Capítulo 23

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—¡Ya voy!

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—¡Ya voy!

A pesar de su grito, la persona al otro lado de la puerta no dejó de llamar al timbre. Se rascó el cuello con pereza y arrastró los pies descalzos por el suelo. ¿Quién diablos podía ser a esas horas? Si todavía faltaban diez minutos para que sonara la alarma. ¿Quién le estaba quitando diez preciados minutos de sueño?

Abrió mientras bostezaba, así que tenía la boca abierta y los ojos llorosos cuando vio al policía parado en su umbral. Se los frotó con los puños. Tenía que estar soñando.

—Toma.

Pero no. Era totalmente real. Donghae estaba allí, frente a él, mirándolo con el ceño fruncido y con los brazos estirados. En una mano tenía una tela azul y en la otra un cilindro blanco. Su cerebro adormilado tardó demasiado en procesar la información. Tanto, que el menor empujó los cosas sobre sus manos como si estuviera cansado de sujetarlas.

Entonces las miró mejor. ¿Ese era su pañuelo? Miró dentro de casa por encima de su hombro. No recordaba haberlo dejado allí. Quizás al abrir la mochila en su sofá... Había sido una noche algo confusa. El cilindro, sin embargo, no lo reconocia. Parecía un pintalabios.

—¿Bálsamo lab...

—Sí —gruñó Donghae—. Me voy a trabajar. Adiós.

—Espera, espera —lo tomó del brazo para detenerlo—. ¿Has venido solo para darme esto?

El otro se zafó de su agarre bruscamente y sacudió la cabeza. Sus mejillas estaban ruborizadas, pero quizás era por la misma ira que mostraban sus ojos. Si él no había hecho nada para molestarlo. Es decir, no llevaba ni cinco minutos despierto.

—Pasaba por aquí. Y ahora me voy.

Volvió a atraparlo, pues los recuerdos de la otra noche llegaron poco a poco a su cabeza.

—Al final me has comprado uno. Pensaba que no querías hacerte cargo de ell...

—Cierra el pico. Esto es solo... porque... Te lo habías olvidado. Y ese lo tenía por casa. Ya nos hemos besado, ¿no? ¿Qué más da si lo usas? No imagines cosas raras, imbécil.

Intentó detenerlo por tercera vez, mas, ésta, Donghae logró escabullirse y lo dejó parado en el umbral con la boca abierta.

Vale, no iba a imaginar cosas raras. Tampoco sabía a qué "cosas raras" se refería el menor, así que lo tenía fácil. Se encogió de hombros y cerró la puerta.

Se colgó el pañuelo del hombro mientras se dirigía al baño. También intentó abrir el bálsamo, sin embargo, estaba rodeado de un plástico duro que tuvo que romper con los dientes para poder hacerlo. Así que usado, ¿eh?

Por supuesto.

• • •

Donghae tiró el ticket de la farmacia al cenicero de su coche antes de salir. Todo había salido bien. Genial. Ese imbécil no tenía forma de enterarse de que en realidad había comprado el bálsamo labial hacía menos de diez minutos.

Stirring Up [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora