ANDRÉ
Ha paso dos semanas desde que me encontré con el viejo de Miller, dos semanas en que mi cabeza es un lío. He estado llegado tarde a casa para no responder preguntas que me hace Dacota, algo estúpido lo sé.
Pero no quiero perder el control enfrente de ella una vez más, necesito que ella esté tranquila para que su embaraza esté bien, no quiero perjudicar en algo por mi estúpida inseguridad. Quiero preguntarle, sobre todo, pero no quiero presionarla ni nada, quiero olvidar eso, pero no puedo, soy un puto mafioso que tiene una inseguridad.
—¿Otra vez te irás tarde? —Oigo que me pregunta Matías.
— Sí— suspiro tomando un trago de mi vaso de whisky.
— Pareces un crío.
— Ya puedes largarte Matías — gruño dándole la espalda.
Escucho que murmura cosas, pero no le pongo atención, al fin respiro tranquilo una vez oigo la puerta cerrarse.
—Esto es una mierda — me susurró dejándome caer en el sillón que hay en la habitación.
Veo la hora en mi reloj y son las 9 todavía faltan dos horas para poder irme a casa, si solo tuviera más huevos de irme y poder estar con Dacota y Noah, maldigo tirando el vaso asiéndolo añicos.
Con solo preguntarle a Dacota todo estaría resuelto, pero sinceramente me temo perder el maldito control cuando oiga sus respuestas, no quiero volver a lastimarla nunca más. Solo quiero hacerla feliz por toda la vida que nos queda por delante. No sé cómo no pude preguntarle antes si ella me había perdonado todo lo que le hice, pero sabía que lo había ello con solo quedarse a mi lado, querer tener a mis bebés en su vientre, pero nunca lo escuché de sus labios, ¡joder!
Veo la hora y ya son las 11, así que decido irme salgo de mi oficina y todo está oscuro era el único que quedaba aquí aparte de mis hombres que siempre están conmigo. Me siento solo un poco mareado cuando el elevador comienza a bajar.
—¿Esta bien mi señor? — me pregunta uno de mis hombres, vaya hasta ellos notaron mi mareo.
— Si.
Una vez fuera de mi edificio nos montamos en las camionetas para ir a casa, solo necesito estar en casa quiero que toda esta mierda termine de una vez.
—Mi señor llegamos — oigo que me hablan, mierda tan rápido.
Bajo de esta y solo suspiro al entrar a la casa, subo las escaleras sin prisa sé que la habitación no irá a ningún lado, pero que estupideces estoy diciendo creo que si tomé de más. Entro a la habitación de Noah este duerme profundamente en su cuna que ya pronto pasará a nuestra habitación junto con la de sus hermanos para que tengamos más fácil estar cerca de ellos, sonrió al ver como abraza su oso en forma de un panda, estiró mi mano hasta acariciar su mejilla sin despertarlo y es aquí donde sé que soy un tremendo estúpido de mierda.
—Lo siento mi bebé, papi es un estúpido por no venir a dormirte y darte tu beso de buenas noches —susurro. — Pero prometo ya no serlo más sí —beso cuidadosamente su frente y me aseguro de que este bien abrigado con su manta.
Salgo de ahí y me dirijo hacia la mía. Pienso bien antes de abrir la puerta, necesito dejar toda esa mierda atrás y concentrarme en mi familia y en cómo me desharé de cada uno de los que me están estorbando en mi camino.
Abro la puerta y la cierro lentamente no quiero despertar a Dacota, camino hasta sentarme cuidadosamente en mi lado de la cama quito mi chaqueta al igual que mi camisa quedando solo en mis jeans negros, quito también mis botas y calcetines quedando descalzo estoy a punto de ir al cuarto del baño para cepillarme y no tener el olor a alcohol, pero una mano me detiene.
—Amor lo siento si te desperté — volteo a verla, pero su cara no parece que la haya despertado.
— No estaba dormida, estaba esperándote — me dice seriamente.
— Ya es tarde Dacota, mañana hablaremos ¿sí? — le contesto parándome, ella toma una postura seria quedando hincada en la cama.
Lleva puesta una de mis camisas, que ahora esas son su pijama. Se ve tan sexy en ellas más con su vientre abultado donde están mis copias guardadas.
—¿Porque vienes a casa tan tarde? —me reprocha viéndome fijamente a los ojos, ¡mierda!
—He estado ocupado, lo siento, pero ya terminé todo hoy — trato de explicar, más bien le miento.
—¡Mentiroso! — me grita dejándome sorprendido. — El trabajo nunca ha sido una excusa para ti, ¿acaso ahora tu trabajo es más importante que nosotros?
—Dacota claro que no... solo hablémoslo mañana ¿sí? Te diré todo mañana — digo intentando que se calme.
Intento tocarla, pero no me deja, y eso me está poniendo ansioso ya que intento varias veces tocarla, pero no me deja.
— Dacota... —trato de hablar, pero sus palabras hacen que me calle abruptamente.
—¿Tienes a alguien más verdad?
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Esposa Del Mafioso
RomanceDefinitivamente ahora si era una relación donde todo es amor, o eso creían. Créditos a la portada: Sofía Turano (Wattpad: @sofıiturano)