Desde que era pequeño había visto a su padre rechazar todo lo que era considerado para mujeres u homosexuales. Nunca le había visto jugar con su hermana o ir de compras con su madre o hacer algo tan común como ponerse una mascarilla hidratante. Él era demasiado hombre para eso. Las muñecas, el color rosa, el olor de las flores, bailar, ir a la moda, darle un abrazo a un amigo, leer novelas románticas, cocinar. Su padre odiaba todo eso.
O al menos lo había odiado.
Porque cuando abrió la puerta aquella noche parecía alguien totalmente diferente. Para empezar, llevaba la cara pintada. Tenía la pegatina de un unicornio en la mejilla izquierda, un corazón de purpurina en la derecha y sombra de ojos morada en los párpados. Usaba un pijama negro de camisa y pantalón que habría sido tan sobrio y aburo como siempre de no estar lleno de pinzas para el pelo entre los botones.
—Hola, hijo —lo saludó con una mueca bastante extraña. No sabía si estaba avergonzado o simplemente le resultaba incómodo mover la boca porque tenía purpurina por toda la cara.
—Hola, papá —contuvo la risa—. Bonito maquillaje. ¿Te vas a algún sitio?
Notó un apretón en la mano. A su lado, Donghae se cubría la boca para no hacer ruido, aunque sus ojos encogidos y su forma de sacudirse daban a entender que se estaba riendo por la escena. Ninguno de los dos habría imaginado nunca que vería algo similar.
—Muy graciosos —respondió él con un bufido—. Haneul quería que le hiciéramos una entrevista a su abuela y, al parecer, hasta los hombres se maquillan para salir en la tele.
—Oh, Dios mío —jadeó Donghae mientras se limpiaba las lágrimas de los ojos—. Con lo difícil que es deshacerse de la purpurina...
—¿Cómo que difícil? Te estás quedando conmigo porque te he tratado mal en el pasado, ¿no?
—Hae tiene razón, papá. Vas a necesitar algo más que agua y jabón para quitarte todo eso de la cara.
Su padre boqueó antes de dar media vuelta y echar a correr en dirección al baño. Rió ya sin poder evitarlo. De haber jugado con Sora o con él años atrás, no habría tenido ese problema. Era lo que se merecía por ser un retrógrado durante tanto tiempo. Ser castigado con una montaña de purpurina morada.
—El año que viene nos lo llevaremos a las fiestas del Orgullo —se burló Donghae mientras cerraba la puera.
Lo miró sorprendido, aunque sin bajar las comisuras de su boca.
—¿Las fiestas del Orgullo?
—Sí. Ya sabes, Hyukkie, el festival que se celebra a principios de junio. ¿O es que pensabas que había personas en la calle con la cara pintada de los colores del arcoiris solo porque son bonitos?
Chasqueó la lengua ante su sarcasmo. Lo tomó de la cintura y le besó la mejilla porque por supuesto que sabía lo que era el festival del Orgullo Queer. El problema era que nunca había tenido a nadie con quien y, cuando lo había tenido, nunca había creído que fuese adecuado participar. Primero había tenido miedo de que sus padres lo vieran allí. Después, de que alguien del trabajo lo atrapase con la cara pintada de colores. Incluso sabiendo que Heechul iba todos los años, nunca se había atrevido a hacerle compañía. Pero ahora era diferente.
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Stirring Up [EunHae +18]
FanfictionDonghae tiene 31 años. También tiene un trabajo estable como policía y un anillo de matrimonio que ya no se pone. Le gusta encerrarse en la galería de tiro, darle palizas a los maniquíes de boxeo y fumar cigarrillos mentolados, aunque nunca hace nad...