah se me ha pasado.

—Habla — le indicó a Matías intentando que Noah no chupe mi dedo donde está mi argolla.

— El viejo exige reunirse contigo — habla entre dientes.

—Perfecto, cítalo para hoy en la tarde — sonrió de lado, ya es hora de que nos conozcamos.

— ¿No le has dicho nada a Dacota? — pregunta a lo que yo niego.

—Aún no.

— Me voy, te estaré esperando — medio sonríe al decir lo último.

—Te escuchas como si fueras mi esposa.

— Ya quisieras — canturea burlón.

— ¡Auch! Noah eso dolio — me quejo viéndolo mal, y este solo me sonríe con mi aro de mi oreja en sus manos.

Escucho a Matías carcajearse, estúpido.


























































































Holis.
Queria pedirles si pueden seguir esta página que una hermosa seguidora hizo para mis personajes, espero y puedan apoyarla.
dacota_miller
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Las amo 🧡

Esposa Del MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora