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—Creo que no me está entendiendo señor Black — se levanta quedando cara a cara a mí, y no lo niego este viejo casi, casi es de mi tamaño.

—Haber ¿qué es lo que no entiendo según usted? – lo aliento a seguir, sin quitar mi mirada de él.

—Que no le estoy pidiendo su permiso para ver a mi hija, la voy a ver quiera o no — sonríe como estúpido.

— ¡Oh no! Creo que usted es el que no me está entendiendo a mi señor Miller, que sobre mi cadáver verá a mi esposa y eso téngalo por seguro.

—Tengo el derecho a verla al igual que a mis nietos—pero si será imbécil.

—No me venga con esa mierda de que tiene derecho porque eso lo perdió el día que la abandonó junto a su madre, y mis hijos no son sus nietos, no son nada suyo así que no vuelva a mencionarlos en su asquerosa boca — gruño tomándolo del cuello.

Solo me ve, pero esta rojo del enojo al igual que lo debo de estar yo, pero como se atreve a decir que tiene derecho, viejo hijo de perra. Lo suelto bruscamente haciendo que tropieza con su hijo que solo nos ve sin decir nada y hace bien no quiero matarlos aquí.

—Así que por su bien le sugiero que regresen por donde vinieron y olvide a Dacota así como lo ha hecho todos estos años, porque juro por la vida de mis hijos que con un chasquido lo hago desaparecer por mi cuenta.

—Dacota es la que tiene que decidir si quiere vernos o no — habla al fin el niñato, pero hubiera preferido que no lo hiciera.

— Mira niño, tu no juegas nada aquí, así que es mejor que mantengas tu boca cerrada— sugiero dándole una sonrisa.

—Es mi hermana.

—Ella no es nada de ti, porque tú también eres alguien que también su padre abandonó o ¿me equivoco? — camino hasta estar enfrente de él, solo me ve furioso di en el clavo.

—Tú no sabes nada — gruñe apretando sus puños.

—Te sorprenderías de todo lo que se de sus asquerosas vidas y que en un segundo puedo destruirlas—digo viendo ahora a ambos. —Yo creo que fue suficiente charla agradezcan que les di de mi tiempo, por como sabrán soy un hombre muy ocupado y más ahora con mi hermosa esposa embarazada —comienzo a caminar hacia la salida, pero lo que dice hace que me detenga.

—¿Tienes que ir a matar a alguien acaso? Es lo que un asqueroso mafioso hace ¿no? —¿Acaba de decirme asqueroso?

— Hijo de perra —saco mi arma y en un paso la tengo en su frente. —Este asqueroso Mafioso puede matarte ahora, despedazar tu cuerpo y mandarlo a tu querida esposa y nadie sabrá quién lo hizo.

—¿Esta es la vida que le das a Dacota?

—No, le doy una mucho mejor no se preocupe.

—Acaso piensas que no sabemos que la tienes a la fuerza a tu lado — ¿A la fuerza? Este maldito viejo.

— Sabemos cómo ella está a tu lado, la obligaste a irse contigo, la obligaste a casarse contigo hacer madre a sus malditos diecisiete años y ahora la embarazaste — me grita el hijo de perra de su hijo.

—Cierra la boca antes que te dispare en vez de a tu padre — le amenazo a punto de apretar el gatillo.

—No, no me voy a callar, ¿acaso disfrutaste todo lo que le hiciste? Golpearla solo porque ella quería su libertad o porque no hacía algo que tu quisieras, aquí el hijo de perra eres tú — me apunta con su dedo.

Estampó mi puño en su cara, una y otra vez viendo su cara mancharse de sangre, el viejo que lo retienen dos de mis hombres grita que lo deje en paz, le advertí que cerrara su puta boca.

—Ella está conmigo porque me ama, se casó conmigo porque ama, así que no digas mierda, ella me perdono todo lo que le hice antes —exploto perdiendo el control, jalo mi cabello desesperado siento que me falta en aire no sé qué me está pasando. —Ella me perdono —susurro apretando mis puños.

— ¿Se lo has preguntado acaso? Les has preguntado ¿si se casó contigo porque te ama? ¿Si está contigo porque realmente te ama y no por miedo a que la vuelvas a lastimar? —me quedo callado apretando mis labios.

--Creo que no ¿verdad? — sonríe burlón el maldito viejo.

Siento unas manos en mi hombro, sé que es Matías intentado sacarme, pero no, esto no se quedará así. Vuelvo agarrar mi arma y le apunto a su pierna y disparo este se queja, pero mis hombres no lo sueltan, voy con su hijo quien se está retorciendo de dolor en el suelo y también le disparo en una pierna.

— Dacota es Mia, y ustedes pedazos de mierda no me alejarán de ella, todos los que lo han intentado ya no existen en este mundo —mi respiración es agitada y siento que me falta el aire adentro de esta habitación.

Solo les doy una mirada a mis hombres y ellos ya saben que hacer, no los mató porque el día que le diga a Dacota sobre ellos tienen que seguir vivos y una vez si ella decide no perdonarlos hay si me encargaré de ellos. Salgo de ahí apresuradamente para ir a mi oficina.

Una vez dentro de esta quito mi saco y lo arrojó, desabotono los botones de mi camisa Dios, intento controlarme y no regresar para matarlos. Toda la mierda que me dijeron resuena en mi cabeza, pego varias veces esta contra el ventanal.

Dacota me ama como yo a ella, está conmigo porque me ama y me lo ha demostrado, yo sé que me ama, pero porque mi mente quiere dudar acerco de ello.

Esposa Del MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora